Segundo piso de la 4T: el diseño y la tutela de AMLO

  • Pablo Ruiz Meza
La única diferencia entre López Obrador y Claudia Sheinbaum, son sus personalidades diferentes

Al concluir los seis años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el principal legado es el giro de 180 grados para retornar al país de la década de los ochenta, con un partido dominante.

Se trata del retorno al nacionalismo populista con el dominio presidencial de los poderes Legislativo y Judicial.

Con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y Senadores, en la práctica el proyecto de la Cuarta Transformación instala un nuevo constituyente, que empezará por el sometimiento del Poder Judicial.

En el segundo piso de la 4T, con un partido dominante en el escenario político, con una oposición incapaz de asumir su papel, el nuevo régimen girará en torno al modelo mexicano del presidencialismo con el que gobernará Claudia Sheinbaum Pardo.

López Obrador es el artífice del nuevo régimen de la 4T que retomó el modelo nacionalista del otrora PRI-Gobierno dominante.

En México, hablábamos de antes de los setenta, del hiperpresidencialismo, es decir, era un régimen presidencialista con amplios poderes para el presidente, pero propiamente establecido en la Constitución, y esto no ha cambiado, considera el politólogo de la BUAP, Humberto Moreno.

La necesidad de AMLO de tener una Presidencia de la República con mayoría calificada en las cámaras baja y alta, habla de que efectivamente en este momento estamos viviendo un México en los años ochenta.

Se trata de una visión lopezobardorista favorable al populismo muy expandida y que tiene que ver con la forma de inclusión de lo popular en la política.

Pero el populismo, históricamente, tiene problemas por su perversión en las formas clientelares y corporativas, como se reflejó en las elecciones presidenciales, legislativas y locales del 2 de junio, por las formas de control del sexenio de lopezobradoristas.

Este es el problema del populismo, tiene pros y contras; puede generar controles políticos autoritarios, pero en el contexto de políticas inclusivas.

Es la inclusión de mayorías, como un efecto de la exclusión que generaron los modelos neoliberales, de tal manera que existen populistas de izquierda como AMLO y Morena, y de derecha como Javier Milei, en Argentina o del republicado Donald Trump, reflexionó el investigador en Ciencias Políticas.

Claudia Sheinbaum, a pie puntillas

La única diferencia de López Obrador con la virtual presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, son las personalidades diferentes, ella, alejada de la presencia carismática e imagen popular de AMLO, pero además de los discursos polarizantes.

Para los expertos en política solo habrá un cambio en las formas de hacer política, debido al perfil académico de Sheinbaum, con un discurso más ideológico.

López Obrador deja cimentadas las bases con el segundo piso de la 4T, y un agregado importante para el régimen y el partido dominante es el relevo generacional.

El político tabasqueño diseño el acceso al poder presidencial a Sheinbaum, una de las figuras universitarias de la huelga en el UNAM, así como a Luis María Alcalde y su vástago “Andy” López Beltrán en el control del partido gobernante, como sus correas de transmisión.

AMLO le deja sembrado a la entrante presidenta de la república los 23 gobernadores y los congresos locales, los parlamentarios federales y a las fuerzas armadas con atribuciones impensables para los generales de la posrevolución.

Se “aclimatará” AMLO para “jubilarse”

Aunque lo más sano para el régimen de la Cuarta Transformación sería tener un expresidente con López Obrador como referente ideológico y hasta moral para el gobierno de Sheinbaum, de tal manera que dificulte la incidencia práctica de Obrador, la realidad será otra.

Aunque en México no hay reelección presidencial, en la práctica y de facto, en la historia política de México, a diferencia del Maximato inaugurado por el expresidente Elías Calles, con López Obrador decidió el plan transexenal.

A través del llamado “Plan C”, AMLO culminó su proyecto político teniendo el control de la sucesión presidencial, designar a la candidata y hacerla ganar, controlar las cámaras legislativas, apropiarse del Poder Judicial, designar a los “jefes políticos” en los estados y hasta heredarle a Sheinbaum el formato de las conferencias de prensa “mañaneras”.

La herencia maldita

En contraste al control del poder económico y político en el segundo piso de la 4T, la entrante presidenta encontrará un campo minado en materia de seguridad pública, principalmente por las ventajas de una delincuencia organizada encumbrada en el mismo ejercicio del poder.

Atada de manos en la seguridad pública militarizada a cargo de las Fuerzas Armadas, la Comandante Suprema tendrá que lidiar con la narcopolítica expandida por todos los rincones del país, y las consecuencias por los escándalos atizados por la justicia estadounidense.

En el campo minado hallará en el segundo piso de la 4T las condiciones de la renegociación del acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá; el rezago social por el incremento de la extrema pobreza; el debilitamiento de los sectores de salud y educativo, la resistencia en el Poder Judicial y la deuda con los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.

Andrés Manuel López Obrador, el poderoso político carismático, populista y nacionalista es de los mejores presidentes, superó a sus antecesores como Elías Calles y Carlos Salinas, diseñó un régimen perdurable, que no tuvo ni Obama.

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Pablo Ruiz Meza
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Pablo Ruiz Meza

Periodista con más de 30 años de trayectoria como reportero de staff, investigaciones especiales, corresponsal nacional, director editorial, autor de la columna "Nada personal" y colaborador en diferentes medios de comunicación multimedia.