PAN en problemas
- Víctor Reynoso
La polémica sobre la reforma energética ha protegido al PAN de los problemas que vivió en su XVIII Asamblea, concluida el pasado sábado 10 de agosto. En el contexto de una problemática más amplia, derivada en parte de la derrota presidencial en 2012 y de la cual es parte importante el conflicto entre un grupo mayoritario de senadores y el presidente del partido Gustavo Madero, y que tendrá su momento más complicado, o su solución, en la renovación de la dirigencia nacional a fines de este año, la mencionada Asamblea presenta peculiaridades únicas, o casi, en la historia panista.
Es normal que en una reunión de varios miles de militantes se exprese la pasión política. Pero el 10 de agosto se fue más allá de eso. Los epítetos y sombrerazos mostraron un conflicto interno que trascenderá a esa reunión partidaria. Para los conocedores del PAN la XVII Asamblea recordará las XXV y XXVI Convenciones Ordinarias, realizadas en octubre de 1975 y enero de 1976, en las que el partido fue incapaz de designar a su candidato a la presidencia debido a conflictos internos.
El conflicto actual no se ve, por ahora, con las dimensiones de aquél. Pero sí tiene problemas más allá de las formas poco “políticas” que se dieron en la Asamblea. Las narraciones de la misma parecen coincidir en que no se dejó constancia clara de que los votos habían sido contados correctamente. No hubo un sistema de conteo claro y confiable: dejó en muchos la sospecha de que los votos no se habían contado. Lo que podría dar lugar a la anulación de la Asamblea si el litigio llega a los tribunales. Lo equipararía, de alguna manera, al PAN con su antítesis en cuestiones de vida partidaria: el PRD.
Si el proceso de reforma de estatutos panistas llegara a los tribunales, y éstos anularan la Asamblea del 10 de agosto, la imagen del PAN de un partido con una institucionalidad interna abierta, apegada a las normas escritas, y capaz de resolver sus conflictos internos, se vería dañada. Se hablará, como ya se ha hecho, de la “perredización” del PAN.
El cambio de mayor fondo en los estatutos panistas también ha hecho que algunos comparen al PAN con el PRD. Concretamente por la decisión de que sean todos los militantes los que elijan al presidente nacional del partido. Un propuesta que no se había hecho antes en el panismo, que no se hizo durante el proceso de consulta, razonablemente amplio y detallado, que establecieron los panistas para preparar la Asamblea del 16 de marzo. Al parecer este cambio fundamental, ajeno a la tradición panista (y del que el PRD y otros partidos de izquierda en América Latina se están alejando) fue un “madruguete”. Algo que nadie había propuesto y que casi nadie esperaba, pero que tuvo éxito por diversas razones. En parte por un descontento válido y razonable ante lo que puede ser visto como el mal desempeño reciente del partido. En parte simplemente porque es políticamente correcto para algunas visiones de la democracia interna a los partidos: entre más sean los que decidan, mejor.
El 10 de agosto no parece haber puesto punto final a la reforma de los estatutos panistas (que se proponía ir “más allá de lo inmediato” con “un horizonte que abarque la próxima generación”). Menos aún al conflicto interno al PAN, que no parece tener una causa clara y única, ni ser entre dos grupo bien delimitados (hay que aplaudir que no se haya recurrido ahora a los clichés “doctrinarios” contra “pragmáticos” o “tradicionales” contra “neopanistas”, que nada explican). Las miradas estarán en la próxima elección del presidente nacional del partido. Ahí la problemática panista podría resolverse, crecer, o simplemente prolongarse.
Profesor investigador de la UDLAP
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El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.