No evadir la mirada frente al abismo

  • Manuel Antonio Silva de la Rosa
En las investigaciones que realizan las universidades jesuitas necesitamos construir miradas honesta

Como un esfuerzo para responder a la misión que tienen las Universidades Jesuitas de comprometernos con las realidades que más lastiman a la humanidad abriendo caminos de esperanza, la IBERO Puebla dio comienzo a la Semana de la Investigación 2023 bajo la temática del “conocimiento compartido y la acción colectiva.”

Considero que, dentro de este lema, está la fidelidad creativa que nos llama a querer responder, desde una educación emancipadora e ignaciana, conformada por un ecosistema de investigación para la transformación social. Siendo conscientes que la investigación no se puede entender de forma aislada a las problemáticas cruciales que vivimos como sociedad, ni mucho menos se puede comprender como una investigación de carácter individual, apostadora de intereses personales.

La misión de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús se concibe como proyectos de transformación social que, están en constante movimiento hacia las periferias, se mueve hacia los márgenes de la historia humana, con la finalidad de ir al encuentro con los descartados y las descartadas por las estructuras y poderes dominantes. Es desde este punto de partida que queremos mirar la realidad.

Con base en esto, se arrancó la Semana de la Investigación con un panel conformado por María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, académica e investigadora de la IBERO Puebla, y Rossana Reguillo Cruz, académica e investigadora del ITESO de Guadalajara, ambas adscritas a la educación jesuita y comparten un interés por comprender la realidad que vivimos y poder actuar de forma colectiva. En este panel se construyó un diálogo sobre el resquebrajamiento de la realidad actual y se problematizó el papel que tienen las universidades frente a un contexto complejo.

Rossana Reguillo comienza preguntando: ¿qué significa mirar el mundo? En diálogo con María Eugenia Sánchez va enfatizando la importancia de preguntarnos cómo pensar y actuar cuidando no evadir la mirada frente al abismo donde nos encontramos. Necesitamos pensar y gestar un mundo abierto, inclusivo y coherente desde la mirada fija a las realidades que nos deshumanizan.

La doctora Reguillo comparte que esta mirada está centrada en dos dimensiones: la vida cotidiana y el acontecimiento. Es una mirada metodológica que ejecuta al momento de escribir y que toma en cuenta, toda la vehemente denuncia sobre el aumento de múltiples violencias que se materializan en sistemas excluyentes: racismos, vidas que se desechan, conflictos armados, trata de personas, muros en fronteras, etc. Es decir, nos encontramos en una necromáquina  -un concepto acuñado por Reguillo-, para hablar de un mundo donde morir ya no es suficiente. La necromáquina es un dispositivo de muerte que va avanzando, engullendo territorios, cuerpos y futuros.

Hoy, más que nunca, dentro de las investigaciones que realizamos, necesitamos construir miradas honestas que no evadan el abismo que vivimos; mirar fijamente y con honestidad esos malestares que vivimos y tratar de comprender los síntomas de un tiempo de colapso en el paradigma civilizatorio de la modernidad.

En suma, es necesario mantener la mirada a las violencias que vivimos para poder forjar esa conciencia crítica y observar con honestidad las diferentes realidades que hay en nuestro entorno, pero sobre todo, dejándonos tocar por las difíciles condiciones de vida de la mayoría de gente. Los espacios de aprendizaje e investigación juegan un papel importante, pues la investigación que queremos realizar asume una reconciliación como misión esperanzadora.

Somos impulsados e impulsadas para abrir caminos de reconciliación, sintiéndonos invitados e invitadas a curar las heridas personales, a estimular un pensamiento para crear nuevos caminos donde se puedan producir bienes comunes; a incitar con mayor fuerza las economías solidarias y a seguir manteniendo modelos de consumo que respeten el equilibrio ecológico.

El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla.
Sus comentarios son bienvenidos.

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Manuel Antonio Silva de la Rosa

Licenciado y Maestro en Filosofía y Ciencias Sociales; e Ingeniero en Electrónica. Se desempeña como Coordinador del Programa Universitario Ignaciano en la Ibero Puebla y es profesor de cursos vinculados con Filosofía. Entre sus líneas de investigación se encuentran la Filosofía contemporánea, y de la Educación.