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Crónica: Juan Gabriel en el Acrópolis de Puebla

  • Miguel Ángel Maldonado
Juanga remataba con la canción que compuso a nuestro estado, a Puebla, Puebla ya es diferente
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Yo sabía de la vida, pero no de Juan Gabriel. El viernes doce de agosto se presentó Juan Gabriel en el auditorio Acrópolis de Puebla, con su presentación se inauguró dicho recinto, el cual se encuentra junto a los estadios Cuauhtémoc y Hermanos Serdán, con su nombre: Acrópolis, traicionero a su etimología y al idioma del barrio, se instaura el complejo arquitectónico más cosmopolita del planeta, donde la Grecia antigua, el México prehispánico y el revolucionario de los Serdán dialogan con una audiencia cemitera, por si faltaba más folklor.

Aunque no lo sé de cierto, sospecho que los dos mil cajones de estacionamiento no fueron suficientes; no lo sé de cierto porque antes de corroborarlo, le pedí a una señora, que jocosamente barría su cochera, me diera permiso de estacionarme en ella, a cambio de cincuenta pesos. Esta audacia hizo que fuera de la mano, caminando con mi amor, mientras me preguntaba cuándo había aprendido esas astucias, yo le respondí que fui pobre, de barrio bravo, y que eso me enseñó mamá, eso y muchas cosas más.

La vida es exactamente igual que la gayola pero en sentido inverso, cuando crees que las cosas no pueden estar peor, desciendes un peldaño más en la desgracia, cuando crees que no puede haber un piso más alto en la gayola, te dicen que subas por las escaleras de herrería, luego por la escalera marina y al final te toca subir por las escaleras colgantes de salvamento; así me la hicieron, mi boleto decía “general” con la “particularidad” de que era una escalera en caracol y herrería la que me llevaría a mi palomar, aunque por la falta de oxígeno a esa altura, no creo que ninguna gallinácea sobreviva, estaba más bien, en el mismísimo nido del águila. Yo me sentía el águila de Zeus en la Acrópolis.

En gayola ni te cases ni te embarques ni se te ocurra pararte a bailar, que un paso en falso te desbarrancaría y, consuelo de fracturados, desbarrancarías contigo a los cientos de espectadores que a tu paso (paso de Juanga) arrasarías. Así que a bailar con los ojos, a mover los bracitos y a no ver hacia abajo porque l´appel du vide, como dicen los galos, puede hacer que te avientes a los brazos de Juanga. Seguramente caerías en los brazos de los palcos de abajo, donde las chicas parecen divertirse, o al menos se pueden parar a bailar mientras los de gayola miran a los felices en su felicidad sin mirarlos mucho porque pueden perder el equilibrio y caer.

La única vez que los valientes de gayola se pararon a bailar fue con la última canción, El Noa Noa, entonces sí me levanté, hice alarde de mis dotes danzoneros para bailar en un cuadrito, y al unísono decíamos este es un lugar de ambiente donde todo es diferente, y Juanga remataba con la canción que compuso a nuestro estado, a Puebla, Puebla ya es diferente, quieres bailar esta noche, vamos al Noa Noa, Noa Noa, No a gayola vamos a bailar.

El concierto terminó a la una de la mañana, juanga nos juntó a todos, pero al salir vuelve el rico a su riqueza vuelve el pobre a su pobreza, yo iba de la mano con mi amor, y antes que me preguntara que hasta cuándo, le dije que ojalá hicieran otro estadio allí, no hay cuarto malo, y que en honor a la Puebla diferente, lo llamaran El Nao Nao, por lo de la Nao de China que pasaba por aquí, y porque este sigue siendo un lugar donde hay mucha gente diferente, las diferencias siguen siendo abismales. Vamos al Nao Nao, Nao Nao, no a gayola vamos a bailar…

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