Carpe diem: educación y dictadura del presente

  • Juan Martín López Calva

“El pasado no está muerto”, escribió Faulkner en Réquiem por una monja; y añadió: “Ni siquiera es pasado”. Imposible decirlo mejor: el pasado nunca termina de pasar, siempre está aquí, operando sobre el presente, formando parte de él, habitándonos. Vivir un presente sin pasado es vivir un presente mutilado. Es decir: vivir una vida mutilada”.

Javier Cercas.

“Recoge rosas mientras puedas, los tiempos pasan pronto y esta misma flor que hoy sonríe, mañana morirá…” se decía en alguna parte de “La sociedad de los poetas muertos”, película estrenada en 1989 que se ha vuelto clásica y se sigue viendo y analizando en muchos espacios educativos.

El mensaje central de la película está muy relacionado con esta frase, puesto que se basaba en la frase latina: Carpe diem, que significa literalmente significa “toma el día” y se interpreta como un llamado a aprovechar el momento porque la vida es breve y nunca se sabe el momento en que pueda terminar.

Si se comprende adecuadamente este llamado, es indudable que tiene un gran valor para conceptualizar y vivir lo que hoy se llama educación para la vida, puesto que plantea la necesidad de que los educadores y la escuela se liberen de la esclavitud del pasado o la obsesión por el futuro que muchas veces impiden disfrutar la vida y valorar la enorme riqueza que nos brinda el día a día y ayuden a los alumnos a transitar este camino hacia la libertad.

Desde esta perspectiva, estrictamente hablando no se educa para la vida –en el sentido de lo que vendrá cuando el estudiante termine su trayectoria formativa y salga a “vivir al mundo real”- sino que se educa en la vida –en el momento presente en que cada educando está viviendo ya y construyendo su historia- porque la vida no es algo que va a venir al terminar de estudiar sino algo que ya está aquí, antes de ir a la escuela y seguirá estando o fluyendo muchos años después de egresar de la universidad.

Sin embargo varios autores a los que hace referencia el artículo de Javier Cercas de donde tomo el epígrafe de hoy, señalan con acierto que estamos viviendo hoy una especie de dictadura del presente o tiranía del momento, marcada por una absolutización del Carpe diem que nos hace olvidar o incluso despreciar el pasado pensando en él como algo lejano y ajeno a nuestra realidad de hoy.

En efecto, un buen número de estudiosos de nuestra época, caracterizada por la cultura que llaman posmoderna o modernidad líquida señalan como un rasgo central del horizonte actual la inmediatez, la preocupación por el momento presente ante la convicción de que el pasado ya no existe y que el futuro tal vez no llegará.

Esta preocupación por la inmediatez, producto de la dictadura del presente nos hace vivir encerrados en una vida sin contexto ni perspectiva, reducida al estrecho mundo que enmarca el momento presente.

La escuela no es ajena a esta dictadura del presente puesto que la sociedad actual configura de muchos modos la concepción, objetivos y alcances del sistema educativo. De este modo podemos ver que en los modelos educativos actuales se privilegia la preocupación por el aprendizaje de herramientas prácticas para resolver el día a día de manera eficiente –tecnologías de información y comunicación, idiomas, herramientas de administración, etc.- por encima de otro tipo de saberes de mayor alcance como son la Historia, la Filosofía y en general, las humanidades.

Además de estas implicaciones curriculares, la dictadura del presente se manifiesta en la indiferencia o incluso en el desprecio de las nuevas generaciones –aprendido de los maestros y de los adultos en general- hacia la tradición, el folklore, las costumbres, la herencia cultural en la que han nacido.

Sin embargo, como afirmaba Faulkner, el pasado no está muerto y ni siquiera es pasado porque lo que somos hoy no solamente es resultado de lo que fueron nuestros antepasados como una especie de causa lineal sino que está aquí, dando contenido al presente, habitando a los sujetos de hoy. De manera que resulta imposible vivir un presente sin pasado, aunque pretendamos que así sea.

La educación y los educadores deberíamos luchar contra la dictadura del presente y enseñando un sano carpe diem a los niños y jóvenes, comunicarles el valor de ese pasado que está aquí, dándole densidad a nuestra vida.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).