La increíble vida de Sorrectáforo Domínguez Parte 2

  • Alberto Pacheco Márquez

---20 euros saliendo el día de hoy a las 5 de la tarde--- ofrecía la ejecutiva de la aerolínea.

En menos de 24 horas, Sorrectáforo estaba a punto de haber pisado 3 países distintos, algo impensable hasta ese momento, para él y para toda su estirpe; tomó el vuelo...

Siendo las 19:30, se encontraba ya, fuera del aeropuerto de Cracovia, no sabía qué hacer ni adónde dirigirse, pero nuevamente la diosa fortuna parecía anclada a sus zapatos.

---Venirte conmigo, seguramente en el hostal habrá lugar para ti y si quieres, podemos salir de paseo juntos a explorar--- le ofrecía Joaquín, un chico de tan solo 19 años, que iba a visitar a sus amigos que hacían erasmus en Polonia. Sorrectáforo, se levantó, tomó sus cosas y no lo dudo.

Desde el primer instante en que subió al autobús que los llevaría hasta el centro de la ciudad, se encontró con un mundo que le resultaba increíblemente irreal, por primera vez en toda su existencia, sintió la ausencia de miedo.

Buscaba afanoso los rayones en los asientos, se estremecía, viendo a otros utilizar sus tablets y hasta laptops con total impunidad; en cada semáforo, esperaba que algún simpático payasito se subiera a ganarse unas cuantas monedas o a la jefecita, que angustiosa, le rogaría por venderle un par de bolsas de Sabritas caducadas.

Miraba por las ventanas; avenidas con amplias banquetas, total ausencia de puestos chaluperos y, faltaba más, sin la neblina que provocan los anafres, en los que la danza del fuego, se eleva con grandilocuencia hasta cortejar a lo elotes, que, como dandis del sabor, estimulan las ansias gastronómicas de los peatones.

Había cruzado el umbral a Neverland, no dejaba de ver atónito todo a su alrededor, la gente, le parecía particularmente distinta, más altos, más fuertes, más bellas, más inalcanzables, aunque precisamente, inalcanzable, era algo, con lo que había lidiado toda la vida.

Le contó a Joaquín todo el periplo que debió pasar para llegar hasta Cracovia y de inmediato este le dijo ---vaya que eres valiente tío, no hablas ni tantito inglés y estás casi en el trasero de Europa, pero mira que te voy a mostrar un sitio adónde creo, que te podrán hacer más fácil todo---

---Se llama couch surfing y es una plataforma de hospedaje gratuito y la única condición es que seas una tía follable o que te encuentres a otro mexicano, ven mira, vamos a buscarte algo--- le explicaba mientras ambos se carcajeaban.

---Menuda suerte macho, mira este perfil de otro mexicano, es un tío y dice que solo acepta mujeres, joder tío que solo ha de estar aquí para follar; alberca, jacuzzi, 3 cuartos disponibles, menudo cabrón ja, ja , ja, pero seguro que por ser mexicano, a ti sí te ayudará…manos a la obra---

Acto seguido, Sorrectáforo tenía un perfil listo, aunque claro, de forma escueta “Hola a todos, soy Domínguez, mexicano, primera vez en Europa y busco alojamiento por 2 noches, a cambio, ofrezco grandes historias, cocinar comida mexicana y enseñar palabras chidas en español”…, en su descripción, ya habían 2 grandes mentiras.

Eran las 11 de la noche y yo me encontraba en un conocido bar de Cracovia, acompañado por mi cita de Tinder en turno, cuando de repente, recibía la notificación, solicitándome alojamiento en mi departamento. En la foto de perfil, aparecía un simpático muchacho, vistiendo una playera de las chivas fajada a su pantalón de vestir y unos tenis de cuero blancos, recargado sobre un auto visiblemente tuneado.

“hola Alberto, qué gusto encontrar a un paisa tan lejos, soy Domínguez y es mi primera vez aquí, no hablo inglés y si me pudieras recibir y dar consejos de qué hacer, te lo agradeceré mucho, si no te es posible, ojalá al menos podamos beber algo, me encantaría conocerte” finalizaba el mensaje.

---Muy bien Domínguez, te puedo hospedar mi hermano, aunque ya tengo a otras 3 personas en mi departamento, sin embargo, aún me sobra una habitación, paso a traerte frente a la estatua del rostro en el mercado antiguo mañana a las 11 am--- le respondí.

Sorrectáforo, esa noche decidió no salir del hostal, ya era demasiado para él, compartir habitación con personas que le parecían salidas de otro planeta y, que sin pudor alguno, deambulaban exhibiendo sus cuerpos desnudos y hablando idiomas que para él, eran solo sonidos sin sentido alguno…se hizo bolita en la cama y con un lazo de tendedero que misteriosamente apareció entre sus cosas, se amarró a su maleta y procedió a dormirse, no sin antes programar la alarma de su reloj Roleds digital.

5 minutos antes de las 11, ya me encontraba en el lugar, esperando al folclórico Domínguez, él apareció en punto de las 11 y era imposible no reconocerlo, vestía un pantalón de poliéster brilloso color marrón con pinzas y de corte entre recto y de pachuco, zapatos de punta cuadrada color negro, seguramente flexy, cangurera a la cintura, una chamarra, gorro peruano y su bandera de México atada a su mochila de viaje y que emulaba, a un valiente niño héroe.

