La Mota y el Derecho

  • Horacio Cano Vargas

“Las drogas destruyen tu memoria y tu propio respeto. No son buenas pero no pienso ahora ir ahora predicando contra de ellas.”

Kurt Cobain
 

Mucho se ha discutido acerca de la despenalización de la marihuana, la medicina se ha pronunciado en cuanto a los efectos de la sustancia en el cuerpo humano, si es adictiva, si tiene beneficios, si es menos nociva que el cigarro, etc. Algunos expertos en seguridad han dicho que es una solución para descapitalizar a los narcotraficantes, pues su principal fuente de recursos es la venta de la cannabis sativa. Los políticos de todos los partidos, han adoptado alguna postura, tomando en cuenta a distintas ciencias para pronunciarse al respecto. La Iglesia Católica también ha dado su opinión acerca de la propuesta de legalizar la marihuana. Pero y el derecho ¿Qué tiene que aportar al debate? ¿Qué efectos tendría legalización de la marihuana en el Derecho? Creo que el derecho, siendo un medio para la consecución del bien común tiene mucho que decir.

 

Uno de los aspectos en los que el derecho tiene que opinar es sobre la Retroactividad de la ley. El artículo 14 de nuestra Carta Magna señala lo siguiente A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna.” Para efectos prácticos significa que si la entrada en vigor de una ley perjudica a una persona por un hecho cometido en el pasado no se le darán efectos. Pero por el contrario, si la entrada en vigor de una ley beneficia a una persona precisamente por un hecho cometido en el pasado, la ley sí tendrá efecto. Aplicando el concepto en la el caso de la despenalización de la marihuana, que la ley sea retroactiva en beneficio de las personas, nos llevaría a que en caso de eliminar el tipo penal por el que es delito la comercialización de la marihuana, las personas que hoy cumplan cualquier pena podrán solicitar su libertad, aplicando el principio de retroactividad en beneficio de la persona.

Para ser claros, el efecto jurídico de despenalizar la conducta de quien produzca, transporte, trafique, comercie, suministre aun gratuitamente, prescriba, introduzca o extraiga del país marihuana, realice actos de publicidad o propaganda para el consumo de dicha sustancia, significa sacar de prisión a toda persona que se encuentre cumpliendo una pena por este delito. Al despenalizar las conductas mencionadas se infiere que la acción ya no es lesiva para la sociedad, entonces alguien que alguna vez cometió éste delito, tendría que salir inmediatamente de la cárcel. Lo anterior significaría tener pequeños, medianos o grandes de los hoy considerados narcotraficantes en la calle. El problema no es que se sigan dedicando al (en caso de que se despenalizara) “lícito negocio de la marihuana”, el problema es que la mayoría de las personas que eran líderes o formaban parte de un grupo delincuencial dedicado a las conductas antes descritas, lo hacían porque la ilegalidad les era conveniente, ya que tenían mayores ganancias al no pagar impuestos. Siempre la ilicitud encarece un producto, ya que cuesta más llevarlo hasta el consumidor final.

Despenalizar o regularizar una conducta, muchas veces es la salida fácil para los gobiernos ante un problema, mas no siempre es el camino correcto. Si como ya dijimos uno de los objetivos del derecho es la consecución del bien común, se debe de procurar que el uso de este lleve al mismo. La pregunta a contestar sería la siguiente, ¿la despenalización de la marihuana crearía las condiciones en la sociedad que permiten a las asociaciones y a cada uno de sus miembros alcanzar el desarrollo pleno de su propia perfección?

Twitter: @jhoraciocano

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Horacio Cano Vargas

Licenciado en Derecho por la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, cuenta con estudios de Maestría en Derecho Constitucional y Amparo por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Se ha desempeñado en el campo profesional como abogado postulante, docente, funcionario público en el Municipio de Puebla y Director del Comité Pro-Construcción del Santuario Diocesano Guadalupano de la Arquidiócesis de Puebla.