Debate de barandilla, el encuentro entre candidatos

  • Pablo Ruiz Meza
El momento álgido fueron las fotografías respectivas de Tania N, con Rivera, Céspedes y Armenta

Victimizarse, lo saben los estrategas, es un recurso demoledor en las campañas electorales, y fue así como arrancó Eduardo Rivera su participación en el debate de candidatos a la gubernatura.

A la victimización por el ataque sufrido en el fraccionamiento donde resultaron lastimadas sus vecinas a quienes los delincuentes interrogaron con violencia para que les indicaran el domicilio del “presi”, le siguió la respuesta inmediata del candidato morenista Alejandro Armenta Mier.

El candidato de Morena mostró de inmediato una fotografía de Tania N., la candidata a diputada suplente del PRI detenida por la Marina y la SPP estatal, junto con Eduardo Rivera y Liliana Ortiz, acusándolo de vínculos con el crimen organizado.

El revire del candidato opositor fue más demoledor, por lo inédito, al mostrar una fotografía de Tania N. al lado de Sergio Salomón Céspedes Peregrina, el gobernador sustituto, pero también con el propio Armenta cuando éste era líder estatal del PRI, a quien acusó de haberla afiliado al PRI.

Este episodio del debate fue el más álgido, pero también salió a relucir el daño patrimonial por mil 300 millones de pesos de las finanzas públicas, además de los 600 mdp perdidos por una fallida inversión en Banco Accendo.

Como en este caso, otros recursos de acusaciones sobre las finanzas públicas abundaron en el debate, sin respuestas, como el cuestionamiento de Fernando Morales Martínez al abanderado de Movimiento Ciudadano, respecto al origen y el costo de las precampañas presidenciales y por la gubernatura

Pese a las acusaciones recíprocas, el debate entre los candidatos a la gubernatura se convirtió en un alegato de barandilla por presuntos actos de corrupción, por vínculos con la delincuencia y daños a las finanzas públicas.

Lo más rescatable del debate, aunque limitado, fue el tema de la seguridad pública y la municipalización del servicio de agua potable de la ciudad de Puebla y municipios conurbados.

Lamentablemente el formato del debate redujo a los moderadores a ser solo facilitadores para cronometrar y otorgar el uso de la palabra, sin ninguna posibilidad de cuestionarlos en los respectivos temas.

De los tres bloques temáticos, las respectivas exposiciones fue una repetición de propuestas de campaña donde abundaron los “qué”, pero faltaron los “cómo” para aterrizar su oferta de gobierno.

No bastó para los ciudadanos que el contrincante calificara de “ocurrencias” proyectos como el Cablebús y la construcción del Tren México-Puebla; faltó que expusieran por qué no son viables, prioritarios y costosos, que endeudarían las finanzas del estado.

Alejandro Armenta, el candidato del oficialismo, por ejemplo, fue muy cuidadoso para montar sus propuestas de gobierno a la oferta electoral de la candidata presidencial Claudia Sheimbaum.

Es entendible en la medida que está echada la suerte en la entidad poblana en la elección concurrente, donde la inercia del voto por Sheinbaum le lleve sufragios a Armenta, cuando el plan original del candidato era al revés, aportarle dos millones de votos a la candidata presidencial.

En el insistente segundo piso de la Cuarta Transformación no pueden ignorar el pacto federal y el estado debe tener en su candidato un proyecto ajustado a la realidad y prioridad para los poblanos; amarrar el futuro de Puebla a los megaproyectos federales no es una buena idea, en la medida que todavía no hay certeza de los márgenes federales para el gasto público.

Como ocurre en los debates, con todo y las limitaciones para contrastar las diferentes posturas, el abanderado opositor a la gubernatura Eduardo Rivera Pérez hizo lo propio para destacarla oferta electoral de la candidata presidencial Xóchitl Gálvez.

Salvo las propuestas domésticas, que en buena medida corresponden a los programas de gobierno de la ciudad capital, el resto está relacionados a las reivindicaciones opositoras del Seguro Popular, las estancias infantiles, contra los abrazos y no balazos, etcétera.

Cada candidato puede autoproclamarse ganador del debate, en la medida que es un recurso de propaganda, pero dejaron sin responder a preguntas y acusaciones, y salieron con un empate en ese sentido.

Ahora bien. El exalcalde poblano debe dar más pistas respecto al ejercicio presupuestal y el destino de esos 7 mil millones de pesos presuntamente utilizados en su imagen, porque estaban como presupuesto anual.

Debe explicar el gasto de los 50 mdp del torneo de futbol, porque en efecto, de acuerdo a los reporteros especializados en Deportes, ese torneo fue patito y de baja importancia en el mundo de las “patadas”.

Lo mismo de ocurrir con Alejandro Armenta: debe explicaciones y deslindes, como el caso los vínculos de su asesor jurídico con el Senado con el extinto delincuente José Cristian “El Grillo”, y las acciones de ese grupo delictivo en eventos proselitistas con el legislador en 2018.

Señalamientos como la pertenencia al marinismo y la presencia de ese grupo en el equipo de campaña, ya resultaron hasta ociosas ante lo evidente, y eso no es un delito.

Quien sí resultó una revelación fue el candidato Fernando Morales Martínez, por lo grotesco de su papel en el debate; simplemente decepcionó, y ese que presumió ser un “Morales”.

@pabl_ruiz
Face: Pablo Ruiz Meza
Pabloruiz91516@gmail.com

 

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Pablo Ruiz Meza

Periodista con más de 30 años de trayectoria como reportero de staff, investigaciones especiales, corresponsal nacional, director editorial, autor de la columna "Nada personal" y colaborador en diferentes medios de comunicación multimedia.