A superar viejas prácticas en la BUAP
- Raymundo Alfaro Pérez
El llamado viejo sistema se niega a morir. La herida que le asestó el pueblo en el 2018 y el pasado 6 de junio del 2021 lo tiene agonizante y desesperado, al grado de que hoy los partidos de la derecha se ofrecen unidos para vender la idea de que salvaran a México, según ellos, de la peor desdicha que hemos padecido, pero el pueblo sabe y conoce muy bien cuáles son sus perversas intenciones de esos mercaderes y privatizadores de servicios y derechos sociales, como el de la educación, el empleo y la salud. Esa derecha insaciable que representa para nuestra nación una verdadera tragedia histórica y cultural, fue la responsable de la herencia de prácticas como el dedazo, el tapado, la cargada, el pasamanos, la frivolidad del sí señor, el servilismo, el enriquecimiento, el abuso de poder, etc. Degradando con esas gestiones a personas e Instituciones.
En estos momentos como en otros de nuestra historia, nos encontramos en una transición de régimen y las instituciones de educación superior como la BUAP se encuentran reflexionando y construyendo mejores formas metodológicas para enfrentar los retos del proceso educativo. En tiempos de la crisis sanitaria, y particularmente, acerca de las transformaciones que la sociedad exige a raíz del impacto que la pandemia del Covid-19 ha generado ya que esta tragedia mundial haya dejado en todos los sectores de la sociedad severos daños y según los expertos, la recuperación será a largo plazo.
En el ámbito educativo surgen muchas preocupaciones, y ante esta nueva normalidad, hay que darle respuesta a la pregunta: ¿para qué educar?, con el fin de recuperar la pérdida del sentido de la universidad pública en tiempos de transición democrática, ya que todo proceso de cambio debe contribuir a erradicar vicios tanto de forma, fondo y procedimientos de cómo gobernar a las Instituciones de educación superior. Se trata de avanzar y no retroceder en la historia.
Por lo tanto, el diálogo y la libertad de pensamiento debe ser el mecanismo para dar respuesta a una serie de preguntas que enfrenta el acto educativo, y no, la manipulación a través de mecanismos de control que dañan el quehacer universitario.
Aprendamos de la emergencia sanitaria a cómo cuidar nuestra salud, pero también aprendamos a cómo cuidarnos de los oportunistas, arribistas, así como de los mensajes a través de pronunciamientos, comunicados y desplegados mediáticos que pretenden suplantar a la voluntad de las mayorías, base sustancial de validez y legalidad de toda democracia. Hoy afortunadamente las benditas redes sociales contribuyen didáctica y dialécticamente a tener acceso a una educación cívica, contribuyendo a tomar conciencia respecto, de las arbitrariedades de quienes siempre le apostaron por privilegiar sus intereses personales, reproduciendo las viejas prácticas del antiguo régimen. Aprendamos a aprender a tomar conciencia pedagógica, para dejar un mejor legado a las futuras generaciones, tanto en lo social como en lo cultural y educativo. Por tanto y por cuestión de ética y principios jurídicos y de justicia deben retractarse tanto el rector Alfonso Esparza y el máximo órgano de gobierno de la BUAP de los actos y acuerdos que de manera ilícita se consumaron el pasado 4 de agosto.
Esa sesión de Consejo Universitario merece el calificativo de ilícito, ya que a todas luces se propusieron con sus acciones la transgresión del Estatuto Universitario, además de alterar el orden público universitario y las buenas costumbres. En sentido estricto, cuando se invoca al orden público, este se refiere al estado de coexistencia pacífica entre los miembros de una comunidad. Mientras que las buenas costumbres, y recordemos que la costumbre es una fuente importante del Derecho, destacándose que éstas debe ser siempre útil y no perjudicial al bien común ni contraria al Derecho. Y en las acciones con vicios e ilegalidades de un Consejo Universitario concluido y extralimitado en sus funciones para legislar, sus actos y acuerdos son nulos.