A tres años para valorar la 4T

  • Rafael Alfaro Izarraraz
La nación se mueve con otro sentido y debemos mirar lo que se está transformando

Dice Guillermo Hurtado que cuando AMLO propuso la Cuarta Transformación hizo una lectura correcta del sentimiento de la población mexicana, quería vivir mejor pero sin las consecuencias que implicaba una revolución o acontecimientos sociales como los ocurridos durante la Independencia, la Reforma o la Revolución de los que la 4T se considera continuadora (Apuntes sobre la transformación de México, un capítulo de un libro titulado La filosofía y la Cuarta Transformación, Alfredo Torres y Gabriel Vargas, coordinadores del libro)

Hurtado, quien cita a Luis Cabrera, distinguía entre revolución y transformación. La revolución destruye y construye. La transformación no lleva ni a la destrucción ni a la reconstrucción de nada. Implica, dice Cabrera, suplantar lo viejo por lo nuevo. Ahora bien, una transformación para que realmente lo sea requiere de transformaciones fundamentales no solamente cosméticos. En 2000 ocurrió un cambio, pero no una transformación. El cambio impulsado por Fox se reveló como un cambio en el gobierno y punto.

Una Transformación es un acto político que puede o no llevar a cambios como en una revolución, eso depende del juego de fuerzas que se da entre quienes se posicionan en la disputa del poder político para transitar hacia lo social y económico. También existen contra transformaciones y contra revoluciones, pero por el momento ese no es el caso, y depende del contexto en que ello ocurra para poder definirse.

Luego entonces para que una transformación sea profunda requiere casi ser una revolución. Para efectos prácticos lo que estamos viviendo es una transformación, cuya médula es la política. La transformación dice Obrador en las mañaneras, palabras más palabras menos: “la estoy llevando tan profundamente durante mi gobierno que será complicado para las fuerzas conservadoras regresar al pasado neoliberral luego de lo transformado”.

Las revoluciones al destruir lo viejo y crear lo nuevo no enfrenta algún tipo de oposición en la medida en que son acontecimientos en donde lo viejo es barrido, aniquilado de manera definitiva. En este caso, se habla de “Transformación” un concepto que no es ni cambio ni reforma ni nada por estilo, es “Transformación”. Por lo que las transformaciones requieren de más tiempo, de más agudeza política, expone Hurtado. Y en nuestro caso, debemos mirar qué es lo que se está transformando y qué tan profundo es como para no regresar el reloj hacia el punto en que lo tomó la Transformación.

Lo que hemos visto que se transforma es:

1. La participación del pueblo que Obrador ha llamado una revolución de las conciencias y que tiene al pueblo, a decir del mismo presidente, entre las poblaciones con más conciencia en el mundo.

2. Se ha recuperado la independencia como nación. En el pasado, el país se manejaba en función de las reglas que imponía la banca mundial. Como lo hemos expuesto en este mismo espacio, es imposible para cualquier nación ver de manera halagüeña su futuro si depende de fuerzas externas que determinan a dónde ir. La recuperación de la independencia ha sido fundamental.

3. La creación de una banca propia, con el Banco del Bienestar. Un Estado sin dinero es un Estado incapacitado para promover su propio desarrollo si así se le quiere ver. Un Estado que depende del dinero de otros no funciona.

4. La lucha contra la corrupción que, como se ha visto, estaba metida hasta el tuétano en la cúspide y había penetrado los espacios de poder, corrompiéndolos.

5. Sin comunicación no existe la Transformación. La Transformación cuenta con instrumentos que le permiten comunicarse con la población, debido a que la manera en que el pueblo se representa a sí mismo como nación depende en parte de la capacidad de comprender las condiciones por las que atraviesa la Transformación.

6. El Ejército al servicio del pueblo. Esto es fundamental, las fuerzas armadas tienen una función diferente pues ahora participan de la construcción de un Estado con orientación popular.

7. La recomposición del Estado. Ha dejado de tener un perfil neoliberal en donde el Estado actuaba como un facilitador de los intereses de un reducido grupo privado. El Estado ahora dirige acciones hacia los pobres, la población más necesitada y olvidada por el neoliberalismo.

8. Cambios constitucionales. El ejemplo más evidente es la reforma energética que ha propuesto el presidente y que apunta al fortalecimiento del Estado como entidad pública y responsable del bienestar de su población.

9. La reorientación del gasto público. El dinero del presupuesto tiene un carácter social del que anteriormente se carecía. Los apoyos a los adultos mayores, jóvenes estudiantes, que tienen su primer empleo, becas a familias pobres, entre otras iniciativas, reconfiguran el perfil del Estado.

10. El gobierno dejó de ser un promotor del fraude. En las elecciones recientes los fraudes ocurrieron en entidades gobernadas por el PRIANRD. Algunos de sus triunfos están manchados por el fraude y actos propios del pasado.

La nación se mueve con otro sentido comparado con el pasado. En otro momento veremos algunos riesgos.

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Rafael Alfaro Izarraraz

Periodista por la UNAM, maestro por la UAEM y doctor en Ciencias por el Colegio de Postgraduados-Campus Puebla. Es profesor del Doctorado en Ciencias Sociales de la UATx y Coeditor de la revista científica Symbolum de la Facultad de Trabajo Social, Sociología y Psicología.