Querida Claudia
- Elmer Ancona Dorantes
Elmer Ancona Dorantes
Qué triste es tener “juguete nuevo” y no poder divertirte a lo grande; no sabes para qué sirve ni cómo se usa; no sabes ponerle las pilas ni puedes echarlo andar; no has leído adecuadamente las instrucciones.
Quien te lo regaló no te dijo que este “juguete” es sumamente delicado y que si no lo tratas con tacto, con delicadeza, se te puede romper entre los dedos; mira nada más, te lo dieron hace cinco meses y ya lo tienes hecho pedazos.
Lo peor de todo es que no lo quieres compartir; crees que es completamente tuyo, cuando hay amigos y amigas a tu alrededor que también quieren disfrutar de sus cualidades, de sus atributos.
¡Ah, que Claudia! Creíste que te iban a regalar una dulce y tierna muñeca, una pequeña Barbie que te llenaría de sueños, de ilusiones, de momentos gratos e inolvidables. Pero no fue así. Fue todo lo contrario.
Te regalaron una yegua salvaje, enfurecida, brava, que desconoce hasta a su propia creadora; no es nada fea, es hermosa, es esbelta y atractiva, pero pocos pueden domarla.
Para lograrlo, por supuesto, hay que tener inteligencia y sabiduría, acompañada de carácter, fuerza, coraje, entusiasmo y, sobre todo, humildad; este “juguete” tiene mucha potencia, una endemoniada patada. No todos lo controlan.
¿Acaso tú podrás? Quienes te lo regalaron, tus benefactores, no te dijeron que el “juguete” es sumamente peligroso por donde quieras verlo; hubiese estado bien que te alertaran: “Todos van a querer arrebatarte tu pequeña yegua”.
Por si no lo sabes, aunque es “nuevo” para ti, ese mismo “juguete” ya lo han acariciado otros, ya ha pasado por otras manos, así que no te creas eso de que eres la única dueña.
Además, por si no te has dado cuenta, tiene fecha de caducidad (lee la letra pequeña); te va a durar tan solo tres años, así que, si no lo aprovechas te quedarás sin nada, sin “juguete” y sin amigos. Por ególatra, por sorda.
Querida Claudia, permite expresar lo que pienso: los juguetes son para compartirlos, de nada sirve abrazarlos y atesorarlos para uno mismo cuando hay decenas de amigos y amigas con los que te puedes divertir a lo lindo.
Te la pasas diciendo que los que te piden compartir lo que tienes son tus verdaderos “enemigos”, unos misóginos que quieren aguarte la fiesta; que lo único que buscan es quitarte el “juguete nuevo”, cuando no es así.
A ver, qué pasaría si los invitas a jugar, si los convocas, y les preguntas dónde poner las pilas, dónde oprimir el botón de “arranque”, cómo comenzar el juego. Te aseguro que lo vas a disfrutar como nunca.
Por si fuera poco, tus “amigos”, los que toman los juguetes con la mano izquierda, no te están ayudando en nada; ellos mismos se burlan de ti, no te orientan, no te dan indicaciones acertadas, no quieren que te mantengas. Por eso lo pagarán muy caro.
Hace un par de días, a uno de tus “amigos” le dieron otra oportunidad para tener un “juguete” más grande que el tuyo, pero como todos saben que tú no quieres compartir el tuyo, quizá piensen que lo mejor será no jugar tampoco con él.
En ese “círculo de la amistad” lo que hace uno termina perjudicando al otro, al más cercano; así que si no quieres dañarlo pues tendrás que cambiar tu estrategia de juego ¡O ganan los dos o a los dos se los cargará la… Nebula, hija de Thanos!
Querida Claudia, lo que la gente piensa es que los que se hicieron de “juguetito nuevo” son unos díscolos, unos pedantes, unos soberbios, unos mentirosos, unos egoístas. Creo que la gente “de a pie” tiene la razón.
Lo peor de todo es que quienes estrenaron “juguete” nunca gozaron de uno bueno en su corta o larga vida; pregonaban una especie de pobreza lastimera que hacían llorar a todos. Hasta que los descubrieron.
La gente ahora sabe que esos “nuevos niños ricos” tampoco saben compartir lo que tienen; eso genera vergüenza, rabia, descontento, mal humor, resentimientos, división.
El “no compartir” los juguetes trae serias consecuencias para todos. La vida se hizo para eso, precisamente para tener, dar y repartir. El intercambio de juguetes siempre será más placentero para todos.
Querida Claudia, te prometo que si entiendes mis propios tropiezos tendrán no solo uno, sino muchos juguetes nuevos que te harán sentir la mujer más bendecida del mundo.
Quizá no sepas “arrancar” este “juguete nuevo” que te ha caído en las manos, pero habrá otros que con tan solo un “click” lo harán vibrar, harán galopar a esa yegua a toda velocidad.
Si ya lo tienes hecho pedazos en tan solo cinco meses, no te preocupes, aún se puede reconstruir; aún se puede armar con piezas nuevas; aún tienes la oportunidad de compartir con los demás.
Querida Claudia, déjate llevar ¿Qué esperas? ¿Qué todo se derrumbe? ¿Qué todo se vaya por la borda? ¿Qué nunca más nadie quiera jugar contigo? No te dejes engañar. Los juguetes no son para siempre.
@elmerando
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Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.