Repartir en efectivo

  • Víctor Reynoso
Es hacer llegar el dinero a los pobres.

Profesor de la UDLAP

De los intelectuales mexicanos, pocos hay tan alejados del presidente López Obrador como Gabriel Zaid. Es por eso interesante encontrar una coincidencia: desde hace varias décadas, Zaid propuso en El progreso improductivo (1979) algo similar a varias de las principales políticas de AMLO: repartir en efectivo. El gobierno actual reparte dinero en efectivo para personas de la tercera edad y para discapacitados. Para los jóvenes que participen en empresas la política es distinta, pues se les da efectivo por algo a cambio.

La misma decisión, repartir en efectivo, puede tener objetivos, consecuencias, espíritu, muy distintos. Todo depende qué sentido se le dé, de qué otras políticas y contextos se acompaña el reparto. La propuesta del autor de El progreso improductivo es clara: el dinero de los impuestos llega rara vez a los pobres. Se queda en la burocracia: sueldos, edificios, automóviles, prestaciones. Algo así decía un colega, que anda eso: las políticas de combate a la pobreza en México solo han sacado de pobres a los “pobretólogos”, a los académicos encargados de estudiar, diseñar, evaluar a las políticas de combate a la pobreza.

Repartir directamente es hacer llegar el dinero a los pobres, en lugar de enriquecer a los aparatos de la administración pública. Implica, dice el autor, aumentar la oferta de productos, porque si solo se incrementa la demanda (resultado de que los pobres tengan más dinero) habrá inflación. Considera objeciones, como que ese reparto puede fomentar el consumismo, o incluso el alcoholismo. Considera que sí, habrá algunos casos, como en todo grupo humano (ricos, pobres, clase media), pero también habrá consumo inteligente e incluso inversiones productivas. El reparto disminuirá la pobreza y la desigualdad.

Una digresión sobre el neoliberalismo. La propuesta zaidiana puede considerarse neoliberal. Debilita al aparato estatal. En lugar de hacer crecer su personal, presupuestos, recursos en general, de la administración pública, da el efectivo directamente a los pobres. Tiene que ver con el Estado mínimo, o Estado no obeso. Curioso, que una política “neoliberal” sea implementada ahora por un crítico del neoliberalismo.

Pero, más allá de repartir en efectivo, ¿coinciden las políticas de Zaid y la de AMLO? En espíritu pueden considerarse antagónicas. Para Zaid se trata de que una institución, es Estado, quite dinero a los que tienen más para hacérselo llegar a los que tienen menos. En el caso del gobierno actual al parecer la intención es que no sea el Estado, sino la persona que lo dirige, Andrés Manuel López Obrador. Ha hecho énfasis en que el reparto de efectivo que realiza su gobierno lleve el nombre y el apellido del presidente de la República. Nada que ver con una propuesta de un autor de libros, o de un académico, o de una disciplina. Es una idea que salió de la cabeza y del corazón de Andrés Manuel.

La propuesta zaidiana crearía, en principio, independencia. La de López Obrador, dependencia.

Por eso una de las principales preocupaciones de sus críticos es que está creando una base clientelar de fieles a los que podrá manipular para concentrar y extender su poder político. La lealtad de estas presuntas clientelas no sería a una política del Estado mexicano, sino a una persona. Con las consecuencias que ya hemos visto cuando el poder político adquiere un carácter personal.

Puede que en espíritu las dos propuestas sean muy distintas. Pero la coincidencia de las mismas no deja de ser interesante. Que dos extremos de nuestro espectro político hayan propuesto algo similar, repartir en efectivo, llama la atención y merece ser reflexionado y analizado.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.