Responsabilidad social sin morir en el intento

  • William Henry Steinwascher Sacio

Es difícil tratar de plantear a un empresario o emprendedor ser socialmente responsable cuando éste participa en un mercado altamente competitivo sin posibilidad de crecimiento y donde la eficiencia en costos es la única forma de sobrevivir. Si bien tenemos emprendimientos exitosos, líderes en sus mercados o carecen de competidores, que pueden realizar grandes esfuerzos de responsabilidad social corporativa, la mayoría de empresarios lucha por sobrevivir y ser socialmente responsable está aún fuera de sus prioridades.

Cuando hablamos de empresas socialmente responsables (ESR) normalmente pensamos que hay que ser grandes y exitosas como aquellas compañías que cotizan sus acciones en bolsas de valores o aparecen en los rankings de las revistas de negocios más prestigiosas. Los empresarios y emprendimientos de micro, pequeñas y medianas empresas posponen su responsabilidad social para cuando estén en condiciones de hacerlo o las limitan sólo a generar beneficio entre su comunidad cercana.

La responsabilidad social, según el Centro Mexicano para la Filantropia (CEMEFI) abarca cuatro líneas estratégicas o aspectos que deben cuidar y atender los empresarios y empresas en el desarrollo de su actividad productiva: ética y gobernabilidad empresarial, calidad de vida en la empresa, vinculación y compromiso con la comunidad y su desarrollo, y cuidado y preservación con el medio ambiente. Las empresas atienden estas líneas de acuerdo a sus capacidades y prioridades considerándolas normalmente como costos. En términos estrictos la responsabilidad social, como todo deber, significa compartir parte de las utilidades de la explotación empresarial, ya sea como forma de sacrificios en mayores costos, gastos, dividendos o contribuciones. Para una empresa, hablar de altruismo o aportaciones adicionales es un esfuerzo demandante e injusto, más cuando la distribución que realiza el gobierno del pago de impuestos entre la comunidad no es transparente y tiene altos costos burocráticos.

Sin embargo, a pesar de las dificultades que expresé en el párrafo anterior, estos últimos años he apreciado esfuerzos de alumnos y empresarios en las ciudades de León y San Luis Potosí por realizar actividades para niños en casas hogar como parte de su actitud ciudadana y responsabilidad social empresarial. El modelo en estos casos fue solicitar el apoyo de otras personas, empresas o entidades con la finalidad de realizar fiestas por el día del niño o posadas decembrinas. Los alumnos y empresarios se convirtieron en organizadores y facilitaron que la ayuda de una comunidad se canalice para un fin específico sin comprometer la situación económica o competitiva de los aportantes. Pero algo que he notado en estas actividades es que no es suficiente llevar comida, juguetes y ropa a los niños, necesitamos alegrarlos, y eso requiere menos dinero pero de más continuidad y voluntad humana.

Discutiendo con colegas y familiares sobre cómo poder contribuir de una manera más activa saltó en la discusión aquellas personas que se disfrazan de payasos, magos, brujas y personajes de televisión para llevar alegría a muchos niños que están en pabellones pediátricos en hospitales. Esta magia se puede llevar también a casas hogar y no sólo a través de personajes, sino también en forma de obras teatrales, shows, mimos o cuenta cuentos. Tratando de pensar en formas como las empresas pueden participar, imagine usted la posibilidad de convocar a sus empleados para realizar actividades con niños de los albergues y compartir el talento individual o grupal de sus empleados, organizar un partido de futbol o sólo organizar un momento de juegos infantiles. También podemos aprovechar la capacidad subutilizada de muchas compañías para brindar un momento de magia y alegría a nuestros niños. Contribuiría mucho que las empresas de juegos infantiles, proyección de películas, transporte, zoológicos, parques de diversión, entre otras puedan organizar fechas u horarios especiales para estos niños en coordinación con las entidades de gobierno. Ante la imposibilidad de trasladar a los niños a estas instalaciones, por alguna regulación, nada nos impide llevar parte de nuestra capacidad productiva con ellos. Vienen a la mente las empresas de juegos infantiles, librerías o de renta de películas que tienen productos en sus estantes llenándose de polvo cuando podrían llevar un televisor (del que seguramente disponen), un equipo reproductor, una película, disfraces y/o libros a estas casas sin que les represente mayor costo que el transporte. Si cualquier empresa quisiera realizar este esfuerzo independiente al giro al que pertenezca, le aseguro que entre transporte, renta, aguas y botanas no alcanzaría una cantidad significativa para ningún empresario. Sin embargo, sí requiere compromiso, disciplina, voluntad y coordinación de las personas, empleados y/o empresarios para que este esfuerzo sea permanente y no se quede sólo como flor de un día.

No pretendo que esta sea la forma en que los empresarios y personas apoyemos a los niños que viven en albergues temporales, sólo es una forma de ejemplificar cómo podemos apoyar a nuestra comunidad en un esfuerzo de responsabilidad social sin que esto represente un costo para personas y empresas. Y para no ser restrictivo, este esfuerzo lo podemos llevar a colegios en zonas rurales o urbanas de escasos recursos, a hospitales o hasta donde su imaginación y experiencia lo lleve. La felicidad no está vinculada al dinero, obviamente unos pesos más siempre hacen feliz, pero para llevar alegría a otros y a nuestras casas no necesitamos de dinero, sólo de ganas y creatividad.

Le deseo una feliz Navidad y espero haber sembrado en mis lectores el deseo y el compromiso de fin de año de compartir un día del 2014 con niños sin familia, en zonas rurales o con personas de grupos vulnerables.

William Steinwascher

william.henry@itesm.mx

@billsteinwa

Opinion para Interiores: 

Anteriores

William Henry Steinwascher Sacio

 

Consultor en empresas familiares, y profesor de asignaturas en diferentes universidades de México a nivel posgrado y pregrado. Doctor y Maestro en Ciencias Administrativas en el Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, Maestro en Banca y Finanzas en la Universidad de Lima (Perú) y Licenciado en Administración en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega (Perú). Sus áreas de consultoría e investigación se enfocan al desarrollo de estrategias empresariales y financieras, gobernabilidad corporativa y sucesión empresarial. Ha publicado artículos sobre sus áreas de interés académico en revistas arbitradas, y presentado artículos en congresos nacionales e internacionales. En su experiencia profesional ha desempeñado funciones de Desarrollo de Negocios, Planeación Estratégica, Inteligencia Comercial y Administración de Ventas en instituciones de educación superior  y en empresas de servicios medioambientales, construcción, telecomunicaciones  y autotransporte. En su experiencia académica ha impartido clases de estrategia, finanzas, emprendimiento y gestión a nivel licenciatura, maestría y doctorado desde el año 2009.