Por Moy, por Mara por todos los que nos faltan… o por ustedes

  • María de la Fe Torres Parada
Las autoridades tienen que responder. Más que exigencia, petición, ruego. Piensen en ustedes.

Hace un año 7 meses leía en Facebook algo que no terminaba de comprender, se trataba de una publicación en la que la esposa de mi amigo Moy,  decía que él llevaba horas desaparecido y pedía ayuda para localizarlo, esas horas se convirtieron en días, semanas, meses y ya más de un año, más de un año de preguntas sin respuestas, de tristeza, de coraje, impotencia, de desesperación, de frustración, de entrevistas, marchas, volantes, pegas de carteles, colocación de lonas y de ninguna respuesta. 

 

Moy es esposo, hijo, hermano, padre de familia, compañero. Él se encontraba trabajando como chofer de UBER y un día desapareció, y  si bien las autoridades de Jalisco, donde todo sucedió, no han cerrado el caso de forma oficial, para fines prácticos en los hechos ya lo hicieron, en su momento no hubo un peritaje ni un inventario del auto y las cosas localizadas tras su desaparición, no se hizo un rastreo de líneas telefónicas y los agentes encargados del caso han ido cambiando a lo largo del tiempo por lo que el seguimiento de la investigación no ha sido puntual como lo amerita un caso de esta naturaleza.

 

El viernes me doy cuenta de que ahora fue Mara quien desapareció, esa alumna a la que veía con cierta frecuencia en diversos espacios de la universidad, esa joven que es querida por sus amigos y reconocida por ser una buena estudiante y de nuevo una familia desesperada, unos compañeros que no paran de buscar ayuda, de reclamar justicia y una sociedad cada día con más miedo e impotencia ante tanta impunidad.

 

Me es difícil describir lo que estos casos y los de tantos miles de mexicanos que han desaparecido me hacen sentir. No importa si son hombres o mujeres, si son jóvenes o viejos, si son ricos o pobres, si son empresarios, obreros o estudiantes, lo que importa es que son personas, que son valiosas y que cada uno en su entorno tiene un papel especial.

 

Hoy quiero pedir el apoyo de las autoridades pero como creo que pedir ya no es suficiente y exigir no siempre funciona, hoy se lo voy a rogar. De verdad, se lo ruego por lo que más quieran, hagan todo lo que esté a su alcance no sólo para recuperar a Mara y a Moy,  sino también a tantos miles que hoy nos hacen falta.

 

Les ruego a nuestras autoridades que se pongan en lugar de las víctimas, de sus familias, de sus amigos, de todos a los que hoy nos duele una ausencia pero que al mismo tiempo la fe nos mantiene en pie. 

 

Y si ustedes, nuestras autoridades, nuestros gobernantes y funcionarios públicos, no lo hacen por el valor del ser humano, por empatía con los que sufren, por las víctimas y por miles de personas que hoy padecen a causa de tanta inseguridad, entonces háganlo por ustedes, por su propia conveniencia, si los miles de mexicanos que hoy se sienten abandonados por sus gobiernos ya no les importan lo suficiente para merecer su apoyo, entonces háganlo para satisfacer ustedes sus intereses personales, por no auto dinamitar sus pretensiones políticas al tratar de obtener el triunfo en las próximas contiendas electorales; si el dolor de tantos ya no es razón suficiente para que se esfuercen por cambiar la situación, háganlo entonces por negocio, dense cuenta de que cuando suceden este tipo de cosas el turismo se ahuyenta y ustedes pierden clientes en los restaurantes y hoteles de los que son socios y propietarios.

 

Si la angustia, la desesperación, la impotencia y la tristeza de quienes han sido víctimas de la delincuencia ya no es motivo de un esfuerzo por parte de ustedes  para poner un alto a esta situación, entonces hagan ese esfuerzo de frenar tanto  caos aunque sea por cuidar su prestigio personal, aunque sea por el “qué dirán”. ¡Reaccionen! Dense cuenta de que a una ciudad no se le puede llamar “Capital Universitaria” cuando los estudiantes son víctimas de delitos tan “del diario” como lo son los asaltos a los alrededores de sus escuelas o  de cosas tan graves como el secuestro, o la desaparición forzada.

 

Si no quieren hacerlo por nosotros, háganlo por ustedes, pero les ruego por lo que más quieran que lo hagan pronto, es frustrante que un amigo te llame y al fondo escuches la balacera que hay afuera de su casa, es doloroso que una amiga te diga llorando que “levantaron” a su papá, se siente impotencia cuando tus amigos te piden difundir la foto de alguien desaparecido y de quienes llevan días sin saber nada, es escalofriante cuando recuerdas a alguien llorando por no poder juntar la suma de dinero que le pedían para el pago de un rescate, es indignante cuando alguien te dice que robaron al interior de su casa y se llevaron el fruto de años de trabajo honesto, es lamentable cuando alguien se da cuenta de que su identidad fue robada, cuando alguien levanta el teléfono y lo que escucha es un intento de extorsión, cuando alguien sufre asaltos en su negocio o cuando alguien anhela con todo su ser poder irse del país porque aquí ya no tiene esperanzas de vivir en un México mejor.

 

Si en los hechos las cosas no cambian, entonces de nada sirve que digan que ofrecen un “porvenir”, que gobiernan una “ciudad de bien”, que nos “escuchan”, que “cuando la raza paga la raza manda”, que harán una “ciudad de progreso” que viene “fuertes y con todo” que repitan que “el cambio es posible”, que digan una y otra vez que son “La esperanza de México” o que “lo bueno casi no se cuenta pero cuenta mucho”

Dense cuenta de que los cargos que hoy ostentan no son eternos y de que el día de mañana ustedes y las personas que quieren pueden convertirse de lo que ustedes están permitiendo el día de hoy.

Les ruego su apoyo para encontrar a Moy, a Mara, y a tantos miles de los que hoy nada se sabe, les ruego su ayuda para reducir el número de crímenes que aumenta día con día, se lo ruego por las víctimas de asaltos, secuestros robos, extorsiones, violaciones, y el sinnúmero de delitos que se llevan a cabo día a día, y que hoy viven sin la esperanza de un país con estado de derecho en el que se pueda una mejor calidad de vida.

Hagan algo real, algo serio, insisto, si no por generosidad, por voluntad, por responsabilidad o por profesionalismo, háganlo aunque sea por las consecuencias negativas que sus mismas omisiones les puedan acarrear o por el puro miedo de pagar las consecuencias de sus actos, pero háganlo, y si no es mucho pedir, háganlo pronto porque este país ya no soporta mucho más y, lo repito nuevamente, de verdad, se lo ruego.

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María de la Fe Torres Parada

Docente universitaria egresada de la licenciatura en Ciencias y técnicas de la comunicación por la UNIVA y maestra en Gestión del talento humano por la  Universidad Panamericana, docente diversas materias en el área de comunicación, con experiencia en periodismo y comunicación organizacional y gubernamental. Crítica, directa, aficionada a la fotografía, fiel creyente de que se puede hacer de México un mejor país y del mundo un mejor lugar para vivir