---Alberto, mucho gusto, todo un dandy caracho--- me decía mientras me saludaba, me veía de arriba abajo, con admiración, yo le devolvía el gesto.

---Hermano, pero qué es este outfit, hace mucho calor---

---Es que nunca había venido a Europa y me dijeron que hacía frio todo el año y la verdad no me preocupe en checar en internet--- Seguro te lo dijo tu abuelita verdad ---Así es---Reía mientras me confirmaba la sentencia.

Bueno, pues comencemos por que te quites esa chamarra porque te vas a asar y vámonos al departamento, está a 15 minutos caminando y de paso te mostrare el castillo de Wawel, el dragón y algunas avenidas muy hermosas de esta ciudad, y también por unas cervezas corona de bienvenida---

--- esas sí, ¿bien Elodias verdad? --- me cuestionaba… yo solo le sonreía.

Domínguez, no paraba de asombrarse con la inmensidad de Cracovia, a cada paso, en todo rincón, incluso el cielo y las nubes le parecían algo nuevo y se maravillaba con el espectáculo sempiterno de la belleza femenina polaca. Sus ojos, se movían en sentido contrario a toda lógica, uno apuntaba a la izquierda y el otro se mantenía fijo a la derecha, como un reloj al cuarto para las 3.

---¿has tenido muchas novias europeas? --- preguntaba con timidez.

---demasiadas amantes--- le respondí…, reímos.

Una calle antes de mi departamento, nos detuvimos en una tienda de conveniencia adónde no solo compraría cervezas, sino algo más, para lo que nos aguardaría de noche.

---¿con cuánto te coopero? --- me preguntó con mucha timidez e inocencia, aquella propia de un niño que se ofrece a pagar con algo más que dinero, ingenuidad.

---Yo invito hermano, descuida, ya verás lo que nos espera más tarde---

Apenas íbamos llegando al complejo y él ya estaba en shock

---wow, eres hijo de un narco o qué---

---Algo así--- le respondí, mientras sus ojos expresaban una curiosidad paralela al miedo.

---Es broma, no te espantes hermano--- afirmé para menguar ese miedo que lo había paralizado.

Finalmente entramos al departamento, le mostré las amenidades y su recámara ---Esto es mejor que un hotel--- casi gritaba mientras yo le destapaba una corona.

---Salud---

---Descansa, relájate y prepárate, porque al rato tendremos una fiesta que te dejará perplejo---

---¿más de lo que ya estoy?, oye, pero mira, me da mucha pena, como te habrás dado cuenta, mi ropa es horrible, ¿no crees que sea problema?

---Es infame, pero no te preocupes, si traes unos jeans de corte más ajustado, con eso basta, yo te puedo prestar un par de camisas que me quedan muy chicas y ya no uso y por los zapatos, no te preocupes, te prestaré unas pantuflas y con eso bastará---

Nos acabamos las cervezas que bebíamos, lo dejé acomodado en su recámara y salí a realizar unas actividades.

Pasadas las 8 de la noche, me volví al departamento, se me había hecho un poco tarde, ya que, a las 9 pm, aparecerían mis otros huéspedes y también, comenzarían a llegar otras y otros invitados.

Presuroso, tomé una ducha, me vestí y unos pocos minutos antes de las 9 pm, le di las camisas a Domínguez y le dije que estuviera listo en cuento pudiera.

Sonó el timbre, eran mis otros huéspedes, dejaron sus compras en la cocina y se fueron rápidamente a su recámara, en ese momento, ni Domínguez ni ellas se habían visto aún; yo me senté en el living mientras programaba la música y encendía la chimenea eléctrica.

a las 21.30 horas, unos amigos de Hungría hacían su aparición, acompañados de varias botellas de vino, siguieron solo mujeres, amigas de rusia, ucrania, polacas, francesas y un par de latinas, una de Uruguay y otra colombiana.

Las mujeres, lucían como ángeles que diligentemente, preparaban botanas y alimentos, enfundadas en ajustados vestidos con escotes infinitos; impecables, libres, dispuestas a ser cubiertas por el manto de la noche y de la fiesta perpetua.

 

---Pero ¿Y Domínguez? Me preguntaba, al tiempo que tocaba la puerta de su recámara sin obtener respuesta.

---Quizá vio a las mujeres y ya se escondió debajo de la cama---

---O ¿Se habrá escapado? Mmm, abrí la puerta entonces ----¡ahí está su mecate y su cangurera! ---

Mientras su pasaporte, de manera beligerante se asomaba encima del tocador.

---Por cierto, ¿cuál es su nombre de pila?, pues vamos a checar---

---Sorrectáforo Domínguez Tecpanecatl…, ah pillín--- expresé con angustia, mientras cínicamente, no paraba de reír.

---Esta noche, se pondrá muy interesante…

Esta historia continuará…

 

 

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Alberto Pacheco Márquez

Especialista en Desarrollo Regional y Gestión de Inversión Extranjera y Conferencista. Se desempeñó en el sector público y privado en México como en el extranjero. Dedicado a la vinculación entre México y Polonia