Fracasado
- Fernando Castillo
Hace unos meses le decía que, según Enrique Jardiel Poncela, “los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y luego te cambian la película”.
Lo anterior, hoy lo podemos confirmar de manera más evidente, con el simple hecho de ver los miserables resultados que el gobierno a dado en casi todas las áreas de su gestión.
Enrique Peña Nieto se ha mostrado como un gobernante poco capaz y que parece dirigir a un grupo de políticos, que tienen escasa idea de cómo afrontar la realidad del país.
El sexenio inicio con una serie de anuncios, que despertaron más el morbo que el ánimo entre los diferentes sectores sociales, pues se entendía que el grupo gobernante tenía la experiencia y Peña Nieto en particular, tenía el dinamismo de su juventud y la legitimidad que le dieron los votos, independientemente de cómo los consiguió.
Sin embargo, después de los 18 meses cumplidos este sábado, la realidad es muy distinta a los anuncios dados aquel primero de Diciembre.
La gran apuesta del gobierno, fue abrir una etapa reformadora, de cambios ambiciosos, que logro sacar adelante, en la parte más rígida, la constitucional, mediante una serie de acuerdos con la oposición.
Resumió su estrategia en su llamativo slogan “MOVER A MÉXICO”, y no discutimos el que lo han movido, sólo que aún no sabemos si somos un país que navega o una nación que naufraga.
Y es que si vemos el sentido de las reformas constitucionales, bien pudiéramos pensar en una nueva etapa de progreso y crecimiento para el país, que sin ser todo lo que se necesita, sí sería suficiente para hacer navegar el barco de la nación.
Sin embargo, la amenaza del naufragio siempre estuvo latente y se acrecentó al ver que la legislación secundaria de estas reformas, puede hacer nulo lo que ya se había logrado.
La amenaza es mayor, y parece inminente, si se toma en cuenta que el gobierno hizo oídos sordos ante las voces que repetían, a voz en cuello, que la implementación de una miscelánea fiscal (que no reforma hacendaria) en los términos tan arteros que se hizo, sería un terrible freno al crecimiento, que requería ser alto en este 2014, para compensar el pésimo año 2013.
Un gobierno de incompetentes está tomando el manejo de la política económica desde la Presidencia de la República, con enfoques políticos.
No crecemos, no sólo por la realidad económica de los Estados Unidos, sino porque, primero, el gobierno destruyó el sector de la construcción, al cambiar abruptamente su política de vivienda. Segundo, porque ha debilitado el consumo interno, al aumentar las tasas tributarias y tener un pésimo ejercicio del gasto publico.
Peña Nieto nos ha cambiado la película, porque de ser un candidato de promesas, se ha convertido en un presidente de inercias.
En seguridad, la nueva estrategia contra el crimen nunca termino de cuajar y se ha regresado a buscar en las fuerzas armadas nacionales, el remedio para atender la problemática de seguridad.
En política social, más allá de la cruzada contra el hambre, que sigue sin dar los resultados prometidos, el gobierno ha creado unas especies de seguros, para madres solteras y desempleo, instrumentos que en nada se parecen a un seguro y que son hábilmente manipulados. Programas asistencialistas, dignos de la más retrograda izquierda, con montos insuficientes y fines electoreros.
Destaca la pensión universal para adultos mayores. Un verdadero desdén a la formalidad de la economía y una bofetada al trabajador, que tras cotizar durante 25 años en un empleo formal, con un bajo salario y pagando sus impuestos, al llegar a los 65 años recibirá una pensión prácticamente igual a la que el gobierno le va a regalar a aquel que nunca tuvo un empleo .
El que pago sus cuotas e impuestos va a sostener también la pensión no contributiva, de quien no sabemos siquiera, si trabajó algún día en su vida.
Tanto en seguridad como en políticas sociales, el gobierno adopta las fórmulas que los electores derrotaron en los comicios del 2012.
El gobierno de la República carece, incluso, de una estrategia de coordinación entre sus propias dependencias. Con la enorme cantidad de recursos que se erogan a través de la SEDESOL, bien se podría impulsar la economía formal, si los apoyos se dieran en vales o en tarjetas de débito, con lo que se estimularía el crecimiento económico.
Los monederos electrónicos, no sólo sirven para comprar votos y Monex no es el único que los puede facilitar.
El gobierno tiene que reaccionar y variar la estrategia. Ajustar, como lo dijo Miguel B. Treviño, no es un fracaso, sino un recurso para minimizar el costo de una mala decisión.
Los ajustes, deben de incluir, por supuesto, una variante en la política y en la forma de hacer política.
Lo primero, es redimir al Estado de Derecho. Que el imperio de la ley, alcance a todos los rincones del país y que verdaderamente nadie esté por encima de ella.
Se requiere que no haya más arranques monárquicos para mandar virreyes, como el caso de Alfredo Castillo en Michoacán, además de un frontal combate a la corrupción.
Esto es sólo el principio, pero es el momento de atender la formula dada por Lewis Carroll, en Alicia en el país de las maravillas “empieza por el principio y sigue hasta llegar al final; ahí te paras”.
No es tan difícil y es necesario pues Peña Nieto está pasando de ser, el Presidente bien peinado, a ser el Presidente fracasado.
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