La utopía de una recuperación económica

  • Javier García Ángeles

En medio de los vaivenes propios del mundo globalizado, la economía mexicana se mueve en claroscuros que alientan esporádicamente los visos de una recuperación tan momentánea como cambiante. El crecimiento sostenido en el trienio de 2009 a 2012 por encima de la media latinoamericana –del 4.3 por ciento- era un síntoma de alivio para la “enfermedad” que le aquejaba, una recesión de 2 años atrás.

Y es que la medicina para dicha recuperación se centró en el reacomodo que tuvo la industria automotriz a través del fortalecimiento de sus líneas de producción, en el ajuste que tuvo el tipo de cambio además de los cambios en la política de la segunda potencia económica mundial –China-  en apoyo al consumo interno reduciendo el superávit comercial, lo que abarató las importaciones.

Ese escenario, vinculado con la coyuntura de un nuevo gobierno el de Peña Nieto, se antoja alentador en medio de un cúmulo de reformas cuyo objetivo era detonar el crecimiento económico a través de las inversiones.

El resultado de esas reformas estructurales es conocido por todos, el carácter recaudatorio superó las expectativas aunado a una incipiente campaña de difusión de los beneficios de dichas reformas acabó por hundir las buenas intenciones de esa recuperación económica que dio sus destellos de avance en el 2009 pero que a casi 5 años de distancia se va apagando por las vicisitudes propias de la mismas actividad económica.

Y nos preguntaremos que habrá pasado en esos cinco años en que la economía mexicana empezó a vestirse de ilusión enfrascada en una realidad compleja donde el motor del 2009 –la industria automotriz- se debilitó ante la caída de las exportaciones. Sin olvidar que el movimiento económico estadounidense tuvo un efecto colateral en nuestras finanzas al caerse las remesas y, por ende, muchas familias mexicanas dejaron de percibir el dinero para sus gastos.

Los aumentos en la gasolina, en los combustibles, en los alimentos y otros bienes de impacto en los bolsillos de los mexicanos, enmarcaron esa recuperación en la utopía de los esfuerzos y de las estrategias de salvamento que difícilmente solucionarán el problema de fondo.

La pérdida del poder adquisitivo, los bajos salarios, el desempleo y la contracción del mercado interno sin duda serán esos pendientes que tendrán que subsanarse, si en verdad se quiere una recuperación de una economía que duerme y sueña en medio de un estancamiento entre el 3 y 4 % según previsiones del Banco de México, sin olvidar la aceptación de la realidad por parte del Gobierno de la República que aun cree.

De hecho el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas reporta que la economía mexicana creció un 1.1 por ciento en el 2013 sin que se llegue a alcanzar un  5 por ciento de aceleración el 2015, no hay señales de una recuperación sostenida o con grandes cambios.

Ese crecimiento –reconocido por el secretario de Hacienda Luis Videgaray como incipiente-  será el foco de atención para ir midiendo los alcances de aquellas actividades económicas que pudieran coadyuvar a una recuperación que anhelamos los mexicanos.

Datos del INEGI enfocados al Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE)  reportan que actividades como las agropecuarias, industriales, comerciales y de servicio son los indicadores de la tendencia o dirección que tendrá la economía mexicana  durante el 2014.

Sin duda, un escenario tan cambiante como complejo donde las buenas intenciones tendrán que abandonar el confort de la utopía para redireccionar las estrategias a aquellos sectores productivos que contribuyan al crecimiento pero al mismo tiempo sostengan el desarrollo a mediano y largo plazo.

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