Los Periodistas en la Ibero Puebla

  • Julio Broca
Entre muchos temas se abordó la cuestión de la llegada a Morena de personajes impresentables

Alejandro Páez y Álvaro Delgado presentaron el pasado sábado 27 de abril su libro Izquierda 1923-2023 en el auditorio-gimnasio Ignacio Ellacuría de la Universidad Iberoamericana Puebla. No dejan de maravillarme dos cosas, la primera, que la última vez que asistí a ese lugar fue a escuchar a uno exfuncionario del INE, como diría Don Quijote, de cuyo nombre no quiero acordarme. Esto me hace valorar las universidades como lugares que nos permiten formarnos el criterio por la confluencia libre de perspectivas. La segunda cosa que me maravilla es el título del programa de YouTube de los autores del citado libro: Los Periodistas, porque invariablemente me hace pensar en Vicente Leñero y su libro del mismo nombre, Los Periodistas que es el relato épico de una zaga en búsqueda de la libertad periodística que derivó en la existencia de la revista Proceso del periodo de Julio Scherer. Todo eso pues implica preguntas por aquello que Descartes más valoraba: la autonomía del intelecto, o dicho otro modo, la independencia de la conciencia.

El periodismo independiente

El fenómeno que representan los periodistas independientes en México hoy, es sui generis. Ha bastado un presidente que no reprime, no, no reprime —baste como comprobación los lujos que se da la “oposición” de hoy, quizá la primera oposición sin represión en la historia (o quien duda que Lily Téllez ya estaría bajo tierra si se hubiera atrevido a hablar como habla hoy al comandante Borolas, a Peña Nieto o Salinas)—, perdonen el largo paréntesis.  Decía, ha bastado un presidente que no cree en la represión ni en la persecución política, para que florezca una pléyade de informadores e informadoras muy al pendiente de la política en el mejor sentido de la palabra.

Los Periodistas (Alejando y Álvaro) nos han regalado durante años su épico periplo por los medios en búsqueda de autonomía hasta llegar a reubicarse en un formato que les permite sostenerse directamente del deseo de nosotros por saber la verdad. Quien esto escribe no puede dejar de destacar el papel de periodistas como Sabina Berman o Julio Astillero también y sobre todo, el entorno virtuoso que han ido creando con más colegas y nuevas generaciones. Y solo ha bastado un presidente no represor para que estos necios cactus que han resistido todo en medio del inhóspito desierto, florezcan.

Abundar sobre lo que Álvaro Delgado y Alejandro Páez significan para el periodismo sería redundar: representan un paradigma de autonomía intelectual, crítica inteligente, mordaz e informada. En la conferencia de la Ibero Puebla, Álvaro fue contundente, parafraseo: “izquierda o derecha, no es el punto, el punto es si se dice o no la verdad”. Abundó Álvaro que hay también periodistas que se dicen de izquierda, pero no dicen la verdad y fue lapidario en señalar que esa “izquierda” y ese “periodismo” no tienen ningún valor —con palabras mucho más duras—. Pocos periodistas tienen tanta autonomía moral para señalar este tremendo problema.

Izquierda=verdad

Con la verdad como paradigma periodístico, el mundo político se convierte en un terreno fértil para analizar la falsedad, la simulación y la corrupción. Es lo que pedimos nosotros, los millones víctimas de la corrupción, la gigantesca, la de altos vuelos, aquella de la cual no nos enteramos y no nos alcanza la imaginación para sospechar. Los Periodistas entienden esto como un arduo trabajo cotidiano de la izquierda: resistir mil y un veces el embate de las mentiras repetidas mil veces, entregarla como noticia a la gente, la gente devolver apoyo. El pacto periodístico más virtuoso, más riesgoso, ético.

Entre muchos temas se abordó la cuestión de la llegada a Morena de personajes impresentables, corruptos, represores o simplemente antiguos detractores. Alejandro fue también contundente, parafraseo: “si a la izquierda han llegado personajes impresentables, pues a la izquierda le toca resistir, la izquierda está forjada en la resistencia incluso en la derrota, claro que me gustó que en 2018 ganara mi gallo, pero eso no significa que ante la llegada de impresentables dejemos de resistir porque eso es lo que la izquierda sabe hacer mejor.”

Cuatro libros y un joven encantado de la democracia

Más allá de una crónica detallada de la presentación me gustaría compartirles algo que me sucedió ahí. Cuando después de una hora decidí formarme al final de la larguísima fila que atravesaba el amplio salón de la Ibero, se me adelantó un joven con cuatro libros para ser autografiados. Cuatro libros parecían una prueba a mi paciencia. El calor era agobiante, la hora de comer ya había pasado, y no era fácil acceder a algo de tomar. Pero nadie se rajaba. Alejandro Páez tuvo el bello detalle de levantarse, recorrer la fila hasta el final y animarnos.

