“Coopelas o cuello”… la hawala y los cárteles
- Ernesto Aroche
Como en serie televisiva, en 2018 un grupo de agentes federales seguían los pasos de un grupo delictivo dedicado a traficar drogas ilegales de Sudamérica a México, y el seguimiento se toparon con algo que no esperaban.
Luego de intervenir ocho números telefónicos y hacer seguimiento a los sospechosos los agentes de seguridad detectaron a un grupo de personas de nacionalidad china dedicadas a la transferencia de dinero de origen ilícito. Una suerte de banqueros del crimen organizado que evaden los controles del sistema financiero internacional, a través de un viejo mecanismo conocido como “hawala”, modelo que tiene sus orígenes en la antigua Ruta de la Seda.
A través de las conversaciones y mensajes pudieron ubicar que la célula delictiva también traficaba con órganos de animales exóticos y especies protegidas, y que operaba en el área de Polanco, Tlalpan y Zona Rosa, de la Ciudad de México.
“La célula de chinos trabaja para cualquier organización (no necesariamente sólo para las dedicadas al narcotráfico), que requiera el manejo de dinero entre los Estados Unidos, México, Centro y Sudamérica, utilizando el método ‘HAWALA’ con dólares americanos”, se lee en un documento de inteligencia militar al que se tuvo acceso.
La historia de la célula china fue hallada en la montaña de correos de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), que la operación del grupo hacktivista Guacamaya puso a la luz pública. Estaba adjunta en un correo electrónico enviado por el área de Tecnología de Información al Centro Nacional de Fusión de Inteligencia (CENFI) el 23 de enero de 2022.
En ese mismo año –el cuarto del gobierno de Andrés Manuel López Obrador–, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) comenzó a sumar Registros de Operaciones Inusuales presentados por entidades financieras en donde se presume el uso de la “hawala”, sistema informal de transferencias que se usa en el mundo con fines legales e ilícitos.
En respuesta a una solicitud de información, la UIF informó que en 2022 registraron un reporte donde “se hace mención de la palabra hawala o hawuala”; para 2023 se reportaron dos, y hasta septiembre del 2024 se sumó uno más a los datos oficiales. Cuatro en total. De 2010 a 2021 hubo cero registros, incluyendo el caso de 2018.
Además, en un documento de inteligencia y prospectiva elaborado en marzo de 2020 por las direcciones de inteligencia e investigación de la Guardia Nacional, se reconoce que hay una relación entre las organizaciones delictivas chinas ubicadas en territorio nacional y los narcotraficantes mexicanos para “lavar el dinero que obtienen por la venta de drogas en todo el mundo”.
En el informe, ubicado también en la filtración de los correos de la SEDENA, se lee: “Adicionalmente, las redes de narcotraficantes mexicanos reciben el apoyo de organizaciones chinas que tienen base en la Ciudad de México para lavar el dinero que obtienen por la venta de drogas en todo el mundo. Las células delictivas de origen chino han logrado instalar en nuestro país, una red empresarial para lavar las ganancias que se obtienen por el tráfico y comercio de fentanilo”.
Señala también que, de acuerdo con una alerta de la UIF, “las organizaciones delictivas chinas encubren los movimientos de sus recursos financieros con la operación de comercializadoras de prendas de vestir, inmobiliarias, restaurantes, industria farmacéutica, industria automotriz, servicios veterinarios para mascotas, laboratorios clínicos, comercializadora de productos diversos, entre otros”.
Esta historia la conté hace unos días en las páginas del diario El Universal, y acá la pueden leer completa (por suscripción).
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Mientras hacía el reporteo de ese trabajo no dejaba de pensar en Zhenli Ye Gon, el chino aquel de la famosa frase “coopelas o cuello”, que supuestamente le dijo el poblano Javier Lozano Alarcón por ahí del 2006 cuando era funcionario federal en la administración del panista Felipe Calderón. ¿Se acuerdan del momento, de las fotos con la montaña de dinero que encontraron en la casa de Ye Gon? Una friolera de dinero, más de 200 millones de dólares que en físico era algo así como media habitación llena de billetes.
Bueno, a los chinos de la historia publicada les confiscaron más de 200 millones de pesos, una fracción de lo que le confiscaron a Ye Gon, es cierto, pero más allá de los montos lo que me hace ligarlos es la necesidad de tener montañas de dinero al alcance. La hawala necesita de eso, de montañas de dinero en diferentes lugares, porque lo que se transfiere es solo el valor del dinero, pero no los billetes.
Imaginemos que la célula que se investigaba había recibido la petición de enviar un cargamento de varias toneladas de cocaína, para ello necesitaban pongamos unos 5 millones de dólares para la operación completa (pago de la coca, traslado, sobornos, etc). Y no es que el comprador en México pueda simplemente abrir su aplicación y transferir el dinero, o acercarse a un OXXO y pedir una transferencia.
Ahí entraban los chinos. Ellos recibían el dinero en billetes en México, 5 millones en contante y sonante, más su comisión. Hablaban con otro corredor de la hawala en Sudamérica y le dicen: compa, acá ya nos soltaron el varo, entrégales 5 millones en contante y sonante a la persona que te entregue el siguiente código. Y todos felices, pero el billete se queda en México para ser usado en una siguiente transacción, pero mientras hay que guardarlo en algún lugar, por ejemplo, una casona en la Ciudad de México.
¿Por eso tenía tanto efectivo en su casa Ye Gon? No lo sé, pero suena plausible. Y por lo visto en la célula detenida en 2018 y en otros casos documentados en otros países, las personas dedicadas al lavado de activos o a mover valores por vías informales suelen dedicarse a otras actividades ilegales más.
De acuerdo con una investigación del gobierno gringo, llamada Operación Fortune Runner, los lavadores chinos asociados al Cártel de Sinaloa aprovecharon una limitación financiera establecida por el gobierno chino para evitar la fuga de capitales que impide a sus ciudadanos sacar más de 50 mil dólares al año del país. Ante eso, algunos empresarios chinos han optado por ocupar los servicios de grupos dedicados a la hawala para mover su dinero sin dejar huella el sistema formal, y del otro lado del mundo el narco usa esos flujos y aprovecha la hawala para mover valores a China y pagar con ello los precursores químicos que necesita, o lavar el dinero con compra de bienes. Negocio redondo pues.
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El 11 de noviembre pasado metí una solicitud de información a un municipio conurbado de la capital poblana. Allá simplemente me ignoraron, no hubo respuesta pasado el mes que tienen por ley para contestar. Ante la ausencia de respuesta metí una queja ante el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública, que en la práctica sigue activo, pero a veces ya lo dudo.
Bueno, pues para que el ITAIP revise la falta de respuesta tiene como plazo límite (aunque podría prorrogar la fecha) el 20 de febrero de este año. Es decir, que si el ITAIP cumple con resolver mi queja en la fecha establecida habrán pasado casi cuatro meses para que pueda tener acceso a información pública. !La rapidez de las instituciones de transparencia, caray!
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Egresado de Comunicación y Periodismo (UNAM). Reportero de investigación y firme creyente en la transparencia como herramienta social y periodística. Ha colaborado en diversos medios locales y actualmente co-dirige el portal electrónico Lado B. Es coautor del libro Los Gobernadores: Caciques del pasado y del presente.