La abdicación del Rey Juan Carlos

  • Mario Ricciardi
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Una noticia dio vueltas el mundo en días recientes: el Rey Juan Carlos de España ha decidido abdicar al trono para dejar paso a su hijo, que será Felipe VI. Esta dimisión abre paso a nuevos escenarios, dado que hay voces que abogan por el fin de la monarquía en España. En tal sentido, buscando reflexionar sobre este episodio y la institución de la monarquía, vale la pena retomar a El Príncipe de Maquiavelo para ligarlo a este caso.  

“Una nueva generación reclama el papel protagonista para afrontar con renovada intensidad los desafíos”, explicó el monarca, en un claro mensaje de cambio de ciclo (El País, 2 de junio de 2014). Esta declaración del Rey se escribe en un contexto: para un buen porcentaje de la población española la monarquía pasó de moda. Como muestran encuestas de la firma CIS publicadas por el diario El País, aunque en los últimos tiempos la percepción de los españoles sobre la monarquía ha tenido una leve mejoría, en una perspectiva de lo que va de esta década ha venido a la baja. Mientras unos años atrás las encuestas de aceptación ubicaban a la monarquía como la institución mejor vista por los españoles, en la actualidad es la sexta. Justamente, los casos de corrupción que involucraron a miembros de la familia real, y rozan al mismo rey, han golpeado duro a la institución. Es decir, la corrupción o los casos de presunta corrupción han manchado la popularidad de la monarquía, lo cual ha amplificado las voces que desean acabar con el orden monárquico actual. 

Aquí vale la pena citar a Maquiavelo en relación a este caso: “… el príncipe hereditario tiene menos razones para ofender y menos necesidad de hacerlo, por lo que resulta más amado por su pueblo, y si no posee algún vicio extraordinario que lo haga ser odiado, es lógico esperar que sea amado por los súbditos…” (El Príncipe, 2014:24). Esta cita vale la pena, remarcando que si el monarca no posee ningún vicio extraordinario, no tendrá problemas con su popularidad y en mantenerse en el poder. Pero si el príncipe o rey tiene un vicio anodino, sí será odiado. Tal pudiera ser el caso de la corona española.

En tal sentido, como lo reporta la encuesta del artículo referido, mientras el rey está activo sus porcentajes de imagen positiva suben. Pero mientras el rey no está activo, las encuestas reflejan una baja en los números, resaltando en la opinión pública la corrupción y los costos económicos que significa la corona para los españoles en una situación de estancamiento económico. Sin embargo, el príncipe, el muy próximamente Rey Felipe VI, actualmente tiene mejores números en las encuestas que su padre, lo cual es abre oportunidades para la institución, dado que como rey tendrá una actividad más intensa que la que ha tenido Juan Carlos en los últimos tiempos.  

Con todo, ese vicio extraordinario al que se refiere Maquiavelo, para el caso referido de la corona española, bien pueden ser los casos de corrupción que la han rondado y dañado. Felipe VI tendrá que actuar al respecto, dado que la popularidad del monarca y de la propia monarquía depende de ello. Como lo indicara Maquiavelo para Lorenzo De Medici, el nuevo rey de España puede ser objeto de aversión por parte de los súbditos o de buena parte de éstos si no hace nada para limpiar a la institución y quitarla de vicios. No por nada el Papa Francisco actuó en consecuencia con el Vaticano y la Iglesia como institución ni bien asumió. Felipe VI tendrá que hacer algo parecido y su padre deberá apoyarlo, si lo que buscan es la estabilidad de la monarquía española en un contexto de prestigio no muy favorable.

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