Los indios y la proclama del desarrollo

  • Ociel Mora
Se requieren gobiernos honrados que den cumplimiento a la normatividad indigenista

Aclaración. Prefiero el nombre de indios al condescendiente y paternalista de indígena, inventado por los finqueros yucatecos para diferenciar a los gañanes alzados de los sumisos y leales durante los barruntos de guerra de castas. Y ya que estamos en el punto de las aclaraciones aclaro que uno de los grandes cambios que se observa en la política indigenista de esta administración es el trato de hermano que se da la burocracia entre sí (supongo es una especie de contraseña de eficiencia). Lo consigno porque estoy seguro que muy pronto entrará triunfante en los anales de la antropología nacional. Ese sí que es cambio.

Recuerdo que cuando Cárdenas (Cuauhtémoc) era gobernador de Michoacán, ofreció una comida para indígenas muchachos de todo el país. En un mismo plato sirvieron el arroz, los frijolitos y algo de bistec. Los oaxaqueños no daban crédito a lo que tenían enfrente; en tanto que los del norte, altivos como son, se levantaron airados. Ofendidos por el pedazo de carne. Los tzotziles se enfermaron de la panza. Naciones muy distantes, en lo cultural y material. pero ahora muy armonizados.

Pues bien: esta en curso una consulta a los pueblos indios con el nombre de Iniciativa de Reforma Constitucional sobre Derechos de los pueblos Indígenas y Afromexicano. Los documentos oficiales prometen equiparar la ley mexicana con estándares internacionales (homologación recomendada por la ONU desde el 2007) y “resolver los graves problemas de marginación, pobreza, exclusión, racismo y discriminación” de los pueblos indios. El gobierno hace el compromiso de dejar atrás cualquier intento de paternalismos (la quinta esencia del indigenismo mexicano desde la Conquista), que suplante su voluntad; la Reforma se funda en lo que denomina “un ejercicio pleno de derechos de libre determinación y autonomía”.

En conclusión: el eje de la Reforma es reconocer a los pueblos indios como “sujetos de derechos público”. Se promete que con la nueva ley ahora sí las comunidades indígenas podrán decidir libremente sobre sus tierras, territorio y recursos naturales”. Es la iniciativa (todas las iniciativas son voluntariosas) habrá que ver que dice el Congreso y la letra chiquita que oculta los intereses político-electorales muy presentes en partidos y gobiernos. Tampoco se trata de nada nuevo dentro de la legislación nacional. Oaxaca y San Luis Potosí reconocen en sus respectivas constituciones locales a los indios en esa misma categoría de derecho, y que se sepa, su condición material y cultural de vida no ha cambiado gran cosa. Pero ese es otro tema.

Aquí recuerdo unos renglones escritos por el eminentísimo de don Gabriel Zaid hace algunos años y que aparecen en De los libros al poder (1988).

“Desde 1606, misioneros, antropólogos, turistas, ingenieros, médicos, sociólogos, economistas, políticos y comerciantes han llevado el progreso a los tarahumaras. De entonces a esta parte han cambiado muchas cosas, menos el estado de postración de los tarahumaras”. Han cambiado todos, ciertamente, menos el estado de bienestar de los indios. Ha cambiado la composición del gobierno, han cambiado el bienestar de los redentores de indios, pero no los indios. Todos han progresado, menos los indios. Porque todo parece estar robustamente diseñado mediante políticas públicas para que los indios se mantengan en su postración y garantizar la vigencia del negocio de los redentores.

Lo dicho por el poeta ingeniero miembro del Colegio Nacional descalifica todo lo hecho por el estado mexicano en estos 81 años de indigenismo oficial, y queda muy mal parada la antropología mexicana en su versión indigenista. Los miles y miles de millones de pesos destinados a ese propósito por los sucesivos gobiernos han servido para ascenso de los redentores no para romper el encierro del indio. Tampoco han servido de nada las toneladas de papel-proclama de nuestros expertos indigenistas. Por lo demás, homologar las acciones de los indios y de los descendientes de africanos esclavos, además de falta de respeto, es algo que no se le ocurrió ni a los virreyes y encomenderos.

Pues bien. El problema del indígena no son más derechos, ni más burocracia, ni más preservación, ni más presupuestos, ni más reconocimientos, ni más tratados, ni más discursos, ni más de nada que tenga como objeto al indio, porque mantiene su inmovilización.

Lo que se precisa son gobiernos honrados y eficientes que acaten y den cumplimiento a la normatividad vigente en lo tocante a los indios.

Veamos si no.

En un recuento a azar sobre los distintos instrumentos internacionales que protegen los derechos de los indios, a partir de la creación de la UNESCO (1945), encontraron la siguiente lista:

Declaración Universal de los derechos Humanos (ONU, diciembre de 1948

Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 27 de junio de 1989)

Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural (UNESCO, noviembre de 2001)

Proclama del Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo (proclamado el 20 de mayo de 2002)

Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial (octubre de 2003)

Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (20 de octubre de 2005)

Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (13 de septiembre de 2007)

Pacto internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (ONU, diciembre de 1966)

Pacto Internacional de Derechos civiles y Políticos (ONU, diciembre de 1966)

Igualmente tutelados por la UNESCO, están los programas de patrimonio Patrimonio Mundial, Patrimonio Monumental, Patrimonio Mobiliario, Patrimonio Inmaterial; de las llamadas culturas vivas: Expresiones Tradicionales, Artesanía, Expresiones Contemporáneas, Lenguas y Derecho de Auto; del desarrollo sostenible: Turismo Cultural, Saberes Autóctonos.

Unos más otros menos, pero todos inciden positivamente en el desarrollo de los pueblos indios, ya en lo material, ya en lo espiritual. Todos han sido suscritos y ratificados por México en sus respectivos convenios.

He omitido de manera deliberada los muchos instrumentos nacionales (por ejemplo, reforma al Artículo 2 de la CPEUM, por el que se reconoce la composición pluricultural de la nación, sustentada en los pueblos indígenas, se promulga la ley de derechos Lingüísticos –que crea el INALI–, la ley para Prevenir y eliminar la discriminación, se establecen reformas en las leyes de Salud y Educación, la Ley de Planeación, etc., etc.).

¿Qué veo en la consulta? Decisiones de politiquería barata. Quitarle los reflectores al movimiento indígena que desde antes de las elecciones del 2018 rompió con Morena (ver los comentarios de los voceros Magdalena Gómez y Gilberto López Y Ribas), pero sobre todo contrarrestar la campaña internacional del EZLN. Pero habría una más importante: crear desde ahora la narrativa de que no fue la incompetencia del gobierno sino las fuerzas del mal, conservadoras, del pasado, Salinas, El Chupa Cabras, López Dóriga, los que impidieron el triunfo de la Buena Voluntad presidencial.

@ocielmora

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Ociel Mora

Es vicepresidente de Perspectivas Interdisciplinarias, A. C. (www.pired.org), organización civil con trabajo académico y de desarrollo económico de grupos vulnerables; y promotora de acciones vinculadas con la cultura comunitaria indígena y popular. Su línea de interés es la Huasteca y la Sierra Norte de Puebla.