Niñez online: ¿Compartir o proteger?

  • Sofía Velázquez Ramírez
Es posible celebrar los hitos importantes sin sobreexponer ni comprometer la seguridad

Los primeros responsables de la presencia en línea de niños y niñas son sus madres, padres o tutores. Desde el nacimiento, toman la decisión de si compartir la primera foto del bebé y cómo hacerlo. ¿Subirla a un sitio como Facebook, y compartir la feliz noticia públicamente? ¿Compartirla en un grupo más reducido, quizás vía Whatsapp? ¿Tapar su cara con un emoticón? ¿Solo mostrarla en persona? En algunos casos, la decisión más cuidadosa es pasada por alto por la familia extendida emocionada. Y así, poco a poco se va formando la huella digital de un nuevo ser humano, con sus respectivas consecuencias.

Un reto de nuestros tiempos, a cualquier edad, es la omnipresencia en el mundo digital. En el caso de las infancias, la pregunta que planteo: ¿Es justo que la imagen y los momentos de vida de los más pequeños queden registrados públicamente en el mundo digital antes de que sean capaces de dar su consentimiento?

Ya existen organismos y leyes que buscan proteger la privacidad en Internet, como la ley COPPA en Estados Unidos, la GDPR en la Unión Europea, y la Ley de Protección de la Identidad de los Menores en México. Entre otras cosas, estas limitan la recolección y divulgación de datos de menores, enfocándose en el consentimiento de sus tutores legales. Estas protecciones son muy importantes, pero son independientes de las decisiones de cada familia. ¿Hasta qué punto se debería preservar la privacidad de las infancias? Analicemos los pros y los contras.

Pros

Ciertamente hay beneficios de incluir a los niños desde pequeños en la presencia digital, los cuales incluyen compartir con orgullo el crecimiento de los hijos con los seres queridos, tener un registro con gratos recuerdos, y encontrar apoyo para los retos de la maternidad/paternidad. Al optar por llegar a un público más amplio, existe la oportunidad de visibilizar aspectos de la crianza, como las necesidades especiales, y generar así educación, conciencia y otros impactos positivos. También, la presencia digital puede implicar una fuente de ingresos para algunas familias, a través de la monetización de sus contenidos.

Contras

Por el lado negativo, podemos mencionar que conforme los niños llegan a la adolescencia y empiezan a formar su identidad, se enfrentan con un registro previo, creado por padres, familiares y otros, que puede entrar en conflicto con la imagen que desean proyectar. Además de los posibles efectos en sus oportunidades, relaciones y reputación, un elemento importante es la seguridad, ya que una presencia en línea puede exponerlos a depredadores sexuales, robo de identidad, acoso, entre otros riesgos. En lo psicológico, también hay posibles riesgos en la salud mental, autoestima y autoimagen.

También podemos considerar los casos mediáticos de YouTubers o influencers cuyo contenido se centra en la familia o directamente en los hijos. Pongamos como ejemplo el caso de la pareja Stauffer, quienes relataron en sus redes sociales el proceso de adopción internacional de un niño de China, y un par de años después compartieron la decisión de “encontrarle un nuevo hogar”, al sentirse sobrepasados por sus necesidades especiales. La situación desató una ola de críticas. Podríamos defender ambos puntos de vista, la indignación ante la decisión de la familia y la justificación de los padres adoptivos sobre la misma. Lo que no deja lugar a dudas, es que el caso es parte indeleble de la historia de vida de ese niño, y solo podemos imaginar las consecuencias que tendrá a lo largo de su vida que sea del dominio público.

Entonces, ¿cómo actuar?, ¿publicar o no publicar a las infancias? Es esencial abordar el tema de manera equilibrada y reflexiva. Los padres y tutores deben establecer límites claros sobre qué tipo de imágenes y datos personales de los niños compartirán, optando por aquellos que no comprometan su seguridad ni expongan aspectos íntimos de su vida.

Es posible celebrar los hitos importantes sin sobreexponer: compartiendo de manera privada con familiares y amigos cercanos, o utilizando ajustes de privacidad para controlar quién puede ver el contenido en plataformas digitales. Es igualmente vital fomentar un diálogo abierto y amplio dentro de la familia sobre la presencia digital y considerar la opinión de los niños a medida que crecen y pueden expresar sus preferencias. Por último, la formación continua sobre los riesgos y las buenas prácticas en internet será una herramienta decisiva para preparar a los menores para ser usuarios responsables y habitar plenamente la #CiudadDigital.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla y puede contactarle a través de
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Sofía Velázquez Ramírez

Licenciada en Innovaciones Educativas por la UDLAP y maestra en Tecnología Educativa por la Universidad de Saarland en Alemania. Actualmente colabora como académica en la Coordinación de Educación Virtual de la IBERO Puebla, a cargo de proyectos relacionados con e-learning y competencias digitales.