Puebla, entre el sueño y la realidad

  • Gerardo Pérez Muñoz
Las prioridades de las élites del poder no son casi nunca las prioridades de las y los ciudadanos

El Estado es un órgano de dominación de clases, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del orden que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando la lucha de clases. 
Carlos Marx. Manifiesto del Partido Comunista

Los rituales del poder. Desde los tiempos inmemoriales, la política como tal y en particular, la asunción al poder de los poderosos, ha sido un gran espectáculo. La política se ha nutrido y utilizado rituales y ceremonias. Desde la muy remota antigüedad estas puestas en escena han sido utilizados para legitimar el poder y su depositario y dotar al poder y a la o el ungido, de un áura simbólica.

Desde nuestra historia e identidad cultural nos podríamos remontar a la asunción al trono de los Huey Tlatoani (gran orador(a)/el que habla/el que manda). Daba inicio un nuevo comienzo con un fuego nuevo. De ese tiempo a la fecha, muchas cosas han cambiado en nuestro país en la forma de elegir a nuestros gobernantes actualmente; pero lo que no ha cambiado, son los rituales, usos y costumbres del ungimiento del poder y al, a partir de ese momento, la o el todopoderoso.

En la Roma antigua, la ceremonia de coronación de los emperadores era un acto de profundo contenido simbólico donde se entrelazaban elementos del culto al imperio con la simbología y tradición religiosa y el reforzamiento de la imagen del líder, como un ser ungido por los dioses y destinado a gobernar con autoridad divina, idea que perduró durante siglos. En la Edad Media, los rituales políticos y religiosos estaban entrelazados y los nobles promovían sus ceremonias para remarcar su origen divino y su posición social, todo ello, lejos de los ojos de la plebe. Los rituales de la corte incluían bailes, banquetes, ceremonias religiosas y procesiones civiles para ser aclamados por sus súbditos y la plebe. El simbolismo de la corona, el cetro y el manto real cobraba un significado trascendental, representando la autoridad, la justicia y la conexión con lo sagrado

Con el asalto a la fortaleza de la Bastilla en Francia, en julio de 1789 y poco antes, la instalación de la Asamblea Nacional, entra en escena un nuevo sujeto social: el pueblo. La Bastilla representaba el poder absoluto del rey. Producto de la revolución francesa se emitió la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y el Ciudadano. A partir de ese hecho, los rituales del poder empezaron a cambiar en su forma y poco en su contenido. Se empezó a hablar del pueblo y sus derechos, de participación ciudadana, de valores democráticos o de división de poderes (Georges Balandier, El Poder en Escenas).

Nuestro sistema político, hasta hace no mucho tiempo, era más parecido a una monarquía que a una república representativa y democrática. El régimen priista se sustentó en la antidemocracia, el autoritarismo, el patrimonialismo, la corrupción, la represión con su paz de los sepulcros; la simulación, la impunidad. El régimen priista que nos legó su cultura política, presente en la 4T y en todos los demás partidos políticos de nuestro país, con sus discurso y narrativas del viejo nacionalismo revolucionario, aderezado con sus políticas económicas neoliberales. El discurso del nacionalismo revolucionario sirvió para adoctrinar y corporativizar a la sociedad, práctica que después se afianzó con Carlos Salinas y su programa Solidaridad.

Lo anterior ha venido cambiando a nivel federal, a partir sobre todo del 2018 con la llegada a la cúspide del poder de Andrés Manuel López Obrador y su toma de posesión ante una multitud de personas en el zócalo de la CDMX, con su ritual de una limpia indígena y el otorgamiento del bastón de mando, ritual que, en líneas generales, siguió la actual presidenta de la república, Claudia Sheinbaum. Los más, la plebe, el pueblo, seguimos siendo simples macehuales, hombres y mujeres comunes que sólo asistimos a estos rituales, como observadores o partícipes alejados. Pero estos rituales poco o nada han cambiado en los estados de la república con la llegada al poder de los gobernadores y mucho menos, con los presidentes/as municipales.

