El adulador del pueblo
- Ociel Mora
Nunca como en este gobierno el embuste es elevado a los más altos pedestales de la República. La mentira deliberada como política de Estado. Como acción de gobierno. Como fuente de legitimidad. La popularidad a golpe de propaganda travestida en aprobación del desempeño y del régimen.
El engaño presidencial fue el modo subrepticio de normalizar los sucesivos actos de violación a la legalidad constitucional, y crear otra legalidad paralela fundada en los deseos, caprichos y obcecaciones del presidente.
Las maneras atrabiliarias y pendencieras de López Obrador han sentado un precedente funesto para la concordia y buena marcha de la gobernanza, pero sobre todo para la certeza y concordia que debe privar en la relación gobernantes-gobernados.
Si se rompe ese vínculo se rompe la estabilidad política en la que unos pocos mandan y la mayoría obedece y paga tributo al fisco.
Ante la incompetencia supina, en un final de gobierno de manos vacías, de promesas grandilocuentes incumplidas, surge la polarización para, hasta donde se puede, taparle el ojo al macho y engordar clientelas sumisas (perdón por la redundancia), las bases de apoyo del régimen. Las que cuando se les requiere “no fallan”.
La polarización como herramienta eficaz de los populismos para culpar a los demás de la incompetencia y errores propios. En ese escenario de dos bandos siempre habrá a quien echarle la culpa y siempre habrá quien lo crea
Que el presidente, sin inmutarse un ápice, asuma y declare que las mentiras proferidas en su condición de representante de la máxima magistratura de la República (en un acto constitucional previsto en la propia Carta Magna) son con para enojar a los conservadores no tienen parangón en su afán de precarizar y mancillar la investidura y la palabra presidenciales.
Me parece que en este punto nadie que no sean sus falanges de aplaudidores cree en la palabra del presidente. Como ninguno de sus antecesores la ha vulgarizado y, como en 1984 la novela de Orwell, ha vaciado las palabras de su sustento moral y de comunicación; pero sobre todo, con él las palabras han perdido el sentido de instrumento de pensamiento y autoafirmación.
Digamos desde ya que el engaño como estrategia de gobierno no tiene nada que ver ni con la república ni con la democracia, y mucho menos con el liberalismo, doctrina que tiene como fin supremo la limitación del poder político y el sometimiento de los gobernantes al escrutinio público.
Aquí puede encontrarse una de las razones poderosas que tanto irritan al presidente, y por cuya causa ha mandado demoler al INAI.
El presidente, repetido por él mismo en infinidad de ocasiones, reconoce que en su caso no tiene más límites que los que le impone el tribunal de su conciencia. Acto seguido aclara que con ese tribunal siempre está en paz. Entonces, mientras él esté bien consigo mismo, que el mundo de afuera se joda. Como en efecto se jode.
Luego entonces la legalidad constitucional es un invento de neoliberales del pasado reciente para atacarlo.
En los hechos, la mentira es la negación de la democracia, pero más que de la democracia, de las libertades públicas. La megalomanía del presidente lo ha llevado a presentarse como proveniente de una raza de moral muy superior, que está muy por encima del resto de los mortales. Esa condición le permite cruzar el pantano sin mancharse su blanco plumaje.
La sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, alentado desde el Ejecutivo, mancillando la separación de poderes, se repite en las entidades con las mismas argucias legaloides, y de medias verdades. La Constitución cada vez menos es la expresión del pacto social supremo que rige la vida económica, social y política del país.
El modo del presidente (el modito diría él) ya caló. El otro día me topé con la verborrea altanera de un alcalde de pueblo. Culpaba a los periodistas de la localidad de ser los causantes de los desastres en la carretera que cruza por allí, por dar las noticias y con ellas sembrar pánico innecesario entre la población.
Ninguno pues como el presidente para urdir mundos paralelos. Engullidos en el acto por una turba de fanáticos movidos más por el rencor que por la razón. Aunque la razón nunca ha sido virtud de las izquierdas cerriles. La masa amorfa toma la calle. Es la metáfora perfecta del proletario sin cabeza.
Chayo News I
Me entero que ayer por la mañana estudiantes de la Licenciatura de derecho del CIDE se hermanaron con estudiantes de otras universidades y escuelas de la misma especialidad y se manifestaron en contra de la reforma al Poder Judicial de la Federación, que para esta ahora ya habrá sido aprobada, toda vez que en México no se tiene un poder Legislativo que delibere, apruebe y derogue leyes en base al consentimiento y anhelo de los representados sin lesionar el espíritu democrático, sino que actúa como correa de trasmisión de los intereses del Poder Ejecutivo, con lo que corrompen el principio supremo de separación de poderes. Los ciudadanos en las diversas demarcaciones, distritos, son relegados a un estado de subrepresentación, para no referir un estado de no representación. Por lo demás, no hay que olvidarlo, el Legislativo está también para limitar los excesos metaconstitucionales del presidente.
Chayo News II
El demagogo no necesariamente conduce a las masas a la revolución, sino que las instrumentaliza para sus propios fines personales, para proceder, una vez obtenida una amplia aprobación, no ya a un proceso de democratización o de trasformación del sistema sociopolítico, sino a la instauración de un régimen autoritario, del que el demagogo sea el indiscutido y despótico jefe, o al acuerdo con las autoridades y las instituciones existentes con tal que éstas le reconozcan una función indiscutible. De esta manera los mecanismos represivos acentúan, en lugar de disminuir, las características autoritarias del gobierno y de la sociedad, e impiden la toma de conciencia por parte de las masas (tomado de internet, atribuido a Aristóteles)
@ocielmora
Opinion para Interiores:
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Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.