Como si nos encontraremos en la cúspide del imperio romano, el César entretiene al pueblo con espectáculos grotescos como distractores y pan para calmar los ánimos de los ciudadanos. Mientras que el emperador y senadores confabulaban para continuar con privilegios propios de la clase dirigente.
 
Podemos hacer una analogía de aquella etapa histórica con el sexenio pasado y que se extendió con algunos personajes hasta esta administración federal, sólo hay que ponerle nombres, Calderón el César y senadores como Enrique Cordero y Javier Lozano.
 
La agonía del sexenio calderonista se vio prolongada en algunos puestos estratégicos como la coordinación en el Senado de la República donde las luchas internas por el partido que quedó en tercer lugar en las preferencias nacionales se desataron.
 
Con la separación de Cordero de la coordinación se destapó una serie de supuestos malos manejos en el presupuesto de la bancada en el Senado, situación que ha llegado a afectar la ya de por sí mala imagen que tiene la ciudadanía de los partidos y de los políticos.
 
Y es que la publicación de gastos en productos superfluos y hasta una aprobación y asignación de 430 mil pesos a cada uno de los senadores panistas bajo la etiqueta de gastos legislativos, han hecho que varios senadores sean expuestos ante la ciudadanía ya  que algunos de ellos no fueron electos por voto directo como en el caso de Cordero, quien llegó bajo el principio de representación proporcional. A esto hay que sumarle la aparición del cuñado del ex-presidente Calderón en la nomina del senado.
 
Existen honrosas excepciones entre los senadores que han hecho pública su devolución, algunos justificaron su gasto en cuestiones legislativas y algunos otros han hecho mutis y continúan haciendo campañas en sus estados, donde han tomado papeles protagónicos, como el es caso del senador poblano Javier Lozano.
 
La crisis en que se ha sumido Acción Nacional es sin precedente, si bien antes de llegar a la presidencia en el 2000, las derrotas no los dividían, su ideología se fortalecía y su democracia interna era de las más modernas. Hoy poco queda de aquel partido democrático, sus dirigentes priorizan triunfos electorales a costa de su ideología y unidad. Hoy se alían con quien les reditué electoralmente algunos votos, lo mismo negociaron con la maestra Elba Esther o con partidos de izquierda totalmente antagónicos y contrarios al discurso neoliberal que los ha caracterizado últimamente.
 
Ese reducto de neopanistas se enfrascan en discusiones estériles en sus estados tratando de justificar los malos manejos del partido con nula autoridad política, ya que desperdiciaron dos sexenios y hoy nos dicen que saben cómo hacerlo, pero estando en el poder no pusieron en práctica políticas públicas aptas para la sociedad mexicana ni generaron un verdadero desarrollo económico, reflejado en la calidad de vida de los ciudadanos y convirtieron al país en uno de los más violentos a nivel mudial.
 
Esta clase dorada de la administración calderonista engrosó su padrón, se observaba un partido sólido; sin embargo, al perder la presidencia comenzó el éxodo y han dejado nuevamente solos a algunos panistas como el Jefe Diego quien quiere retomar esa figura de líder moral.
 
La confrontación entre estos dos grupos panistas lo han trasladado a las elecciones locales, donde se percibió el distanciamiento de Gustavo Madero al no acudir al cierre de campaña de la coalición donde participa su partido.
 
¿Quién prevalecerá en la pugna por el control del partido? el panismo del "bien común" o los neopanistas que ven en las elecciones solamente la posibilidad de mantener sus privilegios como Javier Lozano quien aspira a dirigir el partido a nivel nacional o a ser el próximo candidato del PAN a gobernador en Puebla ¿Qué pensarán los verdaderos panistas de estos cirqueros de la política ?