El caos yemení

  • Román López Villicaña

Yemen es hoy otro ejemplo de estado fallido, gracias a sus procesos internos y a la intervención de fuerzas externas. Ayer Ban Ki-Mun, Secretario General de la ONU hizo un llamado, invitando a la comunidad internacional a no permitir que el país descienda hacia un caos mayor. Es realmente triste que esto pase, pero hoy estamos presenciando  una mayor anarquía en el planeta, considero, que hoy los analistas internacionales, deben extrañar la era de la Guerra Fría, en la cual el mundo era previsible. Si no era la URSS eran los EUA o ambos, pero, no se presenciaba la descomposición que reina hoy en muchos países del mundo.

Yemen es la llamada “Arabia Feliz” de los romanos, es la única parte de la Península Arábiga que recibe un poco de lluvias. Era el país de donde salió la legendaria reina de Saba para visitar al rey Salomón en Jerusalén, en la época en que se construía el primer templo. Es  un país montañoso por lo tanto difícil de comunicar. Yemen se ubica en el estratégico estrecho de Bab el-Mandeb (la puerta de las lágrimas), por donde pasa una parte importante del petróleo que consume Europa, así como buena parte del comercio entre el Asia Pacífico y Europa. Yemen es guardiana de una de esas costas, donde se ubica el legendario puerto de Moka, de donde por mucho tiempo salió el café, hacia los mercados internacionales, (antes de que se expandiera su cultivo en el mundo), pero que aún sigue dando el nombre a los pasteles de café que consumimos.

Yemen fue durante mucho tiempo tierra aislada del resto del mundo, llegar a Sana era para muchos hacer un viaje hacia la edad media, y subir a su altiplano era una tarea difícil. En la parte norte del país, tuvo su asiento un estado gobernado durante centurias por una dinastía de descendientes del profeta, que cae en 1967 con el último monarca, el Imán Yahya derrocado por un golpe de estado apoyado por el Egipto nasserista. En la parte sur, se instaló el colonialismo británico, quienes usaron a Adén como puerto para abastecer su flota mercante y mantener el control sobre sus posesiones coloniales en Asia; en 1967 le dan la independencia y se instala un gobierno “socialista” que simpatiza con la URSS y se convierte en su aliada. La caída de la URSS, permitió la reunificación del país en 1990. Cabe señalar, que nunca ningún gobierno, tanto en el norte como el sur, pudo controlar la totalidad de sus respectivos territorios.

Desde la unificación, el país no ha conocido la paz, y ha habido constantes enfrentamientos entre el gobierno central y la diversas tribus regionales. Con la unificación llegó al poder Alí Abdullah Saleh que se instala en el poder hasta 2012 y no sale, sino hasta que sufre un terrible atentado contra su vida, más fuertes presiones de la comunidad internacional, léase Estados Unidos.  Debe mencionarse, que la debilidad de dicho gobierno le permitió a una rama de al-Qaeda  instalarse en el país, desde donde ha llevado ataques en contra del gobierno y de intereses extranjeros. Al salir Saleh del poder, deja a Abd el-Rabuh Mansur Hadi, quien acaba de ser derrocado por la tribu norteña de los Houthis. Estos han tomado la capital y el gobierno central, pero se especula están apoyados por Irán. Este hecho, ha montado en cólera a los dirigentes sauditas que en respuesta ayudan a las tribus de Marib (centro del país) que es sabido que apoyan a al-Qaeda en el Península Arábiga. Este último hecho resulta curioso, pues se supone que el gobierno saudita odia a dicha organización, fundada por el célebre saudí Osama Bin Laden. Ante este panorama la situación se complica pues, el nuevo gobierno no controla Hadramaut (amplia región del sur), no controla la zona sur donde opera Al-Qaeda y ahora Marib. El actual gobierno controla solo de Sana hacia el norte y se supone que pronto podría unificar al país, devolviéndole la paz, pero los saudita no quieren transigir, ni vivir de vecinos de un gobierno que es pro-iraní y que además se dice chiíta, pues del norte era la dinastía del último Imán, descendiente de Hasan hijo de Fátima la hija del profeta. Se especula que el nuevo gobierno es una especie de semi- monarquía.  

Todo parece indicar que los intereses de Estados Unidos y Arabia Saudita están en colisión en el país, pues no hará feliz a los norteamericanos que sus aliados sauditas apoyen a una rama de al-Qaeda. De entrada, los Estados Unidos, no han cerrado totalmente su embajada, lo que si ya hicieron los europeos. Hay que estar atentos a los acontecimientos,  ¿permitirá el gobierno de los Estados Unidos un gobierno apoyado por al-Qaeda? ¿Permitirán otro apoyado por Irán? Por lo pronto, la moneda está en el aire, en tanto es el pueblo yemení quien paga las consecuencias de sus divisiones y la intervención extranjera. El poco petróleo que hay se está agotando, además de haber perdido su valor, lo que somete a fuertes presiones las endebles finanzas del país. Además del petróleo, se agota el agua, que sostiene la agricultura y ésta a la mayoría de sus casi 27 millones de habitantes.

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