Puebla: Gobernante Humanista
- Elmer Ancona Dorantes
Por: Elmer Ancona
Lo que necesita Puebla es un gobernante humanista que se dedique, en cuerpo, alma y mente, a reducir las necesidades más apremiantes de la gente, principalmente de los 3.7 millones de pobres que no tienen ni para dónde voltear para recibir ayuda.
El estado de Puebla tiene muchos políticos capaces –y también rapaces- que pueden presumir su larga trayectoria como funcionarios públicos, su participación social y partidaria.
Hay hasta quien pone su Currículum Vitae en inglés para que todos se den cuenta que han pisado universidades extranjeras; frivolidades que a nadie interesa –al menos no al pueblo- porque los ciudadanos no viven de la historia de vida inventada de sus gobernantes.
Los poblanos no necesitan intelectuales, ideólogos, dogmáticos, doctrinarios o lumbreras que los gobiernen; piden a gritos una mujer o un hombre sensibles a sus carencias básicas.
Cada vez que vemos en los medios de comunicación levantar la mano de quienes quieren ocupar La Silla de Sillas, lo primero que nos viene a la mente es lo que han hecho por la gente de este noble Estado. Poco o nada útil.
Unos son más jóvenes que otros; unos gritan más que otros; unos se engrasan el cabello mejor que otros; hay quien gusta aparecer presumido, trajeado y perfumado –hasta con novias jóvenes- para que la gente vea la vitalidad que posee. Dan risa.
Ya aparecieron e hicieron sonar su nombre los “neopolíticos” que quieren vender la apariencia de que llegan con ideas revolucionarias, transformadoras, utópicas, capaces de hacer nacer una nueva Puebla, diferente a las que han existido (las muchas Pueblas). No es cierto. Demagogia pura y venta de espejitos.
La grandeza de Puebla ha existido siempre, con o sin políticos avariciosos, corruptos, malnacidos, que han infligido severos daños a la población; el Estado es más grande y emblemático que las hordas y tribus que lo agreden y deshonran.
También están los “políticos de antaño” que viven de viejos recuerdos, de sueños pasados (y guajiros) que nunca pudieron concretar; son esos amantes a la antigua que suelen no hacer nada provechoso por la gente, por la ciudadanía, mientras están en el poder.
Puebla no necesita mano dura ni mano blanda, ni pieles tersas o arrugadas; únicamente requiere políticos y candidatos con el corazón vivo, latiente, ensangrentado de vibrar por los demás antes que por uno mismo.
Políticos y grupos de poder bien estructurados, bien financiados, con larga trayectoria (y cola) pública, sobran en Puebla; son rostros ya “quemados”, ya vencidos, ya debilitados. Eso no quieren los ciudadanos.
Quienes quieran participar como candidatos a la gubernatura deberán estrenar no sólo un discurso electoral renovado, no sólo una imagen pública bien estructurada o “vestida”, sino un corazón agitado. Y la verdad no los veo.
Pero todavía hay tiempo para que los diferentes cuadros políticos (de derechas o de izquierdas) alisten y preparen a sus mejores hombres y mujeres que quieran dirigir a buen puerto a los poblanos.
En lo personal, veo a un precandidato con amplias posibilidades de ganar esta nueva batalla electoral por la trayectoria política que ha tenido, por las grandes luchas libradas contra sus adversarios; lo único malo que le veo es que tiene un discurso reiterado, con ideas y palabras vencidas o reutilizadas que necesita desaparecer de su glosario político.
Hay otro precandidato que también podría convencer porque su discurso siempre es aguerrido, combativo, contestatario y controversial; gusta mucho a la gente de este lado y del otro; termina por convencer hasta a los seguidores de sus propios adversarios políticos.
Quizá una mujer tendría las de ganar, más allá del partido o estructura política que la catapulte como candidata; en la memoria colectiva de los poblanos –sin importar sexo ni ideología- todavía se lamenta la muerte de Martha Erika Alonso. Sólo falta ver quien levanta la mano.
En pocas palabras, sexo, género, ideología, emblema, partido, doctrina y currículo son importantes, pero no es lo más importante ni lo es todo. Lo que verdaderamente importa para Puebla es un corazón ardiente, una conciencia clara, un candidato y político humanista.
El triunfo lo obtendrá quien “se venda” mejor como un político (hombre o mujer) que realmente palpe las necesidades de la gente, que sufra con la gente –de verdad, no de mentiritas- lo que los poblanos están padeciendo.
La mentira, la falacia caerá por su propio peso; la ciudadanía no es tonta, terminará votando por el más sensible, por el más veraz, por el más ardiente y entregado a las causas justas.
Eso sólo lo da el humanismo. Los demás pasarán a la historia nadando en la mediocridad.
@elmerando
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Periodista y analista político. Licenciado en Periodismo por la Carlos Septién y maestro en Gobierno y Políticas Públicas por el Instituto de Administración Pública (IAP) y maestrante en Ciencias Políticas por la UNAM. Catedrático. Ha escrito en diversos medios como Reforma, Milenio, Grupo Editorial Expansión y Radio Fórmula.