A un año de la pandemia

  • Cintia Fernández Vázquez
Aprendizajes para la educación del futuro

Se ha cumplido un año de haber migrado la educación formal a la modalidad en línea, han sido 365 días en que estudiantes, profesores y padres de familia han navegado en un océano de frustraciones, pero también de mucho aprendizaje.

En este periodo de tiempo se han expuesto muchos de los grandes defectos del sistema educativo, mismos que han sido señalados y analizados tanto por expertos como por cualquier persona con disposición a conversar sobre el tema.

En menor medida, se han hecho recuentos sobre las ganancias obtenidas en este periodo en términos de innovación educativa y capacidad de resiliencia, tanto de los actores educativos, como de las propias instituciones.

En este escrito y a modo de conmemoración del aniversario del confinamiento educativo por pandemia, me propongo hacer una síntesis de los aprendizajes que desde mi perspectiva son más valiosos para comenzar a construir el futuro de la educación post COVID.

En primer lugar, me gustaría señalar que hoy más que nunca se ha puesto en evidencia que los espacios de educación formal, con todo y sus grandes defectos, son el mejor lugar para favorecer el desarrollo psicosocial de niños y adolescentes. También los jóvenes universitarios reconocen el importante rol de la educación superior en su formación integral. 

Sin duda en este año se ha podido ofrecer cierto avance en el aprendizaje de contenidos académicos, pero ha sido mucho más difícil replicar espacios de convivencia extra curricular a distancia: deportes, actividades artísticas, debates, eventos culturales, celebraciones y socialización en general son aspectos de la vida escolar que hemos aprendido a valorar y que la educación futura tendrá que poner al centro de sus reflexiones.

En segundo término, hemos descubierto que la manera en que siempre se han hecho las cosas en la educación puede enriquecerse, mejorarse y transformarse en un lapso cortísimo de tiempo, este hallazgo sobre la capacidad para la flexibilidad en las escuelas, puede llegar a ser un elemento disruptivo de gran relevancia para la educación al superar la crisis por COVID, esto representa una oportunidad para innovar en los procesos educativos,

La exploración de espacios virtuales como escenarios para el aprendizaje, es el tercer aspecto que me gustaría señalar como una ganancia, pues en este año todo actor educativo ha desarrollado competencias digitales para optimizar el uso de herramientas web para favorecer el desarrollo cognitivo. Todavía hay mucho que hacer en este sentido, pero seguramente la resistencia que antes de la pandemia existía hacia la integración de las TIC en las actividades escolares va a disminuir y en un futuro, tal vez se convierta en un sano entusiasmo.

El encuentro con el otro es un bien tan anhelado por nuestras comunidades educativas, que se ha buscado por todos los medios, no solo dar continuidad a los procesos de aprendizaje, sino también mantener la conexión afectiva entre las personas que conforman la comunidad. Este cuarto elemento, también es una valiosa lección para el futuro de la educación, pues permitirá favorecer las condiciones para que todos los estudiantes y los maestros cuenten con los medios indispensables para mantenerse vinculados sin importar las circunstancias. 

La carencia de medios de comunicación digitales es un elemento de marginación y esta experiencia nos ha llevado a señalar la necesidad de atender con equidad la demanda social por una infraestructura tecnológica incluyente, estable y a la altura de las disrupciones de nuestros tiempos. No solo el acceso a la información es un bien indispensable, también la capacidad incondicional de conectar con los otros y construir comunidad más allá de los muros de las aulas.

Se han mencionado en este escrito 4 aprendizajes valiosos para el futuro de la educación, seguramente hay muchos más por lo que invito al lector a reflexionar sobre las lecciones más valiosas de este último año en términos educativos, cada una de ellas enriquecerá los procesos de formación de las nuevas generaciones, con el anhelo de que ellos sean más capaces que nosotros de afrontar con creatividad y solidaridad cualquier desafío que su vida adulta les presente.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Sus comentarios son bienvenidos.

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Cintia Fernández Vázquez

Maestra en Calidad de la Educación por la UDLAP, ingeniera industrial y coach humanista y organizacional por la Ibero Puebla. Actualmente es académica de tiempo en la Coordinación de Educación Virtual de la Dirección de Innovación e Internacionalización Educativa. Ha impartido materias como Innovación Tecnológica