De soles eternos
- Román Sánchez Zamora
-Quizá el tema sea si ese alguien te gusta.
-Era una reunión de un aniversario, le vi sentada a lo lejos, un cabello rizado, delgada, una sonrisa maravillosa; tomé mi copa, respiré, sonreí para mí y dije: “qué bárbaro soy”. Revise mi reloj y ya era algo tarde para mí, debía revisar unos documentos en mi oficina, cosa de media hora, el camino a la casa era de media hora más….
-De pronto todo cambió, ya no era la urgencia, al llegar un aroma del perfume, y una voz dulce, pero desconocida.
-El General Herminio me han hablado mucho de usted y su labor altruista.
-Y quedé atrapado en sus ojos.
-Por años tuvimos una relación de amigos, ella, viuda de un compañero.
-Sé que te gusto, desde tus mensajes, tus llamadas, y hasta la cancelación del viaje solo por verme, si más no recuerdo nos hemos visto 84 veces desde esa noche, me dijo ella.
-Quizá debamos dejar nuestra relación aquí, porque nunca te voy a corresponder.
-No busco que me correspondas y si pasan cien años, mi gusto seguirá y yo disfruto mucho desde tus letras, tu voz y todo, siempre que hablamos reímos mucho y pasan las horas y deseo sean siglos así, nunca me sentí igual.
-Siempre lejos de mí, siempre a lo lejos le observaba cuando llegaba, ya sabía yo que llegaría, preguntaba a mi secretaria y me hacía el sorprendido, siempre se sentaba a mi lado o quizá yo a su lado sin darme cuenta.
-Ella me hacía sentir rey, el hombre más importante sobre la tierra sólo por estar a su lado, ya era un hombre viudo, llegaba emocionado a casa y siempre en el recuerdo de su fragancia en mi memoria.
-Siempre, aun hoy, coincidimos y soy el más feliz de mi mundo.