Educación y reforma del espíritu

  • Juan Martín López Calva
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“El problema profundo e incontrolable ahora

 es el de una reforma de la humanidad

que regeneraría cada uno de los siguientes

 términos de la totalidad individuo/sociedad/especie…

la reforma de la sociedad (que comporta la reforma de la civilización),

 la reforma del espíritu (que comporta la reforma de la educación),

 la reforma de la vida, la reforma ética”.

Edgar Morin

En su artículo “Estamos en un Titanic”, el pensador francés Edgar Morin  plantea que existen dos ideas sobre el desarrollo y que la idea que ha dominado hasta hoy consiste en pensar que “…el desarrollo tecno-científico, económico, basta para remolcar, como una locomotora, los vagones de todo el tren del desarrollo humano, es decir: libertad, democracia, autonomía, moralidad…” Pero, continúa diciendo Morin: “…lo que se ve hoy día, es que es un hecho que estos tipos de desarrollo han traído muchas veces subdesarrollos mentales, psíquicos y morales…

La gigantesca crisis humana que vive hoy el planeta es el resultado de esta idea errónea de desarrollo que se centraba en lo económico y lo técnico-científico y asumía que el desarrollo moral, político y social vendría automáticamente como resultado del avance material.

A pesar de los síntomas evidentes de fracaso de este modelo civilizatorio, la idea de que el desarrollo humano está subordinada al desarrollo económico, científico y tecnológico parece seguir instalada en nuestra conciencia colectiva. Es por ello que el cambio que se requiere para poder empezar a luchar contra la crisis global que está llevando a este Titanic en el que vamos como humanidad hacia la catástrofe es fundamentalmente un cambio de mentalidad, una transformación en la cosmovisión, una auténtica reforma del espíritu.

La reforma del espíritu que plantea Morin como necesidad urgente consiste en la modificación profunda de la mente humana que cambiaría radicalmente las respuestas a las preguntas fundamentales presentes siempre a lo largo de la historia: ¿Qué hacemos en esta tierra? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo debemos comportarnos y relacionarnos en y con el mundo, con nosotros mismos, con los demás y con el misterio?

Esta reforma, señala bien el padre del pensamiento complejo deberá estar encabezada por el sistema educativo pero no como hoy lo conocemos. Para poder impulsar la reforma del espíritu se requiere de una reforma profunda del sistema educativo que hoy sigue basado en la separación de saberes y disciplinas y produce mentes incapaces de conectar la información y de enfrentar los problemas multidimensionales que presenta la realidad actual.

“Un nuevo sistema educativo, basado en el espíritu de religación…deberá ser instaurado…” afirma Morin acertadamente. Un sistema educativo como el que plantea es un sistema profundamente distinto al que tenemos actualmente.

Este sistema educativo innovado e innovador será el responsable de la transformación de la concepción del ser humano en el mundo y por tanto de la idea de desarrollo humano que oriente los esfuerzos individuales y colectivos.

Esta nueva idea de desarrollo tendrá que ser una idea compleja que integre los elementos de desarrollo económico y técnico-científico con los aspectos de desarrollo moral, democrático y de justicia social de manera que invite a trabajar en todos los frentes superando el aislamiento de la ética. En este nuevo escenario el desarrollo económico estará subordinado al desarrollo humano a través de los controles éticos y políticos.

En el modelo emergente de desarrollo será necesario equilibrar las dos hélices que plantea como metáfora el pensador planetario: la hélice de la dominación que guió a los grandes conquistadores y exploradores del siglo XV y XVI e impulsó el dominio de la naturaleza y el desarrollo material; y por otra parte, la hélice del universalismo y el humanismo expresada hoy en la conciencia ecológica y la batalla por los derechos humanos y la justicia.

De manera que el nuevo sistema educativo impulsor de la reforma del espíritu deberá equilibrar la formación científica y técnica –el desarrollo de las competencias disciplinares y profesionales- con la formación ética y política –el desarrollo de las competencias humanísticas y ciudadanas- de manera que regenere la idea de ser humano que está hoy dominando en el imaginario social y presionando hacia la formación tecnocrática en la escuela y promueva una visión de ser humano más compleja, integral e incluyente.

El sistema educativo reformado tendrá como objetivo fundamental superar la formación de sujetos pasivos que sigan la trayectoria de este “Titanic sin piloto” para contribuir a la educación de sujetos activos capaces de efectuar el doble pilotaje necesario para “salvar a la humanidad, realizándola”, el pilotaje que por una parte obedezca la vida –las leyes y procesos de la naturaleza- y por otra guíe a la vida hacia un auténtico desarrollo humanizante.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).