Todavía tenemos un pueblo que espera que sus problemas sean resueltos por obra y gracias del poderoso en turno, sea el o la presidenta de México; el gobernador/a o presidenta/presidente municipal, esperando que con sólo una orden de ellos, se resuelva el problema lacerante de la pobreza, la inseguridad, la falta de agua, delincuencia, etc. sin que se analice por un momento, la orientación y sentido de clase del nuevo grupo en el poder, sin detenernos a ver el historial político y social de cada uno y una. Lo anterior sucede tanto a nivel federal, estados y municipios y denota nuestra cultura política.

Lo anterior viene al caso por el ritual y puesta en escena de la toma de protesta del gobernador del estado, Dr.  Alejandro Armenta Mier que se llevó a cabo el sábado 14 de diciembre pasado, en dos actos: el primero fue ante las y los diputados en el Congreso de Estado y el otro se desarrolló en el Centro Expositor de los Fuertes, ante un poco más de 2 mil personas.

A diferencia de Andrés Manuel y Claudia que lo hicieron en el zócalo de la CDMX, esto es, en un espacio abierto, el Dr. Armenta lo hizo en un espacio cerrado, controlado, lo que contrasta con un partido que apela al pueblo para legitimarse. Fieles al ritual político, el Dr. Armenta fue arropado por la élite política poblana en general y de su partido en particular, encabezados por su presidenta, Luisa Ma. Alcalde y en especial, del hijo del expresidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, Andy López Beltrán.

Cuenta la crónica del portal mtpnoticias.com que la élite política ocupó los primeros sitios, no podía ser de otra forma. Ahí estuvieron en primera fila, los exgobernadores Melquiades Morales Flores, Guillermo Pacheco Pulido, Antonio Gali Fayad y Sergio Salomón Céspedes, que representan, unos más que otros, todo contra lo que se luchó en otros tiempos y que significan la antidemocracia, la impunidad, la corrupción, el patrimonialismo del poder, entre otras linduras. Más continuidad que cambio.

Qué diferente hubiese sido si los invitados de honor y hubiesen sido sentados en primera fila, las y los defensores del territorio, el medio ambiente, del agua; las y los familiares buscadores de sus seres queridos desaparecidos, los expresos y perseguidos políticos, las y los  familiares de víctimas de la violencia política del pasado y el presente; los colectivos de mujeres que han dado una lucha ejemplar por el reconocimiento por sus derechos, los campesinos que luchan en contra de las grandes agroindustrias que les han quitado y contaminado su agua y sus tierras; los periodistas que le han dado voz a los de abajo y que han denunciado la corrupción gubernamental y han defendido -como lectores- nuestro derecho a la información, entre muchas y muchos ausentes de dicho ritual. Desde mi muy humilde opinión, son ellas y ellos los que deberían haber estado en primera fila.

Otra cuestión que no me parece irrelevante, es el hecho que sólo una integrante del gobierno del Dr. Armenta, está plenamente reconocida e identificada como militante de Morena, Virginia González Melgarejo. Entre las caras de algunos integrantes del gabinete, podemos reconocer a personas que lo mismo han estado o coqueteado con el moribundo PRD, el muy alicaído PRI o el PAN en su versión morenovallista, ahora en el gobierno estatal de la 4T. ¡Esa es congruencia política, ideológica y ética, hasta que el nuevo barco empiece a hacer agua!

Otro punto que me llama la atención y representa la aspiración del nuevo gobernador,  es el eslogan Pensar en grande que tiene una resonancia con el lema del megalómano, racista y xenófobo del recién electo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump: Make America Great Again (Haz a los Estados Unidos grande otra vez). ¿De qué grandeza se habla? ¿Grandeza para quién o quiénes? ¿Grandeza a costa de quienes? Esto nos lleva a ver algunos datos muy reveladores de la situación socioeconómica de Puebla que no fueron mencionados en la toma de posesión del gobernador Armenta.

De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval 2022) Puebla ocupa, a nivel nacional, el nada honroso cuarto lugar con mayor pobreza, con 3.6 millones de habitantes en dicha situación; esto es 54 por ciento de la población del estado, es decir, 3 millones 554 mil 970 paisanos y paisanas y 11 por ciento de la población vive en pobreza extrema. 42 por ciento de la población trabajadora en el estado se encuentra en pobreza laboral. Sus ingresos son insuficientes para comprar una canasta alimentaria. En el medio rural, esta población sube al 48 por ciento (Coneval).

