Adopción de tecnologías emergentes en el ámbito educativo
- Cintia Fernández Vázquez
El uso masificado de Internet, que inició a finales del siglo XX gracias a su adopción en escuelas y universidades, facilitó que los avances tecnológicos se desarrollaran en lapsos de tiempo sumamente reducidos, en comparación a décadas anteriores.
Esto dio lugar al surgimiento del término “tecnologías emergentes”, que se refiere a aquellos avances tecnológicos en los que los empresarios y emprendedores consideran que vale la pena invertir tiempo, dinero y talento, por motivos tanto comerciales como, en menor medida, por su relevancia para resolver problemáticas sociales y enriquecer la cultura.
En las dos primeras décadas del siglo XXI, las tecnologías emergentes, basadas en Internet, que llegaron a consolidarse a nivel planetario fueron las redes sociales, las herramientas en la nube para la colaboración y entretenimiento, así como el comercio electrónico.
Lo anterior se atribuye al interés masivo por parte de los consumidores, mismo que facilitó que los inversionistas encontraran atractivo financiar estos proyectos. El flujo de recursos económicos permitió que estas tecnologías se desarrollaran en tiempo récord y que se hayan convertido en parte de la vida cotidiana de una gran mayoría de las personas en la actualidad.
Existen otras tecnologías que prometían ser adoptadas por consumidores a nivel global a un ritmo acelerado, pero que hasta la fecha no han llegado a consolidarse masivamente, como la realidad virtual o el internet de las cosas.
Esto ha significado pérdidas millonarias para inversores y ha puesto en primera plana otras tecnologías emergentes a las cuales poner atención como educadores, pues han despertado mayor interés en consumidores potenciales como lo es la inteligencia artificial o el blockchain.
Algo que me llama la atención de este fenómeno, es que aquellas tecnologías que han permeado más en la sociedad y las que se visualiza que contarán con una adopción acelerada, son justamente aquellas que pueden llegar a tener un mayor impacto en la mejora e innovación de procesos educativos.
Tecnologías que facilitan la comunicación a distancia (videoconferencias), el diálogo (redes sociales) y la implementación colectiva de proyectos (Google Drive y Office 365) se han convertido en recursos indispensables para todas las actividades de una comunidad educativa; tanto en términos académicos como administrativos, pese a la resistencia de docentes y hábitos de uso cuestionables por parte de padres, madres, maestros y estudiantes, estas tecnologías han llegado para quedarse.
Aun así, los procesos de adopción no han sido sencillos, pues la velocidad de los avances tecnológicos supera en mucho la capacidad de adaptación de instituciones educativas burocratizadas y estancadas en prácticas escolares propias de un mundo que dejó de existir desde hace treinta años, ese mundo en el que no se conocía Internet.
¿Cuáles son las tecnologías emergentes que los futuristas prevén que (por fin) transformarán la educación formal en los siguientes veinte años?
En primer lugar, podemos mencionar a la Inteligencia Artificial (IA). Si las instituciones integran en su presupuesto la inversión en herramientas de IA y desarrollan proyectos de formación docente; así como contenidos transversales relacionados con el tema en sus planes de estudio, estaremos ante una revolución educativa sin precedentes.
Ya no estaríamos hablando de sustituir una libreta por una tableta, o un pizarrón por un cañón, o la biblioteca por motores de búsqueda. Podríamos comenzar a imaginar, que, con las estrategias adecuadas, los docentes y estudiantes podrían invertir tiempo en fortalecer lazos con la comunidad para resolver problemáticas urgentes con apoyo de recursos tecnológicos sumamente poderosos, ubicuos y accesibles.
Por otra parte, también se prevé que tecnologías blockchain faciliten acreditar de forma confiable y rigurosa las competencias que los estudiantes desarrollan en su trayectoria académica y a lo largo de su vida. ¡Adiós exámenes, hola práctica!
Los escenarios virtuales de aprendizaje, enriquecidos por IA y blockchain, ampliarán el alcance de los procesos formativos, facilitando el aprendizaje situado en contextos reales fuera del aula; pero acompañados por maestras y maestros experimentados y miembros de la comunidad de diversos sectores productivos, sociales o gubernamentales.
También se ha apostado por la realidad virtual y aumentada, aunque personalmente me pregunto cuántas décadas faltan para que las experiencias inmersivas puedan superar a la capacidad de imaginación y visualización tridimensional con la que cuenta el cerebro humano. Cuando eso llegue a suceder, igualmente tendrán un gran impacto en los procesos de aprendizaje en todos los ámbitos de la vida.
Para finalizar, invito al lector a imaginar la educación que les hubiera gustado tener y a visualizar cuáles tecnologías facilitarían que ese sueño se hiciera realidad. Seguramente esas son las tecnologías emergentes que adoptaremos en las próximas décadas y que revolucionarán el concepto de escuela y educación formal.
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La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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Maestra en Calidad de la Educación por la UDLAP, ingeniera industrial y coach humanista y organizacional por la Ibero Puebla. Actualmente es académica de tiempo en la Coordinación de Educación Virtual de la Dirección de Innovación e Internacionalización Educativa. Ha impartido materias como Innovación Tecnológica