Tomándose Los Periodistas el tiempo necesario para firmar, intercambiar chanzas, mirar a los ojos, tomarse cada foto como si fuera la primera, la fila avanzaba con lentitud. Con algo de ironía, pero más buen humor le dije al penúltimo de la fila: ¡Caramba, cuatro libros! Afable y cortés me respondió: “como cuando vas al súper y vas a pagar una cosa y delante de ti alguien va a pagar toda su despensa. Son de mi familia y me los dejaron”.

Sin duda uno siente simpatía por una familia así sin más referencias.

En efecto, esperar la firma del libro era un tour de force y se entiende que gente mayor ante el calor, la sed y el hambre hubieran tomado la sabia decisión de encargar esta tarea al joven de la familia. Antes de darnos cuenta el joven con cuatro libros bajo el brazo y quien esto escribe ya estábamos conversando animadamente respecto a las palabras que habíamos escuchado poco antes de Alejando y Álvaro.

Coincidimos que hasta antes del 2018 lo que hacíamos ahora era imposible: que periodistas independientes, lejanos al prestigio de cualquier armatoste editorial, suscitaran colas para saludarles y recibir su autógrafo, y que tantos jóvenes acudieran. Coincidimos que se debía a la muerte de un régimen profundamente represor que él, con 24 años no conoció pero que dimensiona perfectamente bien al punto de dudar del concepto “la dictadura perfecta” y por supuesto que el concepto de este lamentable escritor llamado Vargas Llosa es erróneo de cabo a rabo: coincidimos que el PRI fue una horrible catástrofe represora, sangrienta y vil. “A mí no me tocó vivirlo”, “a mí tampoco” contesté dudando un poco... pero coincidimos en que aún causa horror el cadáver del dinosaurio frente a nosotros. Causa gran preocupación que Morena nos quiera convencer que algunos huevos de la bestia podrán ser amaestrados en la virtud y el honor una vez que renazcan en el seno de la 4T. El problema fue muy bien planteado por Los Periodistas momentos antes: “la enorme fuerza de la marejada que en 2018 llevó a AMLO al poder, trajo consigo también mucha basura”. Parafraseando a Los Periodistas “pensar pactar con impresentables solo por coyuntura es un error, estos personajes llegan para quedarse hasta que no dejan nada y después brincan a donde hay”.

Para mi sorpresa mi joven interlocutor, filósofo ahora lo sabía, no dejó de señalar que, en gran medida, tanto la derecha como los impresentables en Morena son producto de la otra cara de la moneda. Si una cara de la moneda son los grandes logros de este sexenio, la otra cara, tristemente ha sido la incapacidad de muchos militantes de Morena para resistir «el discreto encanto de la burguesía», militantes como en el caso de Puebla que al llegar al poder se dejaron seducir por el encanto de la derecha.

Los ciudadanos nos dimos cuenta que los nuevos reyezuelos y reyezuelas iban desnudos. El PAN reconquistó la capital poblana por la deleznable actuación de Morena en el ayuntamiento, actuación que no se cansan de justificar con los ataques de Barbosa. ¿No radica la estatura de AMLO en transmutar los ataques en logros? No estuvieron a la altura. Lo primero que hicieron muchos y muchas fue cambiarse de casa, abandonar la zona popular y mudarse a clusters de súper lujo, infiltrar a sus familiares en la estructura del Estado, en una palabra, convertirse en copia fiel de lo que se está combatiendo. El repunte de la derecha y la penosa recepción de mercenarios en Morena tiene que ver con el voto de castigo que la gente es capaz de ejercer cuando algo más deleznable que la derecha o los ladrones de siempre llega al poder y ese algo aún más deleznable es el o la militante de izquierda que utiliza la confianza de la gente para sus intereses personales.

Mi joven interlocutor ha seguido muy de cerca el caso Miley en Argentina: la gente votó por él porque estaba harta de la corrupción de la supuesta izquierda.

En resumen

Como resonó en el gimnasio de la Ibero Puebla en voz de Alejandro: “la izquierda resiste”. Y nos encontramos hoy en la paradoja de resistir desde la izquierda el pragmatismo que mañana se convertirá en corrupción. ¿Y el Plan C?, ¿y la reforma al Poder Judicial? Creo que, para nosotros, los de a pie, viene una resistencia de largo aliento. Tan largo que, ya empieza a parecer eterno, y esto nos hace vislumbrar el plan D, E, F... Probablemente debamos recorrer todo el abecedario, y esto nos emplaza a ejercicios de creatividad política y militante. De esta imaginación Álvaro y Alejandro han dado cátedra. Quizá por eso lo que esta presentación de su libro dejó en mi corazón es que la izquierda, la verdadera, resiste.

 

 

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Julio Broca

Artista gráfico y sociólogo, investiga fenómenos culturales de disrupción y rebelión. Diseñador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”-BUAP.