Bancos de Bienestar vs. el piquete de ojo

  • Joshue Uriel Figueroa
La inclusión financiera, otra gran obra de la Cuarta Transformación

Las manos de las señoras se arremolinan unas a otras, mientras sus ojos se cristalizan con lágrimas contenidas por sonrisas alegres, que tan sólo por momentos se desfiguran para decir: “Nuestro Señor Presidente”, “Gracias”.  No pueden creer que en sus pueblos se esté abriendo un Banco de Bienestar. Y no es de extrañar su sorpresa y entusiasmo, cuando se sabe que son ellas (las mujeres) las más excluidas del sistema financiero, y más aun las que habitan el medio rural.

Es San Pablo Anicano, municipio enclavado al sur del estado con linaje Zapatista, nunca habían tenido un Banco cerca, y la inauguración de la institución representa el símbolo de una victoria popular: el fin de la corrupción, del intermediario, del “piquete de ojo”.

México tiene varios sexenios rezagados en bienestar financiero y la razón es simple: no es rentable para la banca privada poner un banco en los municipios más pobres. Pero el problema radica en que la bancarización no es solamente un asunto de rentabilidad, sino de acceso a los derechos, sobre todo de aquellos que han sido excluidos del sistema financiero.

La inclusión financiera es un derecho porque permite disminuir las brechas de desigualdad por ingresos, ya que el acceso y uso del sistema bancario permite tener protección, ahorro, educación financiera, así como el poder adquirir productos, realizar transacciones, retiros seguros y mejora la calidad de vida.

De acuerdo con el Banco Mundial, la bancarización de la población facilita reducir la pobreza extrema, sin embargo, el 75% de los pobres en el mundo nunca han tenido acceso al banco. Países como China o India tienen un 80 por ciento de su población bancarizada, Japón 98 por ciento; Colombia el 60, mientras que México que para el 2018 tan solo el 47 por ciento, ampliándose la brecha de acceso para las mujeres hasta 9 puntos más en referencia a los hombres. Esto ponía a México entre los cinco países de mayor exclusión del sistema bancario de acuerdo con Merchant Machine.

Afortunadamente en los últimos dos años el Banco de Bienestar ha crecido 409 por ciento, lo que produjo una intensa bancarización de la población. En el 2018 solo 22.2 por ciento de los beneficiarios estaban bancarizado y ahora se alcanzan cifras históricas con un 73.9% es decir; más de 15 millones de personas.

Por si fuera poco 5.7 millones de habitantes de las zonas más pobres han accedido a la App Móvil del Banco de Bienestar que brinda mayor agilidad, ahorra tiempo de desplazamiento y transparenta el uso de recursos, así como reduce la brecha digital.

El Plan de expansión de Bancos logró una cifra histórica de 2,744 nuevas sucursales en 1,393 municipios del país, teniendo impacto en 108.5 millones de habitantes, haciendo del Banco de Bienestar, el más grande de México.

La bancarización es pues un acto de justicia social para los más vulnerables y excluidos del país, incluirlos al mundo financiero y acabar con la corrupción entregando de manera directa los programas sociales; sin condicionamientos ni intermediarios (“sin piquete de ojo”).

Es el Banco de Bienestar un símbolo de la política social y el nacimiento de una nueva etapa en la cultura política de las y los mexicanos.

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Joshue Uriel Figueroa

Politólogo y abogado con estudios de Maestría en Políticas Públicas y Género (FLACSO). Fue Consejero Universitario en la BUAP. Activista por los derechos humanos. Se ha desempeñado como asesor en el INE y en la Cámara de Diputados. Desde el 2019 es titular del Programa Becas Benito Juárez en Puebla.