Brexit y la nueva globalización fragmentada
- Jonathan R. Maza
“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.” Winston Churchill.
En el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU), el 52% del electorado que se presentó al referéndum votó a favor de la salida de la Unión Europea (UE). Sin embargo las expectativas y las dudas sobre cuáles serán los efectos que esto provoque han generado incertidumbre tanto en las personas del RU, el resto de Europa y el mundo.
Yo me he preguntado si acaso no nos encontramos en los albores de un nuevo mundo fragmentado en medio de la globalización “hiperconectada”. ¿Cómo será este “nuevo mundo” y cuáles serían sus consecuencias? ¿Es posible la globalización en este nuevo mundo?
La crisis financiera y del resfriado a la neumonía económica
A corto plazo los mercados internacionales ya han reaccionado negativamente, pues los inversionistas ven incertidumbre, y está es enemiga de las inversiones estables. Por esta razón las bolsas de valores en Asia y Europa cayeron al día siguiente del Brexit, provocando por supuesto la depreciación de la libra frente al dólar, que consiguió los beneficios frente a la incertidumbre de los inversionistas internacionales. Algunos expertos estiman que los efectos económicos aún están por venir, al menos para RU se espera una recesión económica y el aumento de la inflación, síntomas de un resfriado que puede convertirse en neumonía económica y tal vez contagiar al resto de las economías europeas.
Los británicos nunca han sido confiables
En lo político el Brexit significó la derrota del Primer Ministro David Cameron y su subsecuente salida del gobierno. Ya lo hizo público afirmando que no podía ser él quien guié al país al nuevo destino que ha elegido. Por otro lado las consecuencias geopolíticas pueden ser de mayor calado, provocando un aislamiento no sólo económico sino también político; las expresiones de algunos miembros del parlamento Europeo ya han dado muestra de su disgusto frente a esta nueva realidad británica, algunos incluso recordando que el RU nunca fue un Estado confiable y que para muestra de ello bastaba recordar que nunca quisieron la unidad monetaria, manteniendo ellos la libra y desdeñando el euro.
El rencor ciudadano
Un dato importante que hay que comentar sobre el Brexit es que el referéndum no es vinculante, es decir el parlamento podría desecharlo votándolo en contra, sin embargo eso significaría que los políticos británicos rechazaran la voluntad de más de 17 millones de ciudadanos en un país donde votaron más de 33 millones de habitantes.
Los datos demográficos y electorales apuntan a que fueron los adultos mayores, las clases medias y obreras en poblaciones rurales quienes más votaron por la salida “Brexit”, mientras que los más jóvenes, las poblaciones urbanas y con mayores niveles educativos, la generación “millenial” optaron por favorecer la permanencia en la UE. ¿Qué nos dice esto? Hoy el Reino Unido es el más dividido de su historia, pues el país está partido en dos, por un lado los más viejos que creyendo que la salida es regresar a las épocas de “gloria” británica del siglo XIX y del siglo XX, y por el otro las generaciones más jóvenes que ven con frustración coartadas sus esperanzas y beneficios que les ofrece la integración económica y laboral con la Unión Europea y la globalización.
La corrupción y el alejamiento de la clase política de los ciudadanos, de sus demandas y necesidades, pudieron ser el caldo de cultivo para que políticos populistas aprovecharan la coyuntura y promover el Brexit, con argumentos como el de “recuperar las viejas glorias del pasado británico”. Pero también la situación económica europea favoreció este clima de descontento ciudadano, pues la percepción es de que al país le tocaba cargar con los problemas europeos que no le correspondían, como la crisis financiera, migratoria y de seguridad. Esto podría explicar de alguna manera porqué los más viejos, las clases medias que se han visto desfavorecidas y por supuesto las mezclas ideológicas de los nuevos nacionalismos apoyaran el Brexit.
Populismos “neo-nacionalistas” everywhere
Una mezcla de ignorancia económica y de populismo neo-nacionalista en la mayor parte de la población adulta generó un binomio para la tormenta perfecta. Lo grave del asunto es que se comienzan a respirar los mismos humos en otras naciones europeas: Holanda y Francia ya han anunciado sus intenciones de separarse de la Unión Europea, y no han sido sus gobiernos actuales quienes impulsan dicha agenda, sino los líderes de oposición política de corriente nacionalista y con tintes populistas. Veremos en próximos meses el efecto dominó en el resto de Europa, así como dentro de los mismos países en casos de regiones que considerarían seguir el camino de independizarse de los gobiernos nacionales, como el caso de Cataluña en España, Irlanda del Norte y Escocia en el mismo Reino Unido por mencionar algunos ejemplos.
Esto significa un duro golpe al establishment político global, y cada vez se hacen más evidentes los surgimientos de populismos y neo-nacionalismos en todo el mundo desarrollado tanto de izquierdas o derechas, como es el caso de los Estados Unidos de América con Sanders por un lado y Trump por el otro. Estamos presenciando que los discursos políticos fáciles, dotados de una fuerte tendencia a “satisfacer” los más viscerales deseos de la población mayoritaria se convierten en la regla de la oferta política, porque son esas mayorías deseosas de venganza, revanchas o simples deseos irracionales las que garantizan los triunfos electorales mientras se les hable de lo que quieren oír. Por ello comienza a preocuparme el sentido que le estamos dando a nuestras democracias en el mundo.
Ya lo decía Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones.” Y lamentablemente ni el Primer Ministro David Cameron, ni Donald Trump o la mayoría de los políticos en el mundo se acercan siquiera a ser un verdadero estadista, son solo productos electorales que se consumen y se desechan por uno nuevo que satisfaga las necesidades del consumidor-elector.
El otro problema que percibo y que nos habla de la calidad de las democracias occidentales versa en la calidad de sus ciudadanos. Hoy los británicos nos dieron una clara muestra de que ni en las sociedades “desarrolladas” se salvan de las opciones políticas mesiánicas y populistas. ¿Qué será de los países democráticos cuándo la mayoría de sus ciudadanos crean que la eutanasia, el aborto y la pena de muerte deben ser leyes? ¿Qué será de las democracias cuándo la mayoría de sus ciudadanos opinen que es condenable quién piensa diferente por tener una convicción religiosa o moral? Hoy es el Brexit, mañana la xenofobia y el racismo. Pero pasado mañana será la sostenibilidad de cualquier pueblo: la vida misma, su dignidad y la verdadera libertad humana.
Frente a la “globalización fragmentada” se abre un nuevo horizonte que presenta un reto y una oportunidad. El reto de la globalización está en darle sentido y contenido, más allá de la pura economía, y la oportunidad debe apuntar hacia la valorización del ser humano, de la vida, del entorno de “nuestra casa común” y la libertad responsable.
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Internacionalista con especialidad en Política Internacional y Diplomacia UPAEP. Maestro en Seguridad Nacional. Estudios en Seguridad Nacional por el Centro de Estudios Superiores Navales de la Secretaría de Marina Armada México