(No) es cuestión de tiempo

  • Juan Martín López Calva

La Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) acaba de instalar el Consejo Social Consultivo de Evaluación de la Educación (CONSCEE), cuya misión será conocer, opinar y dar seguimiento a las acciones que realice el instituto en su tarea de normar y coordinar los procesos evaluativos para la mejora de la calidad educativa. Este consejo estará integrado por diversas organizaciones sociales que lo integrarán por tres y dos años.

Es una buena noticia que mientras en muchos ámbitos del sistema educativo donde el tiempo parece no transcurrir se sigue debatiendo acerca de la pertinencia de la evaluación y continúan las protestas que exigen eliminar este rubro de la reforma educativa el INEE continúe trabajando de manera sólida y sistemática para sentar las bases de lo que será el sistema de evaluación de nuestra calidad educativa.

En el transcurso del ya largo período en que se ha dado la progresiva instauración de la evaluación de la educación en México tanto a nivel nacional como internacional se han planteado muchas hipótesis acerca del factor o factores que determinan los malos resultados de aprendizaje de nuestros niños y adolescentes.

Uno de estos factores es el del monto presupuestal que el Estado destina a la educación dentro de las prioridades para el desarrollo nacional. Muchos analistas han planteado datos que demuestran que en materia presupuestal México está en niveles aceptables de inversión en educación y que la solución para la mejora de la calidad educativa no parece ser la de invertir más dinero sino la de revisar a fondo en qué se gasta lo que se destina anualmente al sistema educativo.

Otro de los elementos que se señalan a veces como determinantes para los malos resultados educativos de nuestros educandos es el del tiempo insuficiente que pasan los niños en la escuela. En la más reciente campaña presidencial se planteó la propuesta –que parece ir avanzando despacio- de tener “escuelas de tiempo completo” para mejorar la calidad del aprendizaje.

En otros espacios hemos analizado cómo el aumento en el número de días en el calendario escolar durante la gestión del ex presidente Ernesto Zedillo como Secretario de Educación Pública para incrementar a doscientos los días “efectivos” de clase por ciclo, al no cambiar de fondo los procesos y tiempos burocráticos de la SEP redundó en semanas de perder el tiempo al final de cada período lectivo.

Recientemente circuló en las redes sociales un cuadro comparativo de la OCDE respecto del número de horas por ciclo escolar que se exigen en los distintos países. Los resultados no hacen más que reforzar la idea de que la mala calidad educativa en nuestro país tampoco tiene que ver con el tiempo que los niños pasan en la escuela.

Este cuadro puede encontrarse en el sitio chileno Elige educar en esta liga.

Como se muestra en el comparativo, el promedio de la OCDE es de setecientas horas por año. En México el calendario escolar marca doscientos días de clase que multiplicados por cinco horas diarias –sin considerar todavía las escuelas de tiempo completo- dan un total de mil horas en cada ciclo escolar. Chile tiene aún más horas al contabilizar mil doscientas exigidas a sus docentes y estudiantes.

Mientras tanto, países que tienen resultados notables en cuanto a calidad educativa en las pruebas PISA que realiza la OCDE como Finlandia o Corea se encuentran por debajo del promedio de setecientas horas al año.

No es el tiempo entonces lo que determina la calidad educativa sino la calidad del tiempo, la manera eficiente o ineficiente de usar el tiempo para facilitar el aprendizaje de los niños.

No es el tiempo que pasan los niños metidos en un salón de clases frente a sus profesores lo que marca la calidad y el nivel de sus aprendizajes sino la forma en que se ocupa ese tiempo y la significatividad de los aprendizajes que  en ese tiempo –breve o extenso- se promueve en los educandos por parte de los profesores.

No es cuestión de tiempo, no es simplemente asunto de aumentar el tiempo si ese tiempo sigue siendo tiempo perdido para fines educativos, mero entretenimiento de los estudiantes que no obtienen nada valioso de su permanencia en las aulas.

Pero sí es cuestión de tiempo la necesidad de instrumentar estrategias para la mejora de la calidad educativa porque nuestras nuevas generaciones no pueden seguir esperando el cambio mientras el mundo sigue evolucionando y brindando una educación cada vez mejor a sus futuros ciudadanos.

Es cuestión de tiempo el cambio de fondo que se requiere para dejar de formar personas sin las mínimas competencias para defenderse en una sociedad cada vez más demandante y competitiva, personas incapaces de construir su saber, su hacer, su ser y su convivir de acuerdo a lo que el cambio de época les está exigiendo.

Es cuestión de tiempo porque como afirmaba Don Pablo Latapí citando al poeta Jaime Sabines: “La eternidad se nos acaba” y los niños y niñas de México merecen y reclaman una educación que les permita acceder a mejores condiciones de vida para construir un país más justo, pacífico y democrático.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).