Las reformas políticas

  • René Sánchez Juárez

Las reglas del juego  han cambiado, por fin se ha dado la reforma política de la cual se esperaba mucho más, que estableciera modificaciones de fondo, pero se ha quedado corta y con modificaciones que no son trascendentes para la vida política mexicana.

Como ya lo habíamos comentado en entregas anteriores, la reforma establece la desaparición del Instituto Federal Electoral para dar paso al Instituto Nacional de Elecciones, el cual tendría más facultades y obligaciones, como la de organizar las elecciones federales y locales, a través de los institutos locales que actuaran como una especie de delegaciones del INE, sustituyendo a los institutos electorales locales, y con ello la evitar que los congresos locales y los gobernadores pudieran influir en la toma de decisiones.

Otro aspecto relevante de la reforma es el correspondiente al tema de la reelección de legisladores, Senadores por un periodo y Diputados por cuatro. Mucho se ha hablado, que si es benéfico por la profesionalización del legislador, que no habrá una curva de aprendizaje y  se privilegiará la carrera parlamentaria; que el ciudadano tendrá en su poder la decisión de premiar o castigar a su representante al votar o no por él. 

No sólo la reelección es para legisladores, también los presidentes municipales tendrán la oportunidad de poder convencer nuevamente a los electores sobre el trabajo realizado en los tres años que comúnmente gobiernan.

El poder ejecutivo podrá establecer un gobierno de coalición con partidos políticos, quienes pudieron o no haber estado apoyando en campañas al partido en el gobierno. Un tema de una democracia moderna, la cual es novedad en nuestro país, ya que lo que ha existido son  acuerdos  externos y coyunturales como el Pacto por México, pero que no que se encuentran establecidos en la constitución.

El margen de votación que deberá conseguir un partido político se incrementa del 2% al 3% lo que obliga a los partidos políticos pequeños a esforzarse por conseguir mayores frutos por sus pobres campañas políticas, las cuales se caracterizan por aliarse con alguno de los tres principales partidos políticos lo cual se convertirá en necesario si quieren alcanzar el umbral que establece la reforma.
Las causas de nulidad de una elección también son tema de esta reforma, en donde podría declararse nula una elección si es que se demuestra que se incurrieron en gastos mayores a lo permitido o que se demuestre la procedencia ilícita de los recursos.
Siguen pendientes temas fundamentales como la segunda vuelta electoral, la cual otorgaría  mayor legitimidad al gobernante en turno. Tendrán que esperar la consulta ciudadana, el referendum y la revocación de mandato que son herramientas de una democracia participativa a la cual sólo conocemos en textos, ya que la partidocracia en México sigue acaparando la representación política.
La intrascendencia de esta reforma política se evidenciará no sólo por su pobre contenido sino porque es la moneda de cambio de la oposición al PRI para dar paso a la más importante de las reformas estructurales que planteó el presidente Peña Nieto que es la reforma energética, la cual será aprobada por la mayoría legislativa pero que sin duda seria cuestionada por la mayoría social que son los mexicanos que no fueron consultados por el Congreso y que según sondeos de opinión se oponen de manera contundente a la privatización de la renta petrolera. Como siempre los únicos que ganan son los partidos y los que asumirán el costo de las reformas somos los mexicanos.
 

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René Sánchez Juárez

Politólogo y Maestro en Ciencias Políticas. Académico de la BUAP. Sindicalista y dirigente FROC-Puebla. CONLABOR. Ex Diputado Local y Federal