La reconciliación, más allá de un slogan

  • Guillermo Aréchiga Santamaría
Dicha elección también generó altísimos niveles de polarización política y social

El 1 de julio del 2018 se vivió una jornada electoral histórica, con una participación   ciudadana del 63.4% del padrón y en la que el ahora presidente de la República obtuvo más de la mitad de los votos, una jornada electoral en la que se demostró que el pueblo organizado puede cambiar el rumbo de un país.

Sin embargo, para el caso de Puebla, dicha elección también generó altísimos niveles de polarización política y social entre los ciudadanos, generando enconos no solamente entre los partidos o la clase política, dado que también dividió familias, comunidades y en general, a toda la opinión pública. Después de una controvertida y golpeada campaña para elegir al titular del Gobierno Estatal, se vivió una jornada electoral caracterizada por la violencia, en la que 70 casillas fueron robadas o destruidas.  Al final, la elección terminó siendo definida de forma controversial en tribunales y cuestionada por la sociedad en general.

Ese proceso electoral y sus consecuencias generan la urgencia de fomentar la reconciliación. La tarea más urgente es la de reconciliar políticamente al Estado, el proceso electoral que recién comenzó debe desarrollarse pacíficamente, caracterizarse por la discusión de propuestas para mejorar la calidad de vida de los poblanos, y provocar una amplia participación ciudadana.

Sin embargo, la reconciliación no debe quedar ahí. La reconciliación tiene que ver, principalmente, con la justicia que están reclamando las víctimas de la inseguridad y sus familias en un estado con un muy alto grado de impunidad, de acuerdo con el Índice Global de Impunidad México 2018.

Significa también la creación de condiciones mínimas de bienestar para todas las personas y la erradicación de las desigualdades; mientras los fraccionamientos de lujo van ganando más espacios cerrados en la ciudad, aún existen colonias que no cuentan con los servicios más básicos: agua potable, electricidad, drenaje, pavimento y alumbrado público.

La reconciliación también es igualdad de oportunidades; servicios de salud de calidad, educación pública de excelencia y generación de oportunidades de trabajo digno en un estado en el que, de acuerdo a CONEVAL, el 80.9% de la población tiene al menos una carencia social.

La posibilidad de reconciliarnos sólo la encontraremos en un proyecto de desarrollo incluyente del que todos los poblanos formemos parte y en el que cada uno encuentre un espacio para consolidar su proyecto de vida, su desarrollo y su felicidad.

Esto significa la reconciliación: paz y bienestar para todas las personas.

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Guillermo Aréchiga Santamaría

Licenciado y Maestro en Derecho Penal Universidad Cuauhtémoc. ExJefe Estado Mayor Policía Fiscal Federal Director del Instituto de Profesionalización PGJ de Puebla y ExSecretario de Seguridad Publica y Transito Municipal Puebla