“Entre gitanos no nos leemos las cartas”……y claro que es así, cuando en el gremio periodístico tenemos la fortuna de escuchar con un buen café de por medio, la narración de la vivencia de un colega –reportero- que me transmitió esa experiencia de haber estado en el desafortunado “operativo Chalchihuapan”.

Esta vez contaré sólo esa parte que me dejó ver lo que todos sabemos…..las terribles fallas en un operativo que no tuvo pies ni cabeza.

La narración del compañero periodista inicia diciéndome que cuando llegó al lugar, los policías descendían de los vehículos para tomar posiciones.

Como soldaditos para la guerra, los elementos de la flamante secretaría de seguridad pública de la entidad, bajaban como una policía en decadencia.

Algunos sin chalecos, otros más con cascos rotos, toletes averiados, escudos aboyados y avanzando sin la menor organización, como si la orden hubiese sido “al bulto” y “a partiles la madre” –como puedan-.

Así, sin la mínima estrategia, revelando que la capacitación ni siquiera la recuerdan, que los exámenes de confianza tampoco fueron su fuerte, los policías avanzaron con tal desorganización, que se vieron rodeados por los inconformes.

Las radios de intercomunicación empezaron a sonar a todo lo que da….los gases se empezaron a soltar…..la consigna ya no era negociar o esparcir la manifestación, sino salir de un círculo en el que por un momento un gran número de policías quedaron cercados por los pobladores.

Los hechos desafortunados todos los conocemos, pero hoy me centro en resaltar esto uno y otra vez, que evidencia una de las fallas más delicadas y con una carga irrefutable de responsabilidad a la hora de poner en práctica operativos y más aún, leyes como la denominada “Ley Bala”, que sólo exhibió irresponsabilidad de Facundo Rosas como titular de la Secretaría de Seguridad Pública quien con toda antelación, debió haber garantizado la seguridad de los manifestantes y de sus elementos policiales que de acuerdo al testimonio, corrían, aventaban artefactos sin dirección, lanzaban gas, no tenían la mínima idea de estar siguiendo una línea de acción en este operativo.

Los costos han sido muy altos…..irreparables; pero lo peor y más vergonzoso es que quienes estuvieron a resguardo de sus lujosas camionetas, mirando de lejos el enfrentamiento, hoy se comen su dignidad y siguen aferrados a sus puestos, a pesar de haber sido exhibidos por ineficientes y responsables de los lamentables acontecimientos en Chalchihuapan.

¿Será tan grande la dignidad como para volver a encabezar el próximo operativo en diferentes circunstancias, pero con las mismas fallas?.

Hasta cuándo vamos a tener que soportar la soberbia de quienes insisten en seguir aferrados al poder, aun cuando su ineptitud ha dejado costos muy caros para la sociedad poblana.

“Que la oscura figura de Genaro Luna los redima”…

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