Los motivos de… Fraile, Lalo Rivera y “Alito” Moreno
- Pablo Ruiz Meza
En la clase política cada quien vive a su manera la crisis poselectoral, lo que refleja la personalidad de los cuadros dirigentes de partidos políticos, exgobernantes y excandidatos.
La semana pasada fue de revelaciones y decisiones políticas como la anunciada por Francisco Fraile García, el “Pastor”, al renunciar al Partido Acción Nacional, a quien le dedicó su vida.
Se trata del panista poblano histórico quien quiso salir por la puerta grande, “sin enojo ni resentimiento”, con sus propias palabras. Una figura del panismo que logró tender puentes de diálogo político con el oficialismo, principalmente con el morenista Luis Miguel Barbosa Huerta, pero con una mayor integración en los proyectos electorales de su partido.
La última batalla política de Fraile García fueron las elecciones presidenciales y legislativas federales, así como las locales por la gubernatura, el Congreso del Estado y las 217 presidencias municipales.
A un mes de la jornada comicial del 2 de junio en la que Acción Nacional sufrió la peor derrota de la historia reciente, el exlegislador y exfuncionario público federal tiró la toalla de la actividad político partidista, después de “51 años de esfuerzo por Puebla”.
“Otros harán mejor lo que viene”, explicó Francisco Fraile al señalar el motivo, uno solo, para abandonar las filas partidistas: son 51 años de esfuerzo. El fraseo corto del experimentado político denota una decisión político partidista de vida personal para buscar el lugar del líder moral albiazul sin partido, pero con una amplia autoridad moral que le dan los años de estar la brega partidista como opositor o compartiendo gobierno.
Aclaró el exsenador y excandidato a gobernador que no se mudará a otros partidos políticos, simplemente dejó la política partidista, y aclaró seguirá haciendo política como ciudadano; lo demás, precisó, son especulaciones.
No fue el mejor momento político para renunciar al PAN, justo cuando empieza una crisis en ese partido que se antoja muy prolongada porque son pocas las cabezas visibles para enderezar los yerros cometidos en las elecciones recientes.
Dentro o fuera, Fraile tiene la obligación moral de fijar una postura política clara y contribuir al balance de lo ocurrido en Acción Nacional, y para participar al debate de lo que están por venir con el régimen de la 4T.
Lalo Rivera, a la trinchera partidista
La crisis partidista ha motivado no solo reclamos y renuncias, sino también atrincheramientos como ocurre con el ex alcalde poblano y excandidato a gobernador Eduardo Rivera Pérez.
Con todo y la rotunda derrota electoral del pasado 2 de junio, no es nada despreciable la posición del PAN como fuerza política en el estado, y administrar la derrota frente al partido opositor, es una de las opciones que eligió Rivera para sobrevivir.
Sin debate ni balance autocrítico, el excandidato se apropia del partido como un auto premio de consolación, sin que hasta el momento ofrezca un panorama político muy claro frente a la fuerza del partido gobernante Morena y sus partidos aliados.
Con esta postura gerencial y patrimonialista de Rivera Pérez, la única certeza es que el PAN regrese a su papel de partido opositor de segunda, como ocurrió durante casi ochenta años de gobiernos priistas, sin ninguna posibilidad de figurar como una opción en las intermedias.
La presencia de legisladores del PAN en el Congreso del Estado lo convertirá en un partido testimonial, sin la mayor posibilidad de trascender e influir en las más importantes reformas legislativas y proyectos de transformación del estado.
“Alito” se apoderó del PRI
Un síndrome político de la derrota demoledora también ocurre en el PRI donde al igual que Eduardo Rivera, el priista campechano Alejandro Moreno Cárdenas también se apoderó de la estructura partidista, al reformar el estatuto para reelegirse hasta en tres ocasiones.
Moreno Cárdenas se atrincheró en la dirigencia nacional priista para administrar los despojos del otrora partido gobierno, posterior al desastre electoral del 2 de junio.
Moreno se robó el PRI con el apoyo de incondicionales a lo que les regaló diputaciones y senadurías, como ocurrió con Néstor Camarillo Medina en Puebla, quien emula a la perfección a Moreno.
Eduardo Rivera, en el PAN, y Alejandro Moreno-Néstor Camarillo, en el PRI, tienen un comportamiento político simétrico que los debilita como una fuerza opositora ante un régimen avasallante, donde el PRI y PAN dejarán de ser contrapesos y opciones electorales reales.
En estas circunstancias, donde los dirigentes locales y nacionales del PRI y PAN se atrincheran en las estructuras partidistas burocráticas para administrar las canonjías del financiamiento público, difícilmente aportarán a favor de la democracia participativa y a la democracia electoral, porque no saben ser oposición.
X@pabl_ruiz
Face: Pablo Ruiz Meza
pabloruiz91516@gmail.com
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Periodista con más de 30 años de trayectoria como reportero de staff, investigaciones especiales, corresponsal nacional, director editorial, autor de la columna "Nada personal" y colaborador en diferentes medios de comunicación multimedia.