Oscar Wilde dijo alguna vez que: “hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad”. Cuando leí esto en un libro sobre la vida del escritor, no imagine que lo recordaría, textual, al momento de analizar una parte del artículo de portada, de la edición de marzo, de la revista TIME.
Como es de conocimiento público, en esa edición, la ya un tanto desprestigiada revista, dedica su portada al presidente Peña Nieto y la adorna con la engañosa, inflada y seguramente comprada frase de “Saving Mexico” (Salvando a México).
Evidentemente el artículo, o el extracto que se ha conocido, me despeja parcialmente una duda que aquí le exprese hace una semana. Si en la anterior entrega me preguntaba ¿En qué país vive el presidente?, de las respuestas de Peña Nieto no puedo decirle en qué país, pero le aseguro que en México, no.
Y es que no podemos entender que se le dé, a un charlatán de peinado engominado, el titulo de salvador de un país cada vez más desgraciado.
Contrario a lo sustentado por la revista TIME, las alarmas no han sido sustituidas por aplausos. Peña Nieto no aprobó por mucho, “el paquete más ambicioso de reformas sociales, políticas y económicas”, si acaso ha avanzado en los fundamentos constitucionales.
La realidad es que el presidente logró sacar, con el apoyo o la complicidad de ciertos sectores de la oposición, un paquete de reformas que la publicidad se ha encargado de magnificar y caramelizar.
La supuesta reforma educativa, no es más que un conjunto de modificaciones legales y constitucionales, para quitar al sindicato todas las canonjías que le permitían controlar, prácticamente la totalidad de los ingresos y movimientos escalafonarios de los docentes.
Las modificaciones eran necesarias para regresarle al estado estas facultades, sin embargo, no se le puede llamar salvador a quien solo se encargó de proponer y operar las reformas, sin cumplir con su papel esencial, como autoridad administrativa, de aplicar estas leyes, algo que no ha sucedido. Ridículo es el papel del secretario de educación pública federal, que sale a anunciar, sin datos, como acostumbra este gobierno, el cese de 500 maestros por inasistencia a su trabajo, cuando fueron miles más los que, ya con la ley en vigor, realizaron plantones y marchas por más de 3 días, en la capital del país y en estados como Chiapas y Michoacán, dejando a millones de menores sin clases.
Igualmente, el gobierno de este “salvador copetudo”, que anunciaba con bombo y platillo, la instauración constitucional de la evaluación magisterial, decidió este año suspender la prueba ENLACE, por altas sospechas de trampas y corrupción en el desarrollo de la misma. Irónico que el burro, hable de orejas. Triste, que en vez de combatir esas prácticas, se decida suspender la evaluación. Nada de que sorprendernos, la pasividad ante las malas prácticas es uno de los sellos de este gobierno.
Económicamente, una serie de reformas fiscales y de leyes muy particulares, serán la causa de que este año, también se detenga el crecimiento del país, que bien o mal, con sangre o no, en los últimos tres años del gobierno de Calderón era constante y ascendente.
Una modificación a la ley ferroviaria, inconstitucional por todos lados, está por salir del horno legislativo y frenará, sin duda, el crecimiento de un sector que, el 1° de Diciembre de 2012, vio con entusiasmo el mensaje de Peña Nieto, que les prometía una revolución en el sector ferroviario nacional.
La reforma fiscal, impulsada y negociada directamente por el presidente, fue leonina contra el empresariado y contra la sociedad en general. Elevó los impuestos a las utilidades, al trabajo y dio subsidios, más subsidios, a los que no trabajan. Se disfrazaron de buenas intenciones los afanes recaudatorios del gobierno federal. Impuestos a combustibles fósiles y a alimentos con alto contenido calórico, no fueron con el fin de desincentivar su consumo, sino de aumentar la recaudación a costa de lo que fuera.
Si bien el “salvador de Atlacomulco”, mediante un conjunto de incentivos fiscales, pretendió aminorar los efectos de la reforma con algunas medidas administrativas, la realidad es que, en lo que va del año, hemos visto sus efectos con una caída en la producción industrial, en el índice de confianza del consumidor y el aumento de la tasa de inflación.
La reforma fiscal, la sacó adelante Peña Nieto, con su elevada habilidad política y la abultada billetera gubernamental. Convenció a legisladores perredistas y demostró, que es capaz de conseguir sus metas haciendo el honor a un lado.
Dice el presidente que: “el mundo ha cambiado y, especialmente el sector energético ha cambiado”. Tiene toda la razón.
Poco después de la fiscal sacó una reforma energética muy distinta a la que él había propuesto; las ideas cardenistas desaparecieron de la ley y del discurso. Hábilmente, dejo que la derecha del país propusiera lo que él necesitaba, cargándole a Acción Nacional el costo político de la reforma.
Una tibia oposición de la izquierda y una muy sospechosa enfermedad de López Obrador allanaron la aprobación de esta reforma, que aunque buena, es un tanto ambigua y cuya legislación secundaria debe de redactarse en términos muy puntuales, pues de lo contrario, podrían llevar a contradicciones normativas o a actuaciones abusivas ya sea de los particulares o del mismo gobierno.
La reforma en telecomunicaciones, tiene por principal obstáculo, la falta de interés del presidente y de los legisladores, por expedir la legislación secundaria. Con meses de atraso, son objeto de la presión de ciertos concesionarios, que dejan claro que este poder factico está muy, pero muy lejos, de ser exterminado.
La lucha empresarial ha llevado a una controversia jurídica insospechada. El IFETEL, no puede entrar a ejercer una de sus funciones constitucionales, definir los términos del must carry y must offer, porque un tribunal común del Distrito Federal, el juzgado 36 civil, está conociendo de un litigio entre dos concesionarios y giró un oficio en el que ordena, que el IFETEL no se pronuncie al respecto.
La falta de leyes secundarias, deja a este instituto sin argumentos para defender su competencia y el presidente de la República, tratando de taparle el ojo al macho, promueve una controversia que, por las partes involucradas, mismas que no están consideradas en el artículo 105 constitucional, es notoriamente improcedente.
El camino jurídico, seguramente seguirá la ruta de un juicio de amparo por parte de DIsh, pero debe de verse que el presidente no se está equivocando, está actuando mal, deliberadamente, para proteger ciertos intereses.
El Presidente aceptó una reforma política incompleta, contradictoria y absurda, que encarece el sistema y mina la democracia. En el colmo de los disparates, al promulgarla, Peña Nieto ya ofreció reformarla para dejar claro que estará prohibido hacer lo que él ya hizo con TIME: adquirir publicidad, sin comprarla directamente.
En seguridad, las alarmas no bajan, el secuestro y la extorsión van al alza y es tanto el desinterés del gobierno, que se ha permitido que al delincuente ilegalmente armado, lo combata un civil armado de la misma ilegal manera.
El presidente nombra gobernadores de facto, destruye el federalismo y ejecuta sin estrategia. El ejército mexicano, se ha degradado a ser la retaguardia de la autodefensa.
Peña Nieto fue a Michoacán, hace dos semanas, a anunciar sus pobres planes, a presumir sus escasos logros y a lavarse la cara anunciando que para el estado, habrá 45 mil millones de pesos, aunque no quedó claro cómo y en qué lo gastaran dos gobiernos corruptos, el local y el federal.
La revista, muestra la imagen altiva de un presidente que se arrastra, la imagen segura de un hombre que muere de miedo.
Ante esto, en poco tiempo, el grito nacional será, que nos salven del salvador.
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