Sueños cruzados de Ortega y Gasset y Mariano Azuela
- Román Sánchez Zamora
La conquista del mexicano no paró en el siglo XVI ni terminó en el XIX; luego de la Independencia la pelea interna se vino más sangrienta, donde la gente pudo sacar gran parte de sus frustraciones, porque en realidad la burocracia y los hacendados no buscaban separarse de España, buscaban ser reconocidos por un reino que los tenía lejanos porque no habían nacido en ese territorio y no los hacía sentir como conquistadores originarios ni como parte de esa patria que los hacía sentir lejanos y hasta ajenos.
Remediar la barbarie con la creación de escuelas y tratar de congraciarse con la población, pero pensar en ser terratenientes, una clase militar que era muy poderosa y dueña de todo, como criminales, dividieron al país en diferentes zonas para funcionar como cárteles productivos.
Los señoritos de la ciudad eran los únicos que viajaban y se iban a formar a otros países, para administrar y encontrar nuevos mercados, pero fueron muy pocos los que en realidad se dedicaron a ello; muchos pasarían a ser parte del gobierno y ser parte de esa familia revolucionaria en diversos cargos de la nación y pensar en ¿reeducar a la gente? Si ya estaban muy sometidos con la religión que en varios lugares para tener a la población hablabas con el párroco y todo listo.
Mariano se sentó y observó a Gasset.
Pasamos por diversas guerras, momentos críticos de conquista, de luchas ideológicas, de luchas incluso entre las academias, pero siempre se tuvo un puerto de llegada, sabíamos lo que queríamos y por qué lo queríamos, aquí solo buscaron la conquista como el premio máximo, pero no fundar una academia, que permita sacar al mexicano que ustedes ven como el ideal, al que aspiran, dejando a la deriva sin un modelo de felicidad.
Gasset, dijo pausadamente.