“La ciudadanía se asume como la conciencia de pertenencia a una colectividad fundada sobre el derecho y la situación de ser miembro activo de una sociedad política independiente.”
Alain Touraine

En un mundo globalizado y multicultural, la educación para la ciudadanía es una herramienta fundamental para construir sociedades más democráticas.

La formación ciudadana es uno de los principales retos que enfrentan las sociedades democráticas en nuestros días; lograr que los habitantes de sus comunidades, desde la primera infancia reciban las enseñanzas que les permitan conocer el significado de la ciudadanía, las instituciones y el funcionamiento de sus gobiernos, para desarrollar una participación democrática.

Además, la educación ciudadana no se limita solamente a conocer y participar en los procesos electorales ni al ejercicio del derecho al voto o a la posibilidad de participar en puestos de elección popular. Los sistemas democráticos deben garantizar que sus ciudadanos y ciudadanas conozcan y ejerzan todos sus derechos; que desarrollen un papel crítico y participativo, pero, sobre todo, que desarrollen habilidades para saber convivir en la sociedad, construir lazos de equidad y tolerancia, respetando las diferencias, la multiculturalidad, etc.

Los países que dicen ser sistemas democráticos, deben ofrecer un programa integral de formación ciudadana, involucrando a las instituciones de educación en sus diferentes niveles, revisando los programas de estudio de materias donde se aborde la educación cívica, la educación en valores, educación para la ciudadanía, la educación democrática, educación para la paz; entre otras. Que la educación de los educandos esté centrada en los valores humanos y sociales que posibiliten su compromiso social.

Actualmente frente a una sociedad en constante cambio, la escuela o centros educativos juegan un papel preponderante para la formación de una cultura democrática, que involucre no sólo a las y los docentes frente a grupo, sino a la comunidad escolar en general.

John Dewey autor del clásico Democracia y Educación, destacó lo siguiente: “para que las personas consigan y mantengan una forma de vida democrática, deben tener oportunidades de aprender lo que esa forma de vida significa y cómo se puede practicar.”

Para lograr que la formación ciudadana que se imparte en las escuelas sea de calidad, a la par del cambio en los planes y programas de estudio, se deben generar espacios de reflexión de las y los docentes en los tópicos de formación de valores, educación cívica, derechos humanos, respeto a la diversidad y la igualdad de género.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (UNESCO) señala que la educación para la ciudadanía mundial aspira a ser un factor de transformación, inculcando los conocimientos, las habilidades, los valores y las actitudes que los educandos necesitan para poder contribuir a un mundo más inclusivo, justo y pacífico; está basada en tres ámbitos del aprendizaje:

- Cognitivo: Capacidades de adquisición de conocimientos y reflexión necesarias para comprender mejor el mundo y sus complejidades.
- Socioemocional: Valores, actitudes y competencias sociales que contribuyen al desarrollo afectivo, psicosocial y físico de los educandos, y les permiten vivir con los demás de forma respetuosa y pacífica.
- Conductual: Conducta, desempeño, aplicación práctica y compromiso.

Finalmente, la UNESCO destaca que la educación para la ciudadanía mundial (ECM) es la educación para transformar el mundo. Promueve el desarrollo de las identidades y sentidos de pertenencia a una humanidad diversa sobre los cuales se construyen y fortalecen el ejercicio de una ciudadanía responsable, comprometida y transformativa para el logro de sociedades más democráticas, pacíficas, inclusivas, sostenibles y con justicia social.

@malinalligr

Referencias
Educación para la Ciudadanía Mundial. https://es.unesco.org/ecm