Educación y ciencias: pensar y sacar conclusiones
- Juan Martín López Calva
En memoria del Dr. Mario Molina (1943-2020), Premio Nobel de Química 1995.
“Es importante enseñarle ciencias al niño porque es la manera más clara de pensar, de sacar conclusiones, basadas en la evidencia. En lugar de enseñarle a pensar al niño, se le enseña toda una serie de materias enfatizando la memorización, en vez de la racionalización”.
Mario Molina.
Con apenas unas horas de diferencia ocurrieron en México dos noticias trágicas para el campo de las ciencias y la cultura: la extinción de 109 fideicomisos, muchos de ellos dedicados al fomento de la investigación científica y el fallecimiento de uno de los científicos más destacados que ha dado este país, el Dr. Mario Molina, quien obtuvo el Premio Nobel de Química en el año 1995 junto con Paul J. Crutzen y Frank Sherwood Rowland, por el descubrimiento de las causas del agujero de ozono de la Tierra y de la amenaza que representan los clorofluorocarbonos para la atmósfera.
Las investigaciones realizadas por el Dr. Molina y sus colegas generaron al inicio críticas de la comunidad científica que consideraba exageradas sus conclusiones y los llevaron también a enfrentar el enorme poder de las grandes empresas transnacionales que vieron amenazadas sus ganancias económicas por estos descubrimientos, pero su tenacidad y la aportación de evidencias concluyentes que demostraban la veracidad de sus hipótesis terminaron por imponerse y obtener el reconocimiento que merecían.
La divulgación y defensa de sus estudios sobre el agujero de ozono de la antártida incidieron en decisiones de política internacional y llevaron a la creación del Protocolo de Montreal para reducir el adelgazamiento de esta capa en la atmósfera terrestre.
Se ha hablado poco de que gracias en buena parte a la obtención del Premio Nobel de Química por parte del Dr. Molina, el entonces presidente Ernesto Zedillo envió al Congreso de la Unión la iniciativa sobre la doble nacionalidad que hasta entonces estaba prohibida, con el fin de que el científico mexicano más reconocido a nivel internacional pudiera recuperar la nacionalidad mexicana a la que tuvo que renunciar para poder obtener la estadounidense con el fin de continuar con su carrera científica en el vecino país del norte.
Después de obtener el Nobel, decidió regresar a vivir a México y fundar el Centro Mario Molina para el desarrollo de la investigación sobre el medio ambiente. Desde esta institución convocó a grandes científicos del MIT y otras prestigiadas instituciones para crear un equipo interdisciplinario que contribuyera, desde la integración del conocimiento más actualizado, a “…identificar y proponer estrategias de política pública para que la megaciudad de la Ciudad de México continuara con las mejoras de la calidad del aire y se liberara de la deshonrosa calificación de ser la más contaminada del mundo…” según afirma el grupo Mundo Químico en un artículo de homenaje publicado en el diario Reforma el viernes pasado. “…Y, Mario, lo logramos juntos…” dicen en este mismo artículo[1].
El fallecimiento del Dr. Molina, único Premio Nobel mexicano en el campo científico significa una gran pérdida para nuestro país. La mejor manera de rendirle homenaje a una de las mentes más brillantes que ha dado nuestra nación es escuchar sus consejos. Tomo en este artículo los dos que considero más relevantes.
El primero de ellos tiene que ver con valorar por fin la enorme importancia que tiene la ciencia para el desarrollo económico y social de los países como él afirmaba. Retomando sus palabras: “En México estamos un poco retrasados. Necesitamos ponerle más énfasis a la ciencia, tanto las fundamentales como las aplicadas, a la innovación”[2].
Este mayor énfasis no parece estar dentro de los planes del actual gobierno como no lo estuvo en los anteriores. Tenemos un país en el que históricamente se ha tenido una inversión insuficiente tanto del sector público como del privado destinada a la investigación y el desarrollo científico, tanto en las ciencias básicas como las aplicadas.
Por el discurso presidencial desde la toma de posesión hasta hoy y por los hechos concretos reflejados en la disminución real del presupuesto destinado a este campo en el presupuesto federal y en el golpe a los centros de educación superior de alto nivel y a los institutos y centros de Investigación públicos recientemente dado por el poder legislativo por instrucciones del ejecutivo, tal parece que el retraso que señalaba el Premio Nobel mexicano no solamente no va a resarcirse sino que va a aumentar en los próximos años.
El segundo gran consejo del Dr. Molina para el desarrollo de nuestro país es el que está planteado en la cita que sirve de epígrafe al artículo de hoy. Se trata de la importancia de la enseñanza de las ciencias en nuestro sistema educativo desde las edades más tempranas.
Si leemos algunas de las semblanzas biográficas de este gran personaje podemos apreciar que su vocación científica se despertó desde una edad muy temprana en la que pedía a sus papás como regalo juegos de Química o instrumentos y materiales para hacer experimentos. Esta curiosidad natural de los niños al observar el mundo natural que les rodea y hacerse preguntas para tratar de comprenderlo y de explicar sus fenómenos no es estimulada suficientemente ni en casa ni en la escuela.
La adecuada valoración de las ciencias en el currículo escolar tendría que ser una prioridad tanto para formar a los futuros científicos –y ¿Por qué no? futuros Premio Nobel- que este país necesita para desarrollarse y superar sus enormes rezagos históricos como para desarrollar las capacidades para pensar con claridad y sacar conclusiones basadas en la evidencia y no en lo que dicen los medios, los políticos o las redes sociales.
Sin embargo tenemos todavía, tristemente, una educación escolar en la que como dice “nuestro” Nobel mexicano, en lugar de enseñar a pensar se enfatiza la repetición y la memorización de fórmulas, operaciones o datos que no son comprendidos de manera significativa.
Creo que más que enviar tuits o hacer discursos políticos con mensajes y pésames por la muerte del Dr. Mario Molina, habría que apoyar a los científicos que ya están haciendo investigación y desarrollar el pensamiento basado en evidencias y las vocaciones científicas en las futuras generaciones. A estas alturas es claro que no es que no se pueda, sino que no se quiere.
[1] Mundo químico. 'Nuestro' Premio Nobel en REFORMA, 09 de Oct. https://reforma.com/Yx4Hvr
[2] Cambio Climático: Ciencia y Política, en la Facultad de Química, en enero 2020.
https://tecreview.tec.mx/2020/10/08/tendencias/momentos-y-frases-emblematicas-de-mario-molina/
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Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).