La OTAN en D.C: entre Trump y la división europea

  • Daniela Ruiz Vélez
Los países de la OTAN intentar lograr acuerdos en D.C bajo un contexto muy complicado

Los 32 líderes de los países que conforman la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) están celebrando su reunión anual en Washington D.C del 9 al 11 de julio con el fin de discutir sobre los temas de seguridad más relevantes a los que se enfrentan y, entre los cuales, la guerra en Ucrania figura como la prioridad principal. Así, en la conmemoración de los 75 años de la organización, el presidente de EE.UU.  Joe Biden, encabeza un encuentro marcado por las divisiones entre los miembros europeos y por la inevitable inquietud de los participantes por la posibilidad de que Donald Trump regrese al poder.

Cabe recordar que el expresidente Trump no es partidario de esta organización pues acusa a sus miembros de aprovecharse de EE.UU. y del financiamiento que este otorga a la OTAN. Incluso, el ahora candidato republicano, llegó a hacer amenazas sobre la posible salida de la nación estadounidense del bloque transatlántico y esto sin olvidar que Trump tampoco está a favor del apoyo financiero que su país le brinda actualmente a Ucrania. Y tras el desastroso desempeño de su contrincante Biden en el primer debate presidencial  del pasado 28 de junio es entendible que sus homólogos estén preocupados por lo que vendrá: “Es imposible proyectar poder hacia afuera cuando la situación en casa se encuentra así de revuelta” (Meschoulam, 2024).

En palabras de Birmaun, et.al (2024), “a pesar de todos los esfuerzos por reforzar la alianza,

[…] los líderes europeos se preguntan en voz baja si se trata del adiós a un presidente estadounidense que se ciñe a una agenda transatlántica”.  Ante un contexto internacional impactado por la guerra ruso-ucraniana, el conflicto entre Hamás e Israel (y muchos otros que no figuran en la agenda mediática), así como el ascenso de China, añadir la variable Trump y su “America First” (América Primero) no es algo que deba tomarse a la ligera porque hoy más que nunca es necesario un líder que sepa construir consensos que parecen imposibles.

De hecho, un día antes de que comenzara la cumbre anual de esta organización, Rusia lanzó uno de los mayores ataques con misiles de la guerra hasta la fecha; lo que provocó que Ucrania convocara a una jornada de luto y que el ataque se debatiera en una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (Council on Foreign Relations, 2024). La ofensiva rusa llegó a zonas civiles por lo que mató a docenas de personas  e incluso destruyó  un hospital infantil en Kiev (Tharoor, 2024).

Estos sucesos no hacen más que incrementar la urgencia de los países (en especial los europeos) de tratar de resolver un conflicto que, sin duda, se ha prolongado por un tiempo mucho mayor al esperado por el bloque occidental, lo que a su vez se explica por el apoyo que China, bajo el liderazgo de Xi Jinping, le ha dado a Vladimir Putin, pero eso es tema para otro artículo.

Dicho esto, resulta necesario explicar brevemente la situación que se vive en los distintos países del continente europeo que, en términos prácticos nunca ha sido un bloque homogéneo, ni siquiera con la existencia de la Unión Europea (UE). En primer lugar, como señala Mauricio Meschoulam (2024), en su artículo para El Universal, hay un ascenso de corrientes populistas y nacionalistas o euroescépticas en varios de los países de la alianza. Mientras que los mandatarios de países clave como lo son Francia y Alemania llegan a D.C muy golpeados por la situación política que se vive en sus respectivos Estados.

Al respecto Lau y Kayali (2024), mencionan que aunque Emmanuel Macron, presidente de Francia, logró esquivar una bala importante el pasado 7 de julio, cuando el partido Agrupación Nacional, de extrema derecha y escéptico a la OTAN, no obtuvo la mayoría en las elecciones anticipadas que él mismo convocó, su alianza centrista tampoco tiene mayoría y todo indica que el país se encamina hacia una crisis política que probablemente dure semanas. Asimismo, el canciller alemán, Olaf Scholz, está debilitado por la derrota de los socialistas ante los conservadores y la extrema derecha en las elecciones europeas. Y a esto hay que añadir que el fuerte liderazgo alemán que se mantuvo mientras Angela Merkel estuvo en el poder, ha quedado en el pasado y no parece que vaya a resurgir próximamente.

Esta circunstancia pesa de manera significativa cuando se debe negociar con países que son parte de la OTAN, pero que al mismo tiempo mantienen fuertes lazos con Rusia como Hungría y Eslovaquia, cuyos primeros ministros, Viktor Orbán y Robert Fico, respectivamente, son muy cercanos al Kremlin y no sólo en términos de apoyar abiertamente a Vladimir Putin, sino incluso de admirarlo. Ambas naciones tienen voz y voto en la toma de decisiones claves como lo es la adhesión de Ucrania a la organización.

Encima hay que añadir a la ecuación otros factores como las agendas personales de los mandatarios que buscan asegurar sus propios intereses y no los del bloque en general. Por ejemplo, el presidente turco, Recep T. Erdogan, quien se caracteriza por acercarse a los distintos bandos según lo requiera su agenda, declaró que “quería poner la catástrofe de Gaza en el punto de mira de la cumbre" y lamentó que "la comunidad internacional no haya conseguido detener a Israel en esta terrible situación” (citado en Tharoor, 2024).  Con esto no quiero decir que dicho conflicto es menos relevante que la guerra en Ucrania, o mucho menos, sólo quiero mostrar la complejidad que rodea esta cumbre y señalar algunos de los desafíos existentes que se deben superar para lograr acuerdos reales.

Este 11 de julio culmina este encuentro y habrá que ver cuáles son los compromisos que se acordarán y, con ello, los siguientes pasos que tomará la OTAN. Al momento, Biden ya declaró que EE.UU., Alemania, Italia, Países Bajos y Rumanía enviarán a Ucrania el equipamiento para cinco sistemas de defensa antiaérea adicionales en los próximos meses; sin embargo, a estas alturas no sé qué tanto estos apoyos de la OTAN pueden verdaderamente modificar la situación en Kiev. Lo que sí es que estamos “quizás presenciando su momento de mayor fuerza en décadas, […] resistiendo ante su ‘muerte cerebral’ como advertía Macron en 2019” (Meschoulam, 2024).

En este contexto, con el fantasma de Trump acercándose cada vez y poniendo en duda la posibilidad de Biden de mantenerse en el cargo y con un bloque europeo fragmentado, la capacidad de la OTAN de cumplir sus objetivos no está muy clara. Dicho en otras palabras, con sus miembros envueltos en sus propios problemas internos e intentando, al mismo tiempo, unir esfuerzos para atacar las amenazas inminentes, Rusia y China, se ve difícil la creación de una estrategia de defensa eficaz.

 

 

 

 

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Daniela Ruiz Vélez

Es egresada de la Licenciatura en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana de Puebla. Trabajó en el Center for Immigrant and Refugee Accompaniment (CIRA) en Loyola University en Chicago. Sus áreas de interés son: la relación bilateral entre México y Estados Unidos, y la política exterior de EE. UU.