Observación electoral en Puebla 2016
- Mario Ricciardi
Durante mucho tiempo las elecciones en México fueron actos protocolarios sin competencia real, intervención del gobierno y nulo respeto por el veredicto de las urnas. En las elecciones federales de 1988, parte aguas para la historia política del país, tres candidatos dividieron las preferencias electorales de los ciudadanos. La noche misma de la jornada electoral, el sistema de cómputo de votos se calló y cayó, parafraseando al entonces secretario de gobernación, Manuel Barttlet. Esto generó sospechas de un fraude entre la ciudadanía porque, entre otras cosas, el conteo de votos nunca fue transparente ni confiable.
Fue así que, después de aquella elección en la que salió electo el priista Carlos Salinas de Gortari, muchos ciudadanos empezaron a organizar los primeros esfuerzos de observación electoral y conteo rápido de votos en diferentes estados para sus elecciones locales. Estos ejercicios fueron impulsados por diferentes grupos de interés, tanto empresariales como civiles. Entro otros grupos, COPARMEX fue uno de los líderes de estos esfuerzos por dar certeza a los resultados electorales.
En concreto, la observación de las campañas electorales consiste en examinar las condiciones de equidad, transparencia y objetividad en el trascurso de las campañas que despliegan los partidos y candidatos. En la observación del día de la elección, los observadores ciudadanos o voluntarios acuden a las casillas para levantar un reporte desde las condiciones en que se instala la mesa de votaciones, el desarrollo de la jornada electoral y el cierre y conteo de votos.
Es por ello que, en la cultura política mexicana, observar una elección implicaba reportar situaciones tales como compra de votos, extorsión, acarreo, carruseles, coacción para votar por algún partido, amenazas a los votantes, robo de urnas, apertura tardía de casillas, falta de boletas, publicidad política en las cercanías de las casillas o cualquier otra posible anomalía o delito electoral que se perciba. Todas estas acciones constituyeron las mañas que los partidos manejaron con pericia y que los observadores han reportado en diferentes situaciones y elecciones.
Lo sorprendente o preocupante es que, con el paso de estos últimos veintiocho años, estas prácticas ilegales no han cesado y la calidad de las elecciones no ha mutado sino para peor. Es decir, si los procesos electorales han mejorado en términos democráticos, los partidos políticos y las estructuras partidarias, sindicales, etcétera, también han pulido sus prácticas de obtención del voto, en marcos que no coinciden con esa calidad que los observadores y los ciudadanos procuran.
En las recién pasadas elecciones en Puebla, que ganó Tony Gali, si bien el saldo fue blanco y se tuvo una jornada electoral bastante buena, los partidos políticos mostraron que los observadores y la observación en sí tienen mucho que actualizar. Las estrategias de inversión electoral y las acciones de campaña estuvieron inclinadas en movilizar el voto de las estructuras políticas mediante la compra de voto o de las preferencias y voluntades. Si bien el robo de urnas, las situaciones de violencia o coacción del voto no son lo que eran en tiempo pasado, el acarreo de voto es importante en dimensión. Ahora el problema es que las mañas indebidas se llevan a cabo antes de la jornada o de maneras tecnológicas que no son fáciles de observar.
Por ejemplo, en estos tiempos hay que observar o reportar que un votante ingresa a su casilla con un teléfono celular y le toma una fotografía a la boleta que tachó. Pero, ¿cómo hacerlo o cómo prohibir que se ingrese a la casilla con un teléfono celular con cámara de foto? ¿Cómo saber que una persona recibió dinero o algún bien a cambio de su voto? ¿Cómo sancionar que se lleve a votar en un microbús de Antorcha Campesina a una veintena de personas de estratos sociales bajos? ¿Cómo mejorar la calidad de las elecciones?
Lo que sí aparece o se mantiene como un dato muy interesante, es la participación de jóvenes estudiantes en la observación electoral. La disposición voluntaria y bien intencionada, la dedicación antes y durante la jornada electoral de varios universitarios fue un hecho motivante. Así como los jóvenes de ayer lo hicieron, los jóvenes de hoy también están participando y observando los comicios. Es una constante, la juventud como motor de cambios.