El arte de discernir
- Carlos Anaya Moreno
Tomar decisiones en la vida no es tan sencillo como parece. Nos enfrentamos a dilemas cotidianos, grandes y pequeños, que requieren algo más que inteligencia o datos: necesitamos un buen juicio, algo que podríamos llamar "sentido común". Pero esta capacidad práctica está profundamente conectada con otra herramienta más profunda y moral: la sindéresis. Ambas forman un dúo poderoso para guiarnos hacia una vida más plena y auténtica.
Aunque provienen de diferentes tradiciones filosóficas, el sentido común y la sindéresis se complementan en algo esencial: nos ayudan a discernir, ya sea en las decisiones prácticas del día a día o en cuestiones más profundas relacionadas con el bien y el mal. Aquí exploraremos cómo funcionan estas capacidades y cómo aplicarlas para vivir mejor.
El sentido común: Haciendo fácil lo complejo
El sentido común es como ese amigo confiable que siempre tiene un consejo práctico cuando todo parece complicado. No se trata solo de "intuición" o una ocurrencia rápida; filosóficamente, el sentido común tiene una base sólida.
Aristóteles lo conecta con la prudencia (phronesis), una virtud que permite tomar decisiones acertadas en situaciones concretas. En Ética a Nicómaco, describe la prudencia como “una disposición que nos hace aptos para deliberar acerca de lo que es bueno y conveniente para nosotros, no en particular, sino como un medio para vivir bien” (Aristóteles, 1999, p. 140). Este enfoque resalta cómo el sentido común vincula los principios generales con acciones específicas en la vida diaria.
En la modernidad, Thomas Reid recupera el valor del sentido común como base epistemológica. Según él, “el sentido común es la primera fuente de nuestras certezas; sin él, no podríamos conocer las verdades más básicas ni progresar en el conocimiento” (Reid, 1785, p. 451). Esto subraya que el sentido común no solo nos conecta con la realidad práctica, sino que también garantiza un juicio adecuado incluso en contextos cotidianos.
Chesterton, por su parte, lo lleva al terreno de la vida contemporánea. Criticando los excesos intelectuales y la desconexión con lo práctico, afirmó que “el sentido común es esa percepción de lo obvio que nos protege de la tentación de perdernos en laberintos intelectuales” (Chesterton, 1908, p. 34). Es decir, cuando todo parece confuso, el sentido común nos devuelve a lo esencial.
La sindéresis: Nuestra brújula moral
Mientras el sentido común nos ayuda a movernos con inteligencia práctica, la sindéresis actúa como una brújula moral que orienta nuestras acciones hacia el bien. Este concepto, que proviene de la tradición escolástica, es una inclinación natural de nuestra razón hacia lo correcto.
Santo Tomás de Aquino la define como “el hábito natural de los primeros principios del orden práctico, que nos lleva a conocer lo que es bueno y evitar el mal” (Suma Teológica, I-II, q.94, a.1). Es decir, la sindéresis no es algo que deliberamos conscientemente, sino una disposición innata que guía nuestras decisiones más fundamentales.
Duns Escoto complementa esta visión al describir la sindéresis como “una inclinación natural hacia el bien inscrita en la voluntad y la razón, que nos permite discernir lo correcto” (Escoto, 1950, p. 86). Esto destaca su carácter universal, presente en todos los seres humanos independientemente de su contexto cultural.
El Encuentro entre sentido común y sindéresis
Aunque el sentido común y la sindéresis funcionan en niveles diferentes, tienen un propósito compartido: guiarnos hacia la verdad y hacia una vida ética. Esta conexión puede explicarse de varias maneras:
1. Ambos parten de la razón humana: El sentido común nos ayuda a juzgar situaciones prácticas, mientras que la sindéresis nos conecta con los principios universales del bien.
2. Son herramientas para discernir: Si el sentido común ilumina las decisiones cotidianas, la sindéresis da un marco moral a nuestras acciones, asegurando que estén en consonancia con valores éticos fundamentales.
3. Están conectados con la realidad: El sentido común nos mantiene alineados con lo práctico y tangible, mientras que la sindéresis asegura que nuestras decisiones no pierdan de vista los valores humanos universales.
4. Comparten una finalidad ética:
Ambos nos orientan a vivir no solo de manera eficiente, sino también justa y coherente con la verdad.
Aplicando sentido común y sindéresis en la vida cotidiana
Entender estos conceptos es útil, pero aún más importante es aplicarlos para tomar mejores decisiones. Aquí algunos ejemplos prácticos:
1. En la toma de decisiones
Imagina que enfrentas un dilema en el trabajo: ¿priorizas un proyecto que beneficia a corto plazo o inviertes en algo que será más sostenible en el futuro? El sentido común evalúa las circunstancias concretas (recursos, impacto inmediato), mientras que la sindéresis asegura que las decisiones estén alineadas con principios más elevados, como la equidad y la sostenibilidad.
2. Para formar una conciencia equilibrada
La conciencia no es algo que simplemente aparece; se forma con el tiempo. El sentido común ayuda a analizar lo práctico, pero necesitas la sindéresis para asegurarte de que tus decisiones están alineadas con valores como la justicia o la solidaridad.
3. En el ámbito social
En temas comunitarios, como el desarrollo urbano, el sentido común ayuda a priorizar las necesidades concretas (vivienda accesible, espacios públicos), mientras que la sindéresis asegura que estas políticas sean justas y beneficien a todos, no solo a unos pocos.
Vivir en armonía con la verdad
El sentido común y la sindéresis son dos caras de la misma moneda: una nos ayuda a navegar la complejidad de la vida cotidiana, mientras que la otra nos asegura que nuestras acciones están alineadas con valores universales del bien.
Como señala Santo Tomás de Aquino, “el hombre tiene un fin último que es el bien perfecto, y tanto la sindéresis como la razón práctica son herramientas otorgadas por Dios para alcanzarlo” (Suma Teológica, I-II, q.94, a.3). Estas capacidades nos invitan a reflexionar, a decidir con sabiduría y a vivir en coherencia con la verdad y el bien.
En un mundo lleno de ruido y complejidad. Estas herramientas son un recordatorio de que lo esencial sigue siendo vivir con justicia, empatía y verdad.
Referencias
Aristóteles. (1999). Ética a Nicómaco (trad. José Luis Calvo). Madrid: Gredos.
Chesterton, G. K. (1908). Ortodoxia. Londres: John Lane.
Escoto, D. (1950). Ordinatio. Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
Reid, T. (1785). Essays on the Intellectual Powers of Man. Londres: John Bell.
Santo Tomás de Aquino. (2016). Suma Teológica (trad. Alejandro Corriente). Madrid: BAC.
Anaya, C. El sentido común en la política e-consulta. Diciembre 26, 2024.
Anaya, C. Economía con sentido común e-consulta. Diciembre 19, 2024.
Anaya, C. El poder del sentido común e-consulta. Diciembre 12, 2024.
Anaya, C. Sentido común: antídoto contra estupidez colectiva e-consulta. Diciembre 05, 2024.
Anaya, C. Vivir con sentido común e-consulta. Noviembre 27, 2024.
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CEO de Servicios Geo Enlace, empresa de Internet de las cosas desde el año de 2010; y fundador de la Unión de Servicios Solidarios-Banco de Tiempo (2018). Se desempeñó como director General del Registro Nacional de Población de 2004 a 2010.