Adolecer en tiempos de inquisición

  • Joshue Uriel Figueroa
En agosto se conmemora el Día Internacional de la Juventud pero, ¿qué es hoy la juventud?

La idea de juventud tal y como la conocemos en la actualidad tiene apenas unos 150 años en desarrollo. Esta categoría junto con la de adolescencia es usada para describir el tránsito del ser humano entre la niñez y la adultez. 

Producto de la industrialización, el síntoma de la juventud entre las clases trabajadoras obligó al Estado a crear formas de control sobre personas que no terminaban de hacerse adultos, por ello el primer reconocimiento institucional de la juventud es la formación de tribunales de justicia para menores en la Inglaterra de inicios del siglo XX. 

La condena de ser excluidos de los espacios de trabajo de las urbes por ser menores, condujo a la ocupación del tiempo en las escuelas y, el aletargamiento de ingreso al mundo laboral para el caso de las clases privilegiadas. Empero las juventudes pobres quedaron en un limbo de contradicciones al verse excluidos sistemáticamente de las instituciones y, condenados al empleo siempre de manera subalterna.

Los menores de edad se aletargaron en su entrada a la adultez derivado de la falta de adquirir compromisos, responsabilidad y una actitud conformista ¿o tal vez por ser minimizados o estigmatizados?

Lo cierto es que la idea de juventud como idea de transformación se la debemos el filósofo Walter Benjamin quien identificó en la cultura juvenil la posibilidad del cambio social a partir de su habilidad crítica del entorno donde viven. Como testimonio de ello; todas las olas de cambio cultural y político en la historia, desde el Rock and Roll, el Punk, hasta las grandes manifestaciones estudiantiles, hippies y más recientemente revueltas nacidas desde las redes sociales.

La crítica puede deberse a la distancia entre la niñez y la adultez, ya que ésta no es sólo un asunto de transición temporal, pues ante todo representa la marca de una brecha generacional de prácticas específicas producidas por el mundo de los adultos en contradicción con los problemas viejos y nuevos.

Las nuevas herramientas tecnológicas y digitales son también ese espacio temporal y físico entre edades. Un menor de 12 años utiliza mejor el celular y la pantalla de plasma que un experimentado adulto de 50 años. Un adolescente tiene mayor comprensión y apertura sobre los asuntos de género que una persona de 40 años.

Sin duda la juventud es un motor de cambio por su fácil adaptación al presente y su capacidad de asombro.  Sin embargo, la constante para la juventud es la inseguridad. Ese terrible limbo del adolecer es ahora más profundo y peligroso.

Y aquí dejo algunos datos de la situación de la juventud hoy:

En México hay 39.2 millones de jóvenes entre 12 y 29 años de los cuales 2.1 millones son poblanas y poblanos siendo el 32% de la población estatal.

Según datos de CONEVAL del año 2020 donde a través de seis indicadores estima el grado de marginación en alimentación, educación, vivienda, servicios básicos, salud y seguridad social. En Puebla el 83% carece de por lo menos un derecho, muy en especial: el de la seguridad social.

Los delitos que más se han registrado en la infancia y adolescencia son extorsión, lesiones y secuestro.

Hay 6.7 homicidios al día de adolescentes en comparación con 7.3 del sexenio pasado. La principal causa son accidentes de tránsito, seguida por arma de fuego, siendo Guanajuato, Estado de México y Michoacán los estados con más casos.

La pobreza ha tenido un empujón contundente gracias a los programas de bienestar que sacaron a cerca de 9 millones de mexicanas y mexicanos de la pobreza extrema. Sin embargo 42% de las y los jóvenes continúan en situación de pobreza, es decir por encima del 36.3% del total de la población.

Siete de cada diez jóvenes padecen depresión y el 62% ansiedad según datos de Population Council.

Los últimos estudios de CONEVAL arrojan que el 32% de los jóvenes nacidos en 1998 no cursaron la educación media superior, es decir del sexenio de Enrique Peña Nieto se heredó un atroz rezago educativo, que hoy impacta en el mundo laboral de estas generaciones.  

¿Le habrá importado Salinas Pliego cuántos jóvenes dejaron de estudiar? ¿A caso Javier Alatorre alertó de la crisis que puede generar una ciudadanía sin educación? 

Ricardo Salinas Pliego y Javier Alatorre solo abonan a la ignorancia e intolerancia del pasado atroz; quemando libros como verdugos de una nueva inquisición.  

Las políticas teledirigidas tienen hoy gran culpa de la crisis de la juventud, por ello sucesos como el de Lagos de Moreno deja mucho que reflexionar sobre su retrato interno y externo.

La recurrencia:  una juventud secuestrada
La constante: una juventud violentada
La realidad: una juventud que adolece
La esperanza: una juventud en regeneración.

 

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Joshue Uriel Figueroa

Politólogo y abogado con estudios de Maestría en Políticas Públicas y Género (FLACSO). Fue Consejero Universitario en la BUAP. Activista por los derechos humanos. Se ha desempeñado como asesor en el INE y en la Cámara de Diputados. Desde el 2019 es titular del Programa Becas Benito Juárez en Puebla.