Fuego que no quema

  • Abel Pérez Rojas
Solo ellos saben que un fuego recorre su cuerpo, como bien lo describen los antiguos sabios

I
Afuera todo transcurre con normalidad.
Vehículos indebidamente estacionados en doble fila a las afueras de las escuelas del barrio.
Un repartidor de pizzas sortea el intenso tráfico montado en una motocicleta negra del año 2009, mientras el sacerdote de la iglesia confirma que solo Chonita acudió al servicio religioso.

Personas de aquí para allá, de allá para todas partes.
Así es como se ve el día con día desde la esquina de Donceles y Corregidora.
En síntesis, la vida no se detiene, pese a que en la planta alta de la miscelánea Lupita una especie de paréntesis espacio-tiempo fue abierto.

II
Una melodía apenas imperceptible, combinación de mantras tibetanos con new age, invade el ambiente.
El aroma a palo santo de una astilla preparada invade todo el departamento.
¡Auuuuuuuummmmmm! ¡Auuuuuuuuuuuuummmm!
¡Auuuuuuuuuuuuummmm!

Sobre un tapete de meditación él yace en el suelo, solo un cómodo pantaloncillo corto cubre la esbelta figura del sujeto perdido en una profunda meditación.

III
Un par de gatos de ojos miel miran despreocupados al infinito; acurrucados cómodamente en su lecho esperan sin esperar nada.
Música atlante, según el título de Youtube, armoniza la ventilada habitación.
Ella, de abundante cabellera y torneada figura, está acostada sobre el cómodo sofá que utiliza para meditar.
Se le ve serena, relajada, en paz.

IV
Los dos hacen clic en alguna frecuencia o dimensión diferente a la prisa de allá afuera.

en la cima de la fantasía
está el encuentro
conexión y fusión
paréntesis a la prisa

el tiempo es nada
si la inspiración es todo
aliento pizca de vida
espasmo y pulsación

la vereda guía
congestión de la savia
electricidad orgánica
en la íntima alba

el paraíso existe
con la mirada nublada
corazones acelerados
entre mares de calma
y playas satinadas

cruza el agua hirviente
fuego que no calcina
llama que transforma
ayer hoy mañana
Agua hirviente. APR, julio, 2024

V
Solo ellos saben que un fuego recorre su cuerpo.
Como bien lo describen los antiguos sabios, una especie de serpiente eléctrica sube y baja por la columna de ambos provocando que todo se ilumine.
¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh! ¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh!
¡Shhhhhhaaaaaaaahhhhhh!

VI
¿Por qué no quema el fuego ardiente
en noche de solsticio?
¿Será acaso, por el velo protector
del aparente estacionamiento del sol?
¿Será que la mística antigua nos cubre
y el fuego no es fuego sino Kundalini activo?
¿Será que Eros está aquí y ha tocado nuestra puerta?
¿Será por eso el sube y baja del óleo íntimo?
¿Por qué no quema el fuego ardiente
si las llamas están a tope en el cofre sacro?
¿Será que el fuego no es fuego
sino efluvios del vientre y también del corazón?
Ese fuego no es cualquiera,
es conexión arcana que nos rebasa,
que provoca cambiar lo que supusimos,
lo que programamos
y ahora en medio de la nada
damos rienda suelta al brío sublimado,
a la pasión exquisita
que nos inscribe en el tiempo,
en la huella cósmica del yin y yang fusionado.
¿Por qué no quema el fuego ardiente
si ya todo se incendió a nuestro alrededor?
Incendio. APR, enero, 2020

VII
Afuera la vida sigue su curso con normalidad
Ellos en la otredad han encontrado la unidad.
No son los mismos.

abelpr5@hotmail.com
Sabersinfin.com 
#abelperezrojaspo

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Abel Pérez Rojas

Poeta, comunicador y gestor de espacios de educación. Estudió Derecho (BUAP), Maestría en Formación Permanente y Doctorado en Educación. Ha impartido conferencias y cursos de posgrado en instituciones públicas y privadas. Su obra poética consta de cinco poemarios. Es fundador de Sabersinfin.com.