Pedro Páramo
- Lorenzo Diaz Cruz
Toda una agradable sorpresa ver “Pedro Páramo”, la nueva película de Rodrigo Prieto basada en la novela de Juan Rulfo, y debo decir que me gustó mucho. Tal vez para algunos sea apenas cumplidora, otros piensen que es buena, y para otros más sea excelente. Pero en redes sociales he leído comentarios con los que me identifico mucho más. Algunos dicen que hay que olvidarse por un rato de la novela, y dejarse llevar por las imágenes de tantos personajes inolvidables: Eduvigues que recibe a los viajeros del tiempo y el espacio, Juan Preciado heredero del rencor y la injusticia, Susana San Juan, Dolores, Fulgor Sedano, Abundio y tantos más, hasta llegar a Pedro Páramo.
Por un momento me dejé llevar por la emoción y llegué a pensar que esta era una de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos, pero justo cuando me deleitaba con esa Comala tan acertada, entre mágica y lúgubre, recordé la fotografía de Gabriel Figueroa en las mejores películas de Emilio Indio Fernández, y entonces tuve que matizar mi opinión, pero aún así me quedo con la idea de que “Pedro Páramo” es de las mejores películas del cine mexicano contemporáneo.
Hay un universo en la novela que retrata de refilón ese México que los paladines de la ideología liberal nunca vieron o no quieren recordar. Ese país está muy bien retratado cuando Fulgor le alega a Pedro Páramo que lo que propone va contra la ley.
- “¿Cuál ley? La ley la vamos a hacer nosotros”, responde Pedro Páramo, dando voz a tantos caciques y políticos que arruinaron el siglo XX de nuestro país, más lo que se acumule.
La película me hizo recordar tangencialmente, un programa de televisión que pasó hace unos años. En ese programa, el conductor recorría el país con una cámara escondida para retratar el México que había estado detrás de la visión oficial. La escena en cuestión se desarrollaba frente al conductor, que micrófono en mano, perseguía a los rijosos; una de tantas muestras de nuestra mexicanidad, cruda, ridícula, tal cual. Ahí estaba manoteando al vacío uno de tantos Juan Preciado, más del barrio, con los ojos inyectados por el alcohol y el resentimiento, tratando de escapar de su madre que pacientemente trataba de calmarlo.
- Ándale mijo, métete al coche, tu papá nos está esperando.
- Ese desgraciado no es mi padre …
Parecía que la mirada rencorosa del muchacho recorría todas las realizaciones posibles del multiverso, mundos en los que podían ver todos los padres que fueron o serían, y se los restregaba en la mera jeta.
“Quizás tu padre los abandonó cuando naciste. O tal vez tu padre está pidiendo limosna en un crucero de la gran ciudad. A lo mejor se ahogó en alcohol o ya está internado en un anexo barato sufriendo el síndrome de abstinencia. O a lo mejor tu padre no ganaba lo suficiente para mantenernos y mejor se fue de brasero. Luego pereció ahogado en el Río Bravo. Tal vez tu padre ya estaba vestido con su traje de madera. Seguramente tu padre no fue suficiente hombre. A lo mejor se hizo la jarocha y ahora trabaja como tu madre.
“A lo mejor tu padre todavía anda por el mundo retando a la muerte, con su playera que dice que las calaveras le pelan los dientes, él afirma que se la parte con quien quiera y donde quiera.
“No muchacho, ese hombre no es tu padre. Pedro Páramo es tu padre”.
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Doctor en Física (Universidad de Michigan). Premio Estatal Puebla de Ciencia y Tecnología (2009); ganador de la Medalla de la DPyC-SMF en 2023 por su trayectoria en Física de Altas Energías. Miembro del SNI, Nivel lll. Estudios en temas de educación en el Seminario CIDE-Yale de Alto Nivel (2016).