Dignidad de la persona, reto de nuestra generación
- Horacio Cano Vargas
En fechas recientes, tuve la oportunidad de compartir algunas ideas con jóvenes de Acción Nacional. Me parece importante compartirlas en este espacio pues es un concepto que hemos escuchado en varias ocasiones (nuestra constitución lo menciona especialmente en su artículo primero), pero que poco hemos reflexionado. La dignidad de la persona es la base de valores tan importantes en nuestra sociedad como lo son la democracia o la igualdad y pieza fundamental en modelos socio-económicos como lo es el liberalismo.
Pero ¿Qué es dignidad? A diferencia de las palabras que son unívocas, donde la misma palabra sólo puede significar una sola realidad o equivocas donde la misma palabra puede tener diferentes significados, la palabra “dignidad” es análoga, es decir puede expresar dos o más realidades, pero éstas tienen un significado en común al que todas se refieren. La palabra en cuestión viene del latín dignus, digna, dignum; que se refiere a valor del ser o de la cosa. Puedo concluir que dignidad es la cualidad del ente que cuenta con las características esenciales para ser lo que es.
Cuando se trata de dignidad de la persona, tendremos que poner en la mesa ¿qué es persona? Manlio Boecio la definió como sustancia individual de naturaleza racional. Bajo esta definición la persona humana es todo ente que cuenta con las dos potencias del alma racional: inteligencia y voluntad (y con ellas libertad). Es decir cualquier ente que tenga estas características, contará con dignidad de persona. Todas las personas sin importar sus características no esenciales, tienen el mismo valor por lo tanto los mismos derechos.
Estas potencias (inteligencia y voluntad) son lo que hace diferente a la persona de los demás seres vivos conocidos, pues independientemente de su desarrollo o perfección ninguno puede tener dominio sobre sí mismo o ejercerlo sobre otro. Es por eso que el ser humano tiene supremacía sobre los demás seres vivos, ya que decide donde vivir, tiene la capacidad de adaptar su entorno para poder habitarlo, etc. Tener esta jerarquía lo hace responsable de cuidar el entorno que le rodea.
Parecería que la humanidad ha logrado que se respete el valor de la persona y ha librado algunas luchas para eliminar estos absurdos como pudieron ser: La esclavitud, donde una persona perdía su valor por el simple hecho de haber sido vencido en una guerra. Los vencedores valían (tenían mayor dignidad) más que los vencidos. Los “débiles” eran esclavos de los “fuertes”. El racismo, que afirmaba que hay razas ontológicamente mejores, pues alguna raza tiene ciertos rasgos físicos, dándoles superioridad ante los otros.
Suponiendo sin conceder que los atentados contra la dignidad de la persona antes mencionados, ya fueron librados aún quedan varios frentes abiertos, como lo son: El aborto, donde se afirma que el nacido vale más que el no nacido y tiene el derecho de disponer de la vida del primero. La trata de personas, donde se afirma que el hombre vale más que la mujer y que puede disponer sexualmente de ella con fines económicas.
En los cuatro ejemplos que he mencionado se quita valor a la persona para disponer de ella. Todas usando un argumento falaz que pueda “ocultar” que todos los seres humanos valen lo mismo, ya sean ricos, pobres, nacionales, extranjeros, nacidos, no nacidos, viejos, jóvenes, etc. El reto de luchar por la dignidad de la persona debe estar en la agenda de nuestros gobiernos. Al menos de los que se consideran demócratas y liberales, ya que como mencioné anteriormente, es imposible concebir una democracia o un liberalismo sin que exista el concepto de igualdad, y ésta no tiene sustento sin la dignidad de la persona.
Opinion para Interiores:
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Licenciado en Derecho por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios de Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Se ha desempeñado en el campo profesional como abogado postulante, docente, funcionario público en el Municipio de Puebla y Director del Comité Pro-Construcción del Santuario Diocesano Guadalupano de la Arquidiócesis de Puebla.