Moreno Valle...solo él decidirá si alza la mano en 2018
- Alejandro Rodríguez
En un noveno piso de un edificio de Santa Fé, en el DF, está el despacho de Ana Cristina Covarrubias. En una esquina, después de pasar por entre infinidad de computadoras que le dan color y razón de ser a esa casa encuestadora, está la oficina de “la doctora”.
No hay que pasar grandes filtros para poder conocerla. En lo particular, fue una grata experiencia porque es mujer de trato amable y fino. Al lado de su puerta, cuelga el título universitario de la Iberoamericana, y entre los espacios de un enorme librero lucen fotos familiares y de ella sola en otros años. Hay también colgando portadas de revistas dedicadas a su persona. La experiencia de visitarla en Covarrubias y Asociados, ese gran monstruo que creó desde la época salinista y que obtuvo renombre en la elección federal del 2006 al trabajar directamente para Andrés Manuel López Obrador, resulta más grata tras cruzar las primeras palabras y hacerla excavar en la memoria. Decenas de anécdotas flotan en el aire al salir de su boca.
Con los minutos, ganada la confianza, “la doctora” narra cómo decidió empezar a evaluar gobernadores. Acepta que desde el año 2 mil esta encuesta es uno de sus mejores productos. Que decidió hacer la medición particular ante la llegada del PAN al poder y el fin de algunos contratos presidenciales. Desde ese año, cada tres meses la encuesta arroja resultados que son repartidos sólo a los gobernadores que pagan por tener acceso a ellos. En la actualidad, no pasan de 20 los mandatarios que quieren verse en ese espejo.
La encuesta está dividida en dos partes. La primera, la evaluación de los mandatarios de parte sus gobernados desde distintos rubros. La segunda, la que indica cómo el gobernador es visto desde otros estados. El grado de confianza, tras más de una hora de plática es tal, que Ana Cristina saca un gran folder tamaño oficio con las más reciente evaluaciones y así nos deja ver que en el primero de los apartados, los gobernadores mejor calificados por su gente son José Calzada de Querétaro; Roberto Sandoval de Nayarit; y Rafael Moreno Valle, de Puebla. Mientras que en el segundo apartado, el de los gobernadores más conocidos en el país, puede leerse en primer lugar a Miguel Ángel Mancera; en segundo a Eruviel Ávila, del Estado de México; y en tercero a Rafael Moreno Valle, de Puebla.
Pasado el dato, la doctora cierra la enorme carpeta con toda la metodología y pasa a otros temas. No dejará de hablar hasta dentro de dos cafés y una botella de agua. En Santa Fe, la noche llega y se deja ver entre anuncios neón tras los enormes vidrios de esa oficina que a finales de los 90 debió causar la envidia de muchos.
Sirva pues la anécdota para hacer un recuento pasada la elección panista. Si alguien “operó” a favor de Gustavo Madero, ese fue Moreno Valle. Si alguien apareció en las fotos y se le achacó el triunfo entre los blanquiazules, ese es el gobernador de Puebla. Si hoy fuera la elección de un aspirante panista, por encima de Madero (que no será el mismo hoy que en año y medio) y de Ricardo Anaya (que deberá pasar la difícil aduana de la gubernatura queretana), y al estar la economía como está, HOY no habría otro candidato por el PAN que no fuera el tercer mejor gobernador del país y el mandatario panista más conocido de México.
Es sólo que él lo sabe. Hoy no es el 2018, hay que pasar el 2015, el 2016, y ver cómo sigue la economía y cuales son no sólo los “gallos” tricolores, sino también los aspirantes perredistas. Sólo después de analizar esos temas, de darle un vistazo a los números y a los aspirantes, el habitante de la llamada “Casa Puebla” decidirá si es él quien buscará recuperar para el PAN la Presidencia, o mejor apoya a alguien más mientras le llegan nuevos y mejores aires. Pero todo, todo, estará en él.