En nuestro estado hay un millón 600 mil personas con pobreza alimentaria de acuerdo al Banco de Alimentos Cáritas Puebla.

Somos el cuarto estado a nivel nacional con el mayor porcentaje de personas de 0 a 17 años que vivían en pobreza en 2022. 62.8 por ciento de la población de 0 a 17 años en nuestro estado vive en situación de pobreza. Puesto en números, son 1.4 millones de niñas, niños y adolescentes (Coneval, 2023).

25.1 por ciento de los hogares en Puebla pasaron a ser pobres laboralmente entre el 2023 y el 2024. Su ingreso resulta insuficiente para adquirir una canasta alimentaria básica (Semáforo de Movilidad Social difundido por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias). Estas niñas, niños, adolescentes, trabajadores, indígenas y campesinos pobres son producto directo de la máquina de la muerte, el sistema capitalista y su expresión cruel, el neoliberalismo.

¿De qué grandeza se habla? Me atrevo a mencionar que un objetivo central del actual gobierno debería ser la lucha contra la injusticia social y económica, así como la justicia ambiental, sin querer imponerles a las comunidades y pueblos proyectos que violen sus derechos humanos. Mahatma Gandhi llegó a mencionar que la pobreza es la peor forma de violencia. ¿Qué derechos se pueden exigir con el estómago vacío, sin trabajo o trabajo precario y sin educación?

No faltará el chiste cruel de mucha gente en la temporada de fiestas, quienes desearon a estos niños, niñas y adolescentes Feliz Navidad para apaciguar su conciencia cristiana y les darán unas cuantas monedas.

Otro dato que tampoco se mencionó fue que de enero a mayo del presente año, Puebla ocupó el quinto lugar a nivel nacional en cuanto a personas desaparecidas y no localizadas y mucho menos hubo una referencia al hecho de que Puebla encabeza la lista por el número de víctimas durante la Guerra Sucia con sus dos masacres ejemplares: Monte de Chila y Rancho Nuevo en Pantepec, Pue; sin obviar la matanza de Huehuetlán el Chico (1969). el linchamiento de Canoa (1968) y los asesinatos a los maestros y estudiantes universitarios 1972-1973 (Comisión de la Verdad: Informe Final Fue el Estado).

Víctimas y familiares siguen esperando justicia, el fin a la impunidad, la reparación del daño y la no repetición de esos crueles hechos. Tampoco hubo una sola referencia sobre la nefasta privatización del agua y el alcantarillado, con las consecuencias que todos conocemos. Como tampoco la hubo a la urgente reforma.  Con perspectiva de derechos humanos, de la arbitraria Ley Moreno Valle del Agua o bien, la iniciativa gubernamental de una próxima reforma político-electoral que democratice verdaderamente la vida política y social de la entidad, empezando por exhortar al Congreso local que aprueben la revocación del mandato. Tampoco hubo una mención a la urgente implementación de un programa de apoyo a nuestros hermanos poblanos migrantes, hoy en la mira del megalómano Trump.

Tampoco se mencionó la creación de una Ley Estatal de Participación Ciudadana o algo ya en las manos del gobernador, la publicación en el Diario Oficial del Estado de la Ley de Árboles y Áreas Verdes Urbanas del Estado de Puebla, aprobada en julio pasado. Las prioridades de las élites del poder no son casi nunca, las prioridades de las y los ciudadanos; del pueblo.   

El pintor y grabador español, Francisco de Goya y Lucientes, le puso a uno de sus grabados el siguiente título: El sueño de la razón produce monstruos. Tengamos cuidado con nuestros sueños y no nos despeguemos de nuestra realidad.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Gerardo Pérez Muñoz

De formación filósofo, fundador del Partido Comunista Mexicano en Huauchinango. Ha trabajado en la Unidad de Culturas Populares Puebla por más de 30 años. Impulsor de la Asociación de Cronistas y Narradores de la Sierra Norte. Director fundador de Colibrí y Alebrije. Co-fundador de la Asamblea Social del Agua.