El viacrucis de los inmigrantes

  • Lorenzo Diaz Cruz
“Compadezco al pobre inmigrante que desearía haberse quedado en casa …”

Con ese verso empieza una canción de Bob Dylan, “I pity the poor inmigrant”, que escuché primero en voz de Joan Baez, con una letra que retrata en parte el sufrimiento de los inmigrantes pobres que van cruzando fronteras por el mundo, desafiando barreras físicas y leyes.

Es una situación que sigue siendo válida ahora como hace siglos, con tantos y tantos pobladores que se ven obligados a dejar su lugar de origen por buscar un mejor futuro, o muchas veces por la pura sobrevivencia. La vida es barata en muchos lugares y la gente preferible huir antes que dejarla en el fuego cruzado de algún conflicto.

Una parte del mundo va por su lado acumulando riqueza, disfrutando mejores niveles de vida, aprovechando los beneficios de la ciencia y la tecnología, mientras otra parte tiene que correr por su vida, luchando por cubrir sus necesidades más básicas.  Muchas veces esas necesidades son algo que el primer mundo da por sentado, como tener agua potable, comida, escuela, libertad.

De vez en cuando el mundo se impresiona con los buques llenos de africanos que se hunden en el Mar Mediterráneo, asiáticos que mueren hacinados en una fábrica o latinos que se ahogan tratando de cruzar el Río Bravo. Pero ya que pasa la noticia, volvemos a una normalidad indiferente, con una opinión pública que tampoco quiere compartir su riqueza.

Todo ocurre en un sistema egoísta y depredador, donde los migrantes se vuelven carne de cañón, mercancía que puede generar muchos dólares de ganancia a las mafias o los policías corruptos, que muchas veces son lo mismo. En casi todos los países hay una autoridad ruin e indolente, que no le duele dejar encerrados a seres humanos que están desesperados, como ocurrió hace unos días en el norte de México. Pero esa es sólo una de tantas desgracias que ocurren en esa frontera doliente, que divide al mundo en dos.

Ojalá que en estas fechas, cuando una parte del mundo cristiano recuerda el Vía Crucis del Cristo de los desamparados, personaje que también fue víctima de un imperio hace dos milenios, ojalá que la gente reflexionara sobre el sistema económico mundial que tolera las desgracias de los inmigrantes y de una parte de la población.

¿Cómo es posible que la humanidad esté por regresar a la Luna y no sea capaz de lograr un mínimo de bienestar era todos?

Yo sólo sé un poco de física, y desconozco como se podría tener una economía más justa y humana, pero creo que el mundo no puede seguir por el mismo camino.  Los retos se acumulan en varios frentes, como el ecológico o la amenaza de otra guerra mundial.

Algo debe cambiar, por la supervivencia misma de la humanidad, antes de que sea demasiado tarde. Antes que pasé como en el poema de Nicanor Parra:

“Buenas noticias
La tierra se recupera en un millón
de años
Somos nosotros los que desaparecemos”

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Lorenzo Diaz Cruz

Doctor en Física (Universidad de Michigan). Premio Estatal Puebla de Ciencia y Tecnología (2009); ganador de la Medalla de la DPyC-SMF en 2023 por su trayectoria en Física de Altas Energías. Miembro del SNI, Nivel lll. Estudios en temas de educación en el Seminario CIDE-Yale de Alto Nivel (2016).